martes, 23 de febrero de 2010

Las 100 películas más inspiradoras: un comentario

Ayer publiqué en este blog el listado que el American Film Institute ha dado a conocer como los “100 Most Inspiring Films Of All Time”. Los títulos en español podéis verlos aquí. Son películas que han contribuido a inspirar en las audiencias actitudes y valores positivos.

El número 1 lo ocupa "Qué bello es vivir" (1946), del siempre estimulante Frank Capra. Un canto a la esperanza, que representa lo mejor del espíritu navideño y que ensalza también los valores familiares. Además, cuenta una historia de heroísmo individual, verdaderamente ejemplar, que termina con ese apoyo firme de la comunidad a quien ha gastado su vida en servicio de todos.

El número 2 lo ocupa "Matar a un ruiseñor" (1962), que transmite hermosas lecciones sobre la integridad, la justicia, el sentido del deber, el valor de la familia y la importancia de servir a los demás.

Otras películas incluidas en las primeras posiciones son: "La lista de Schindler" (nº 3, 1993), la historia real de un católico poco ejemplar que, sin embargo, fue capaz de salvar a varios centenares de judíos con altas dosis de generosidad; "Salvar al soldado Ryan" (nº 10, 1998), una cinta de heroísmo y valor, en medio de miserias y debilidades; o "El milagro de Ana Sullivan" (nº 15, 1962), el relato –basado también en un caso real- de una maestra que se empeñó en enseñar a comunicarse a una niña ciega y sorda, y logró un auténtico milagro gracias a su tesón y a su entrega.

Aunque algo más abajo (nº 23), y con diálogos un poco fuertes, "Cadena perpetua" (1994) es un drama carcelario que afronta bellamente tres temas fundamentales: la amistad, la esperanza y la redención. El momento en que el protagonista “regala” unos minutos de música clásica a los presos refleja mejor que mil discursos esa libertad interior que ninguna cárcel del mundo podrá amordazar jamás.

Ayer os decía que, aun gustándome mucho este listado del AFI, había algunos puntos que no terminaban de convencerme. En concreto, me parece que el filme "Carros de fuego" está en un lugar demasiado bajo (nº 100, el último lugar), cuando es una historia que rezuma inspiración y espíritu altruista. A la vez, otra cinta más efímera (como "Philadelphia") está claramente aupada para apoyar una causa concreta: el lobby homosexual.

Por otra parte, se echa en falta en ese listado una grandísima película como "Un hombre para la eternidad" (1966), ganadora de 6 Óscars y de otros muchos galardones. En ella se percibe la grandeza de un hombre que es capaz de renunciar a los cargos más altos antes que quebrantar sus principios; por eso se opone a las veleidosas pretensiones de Enrique VIII. Curiosamente, Tomás Moro se nos aparece como el mejor amigo del monarca: el único que le muestra lealtad, sinceridad y aprecio. Pero, enfrentado a su conciencia, sabe que Dios está por encima de toda doblez o subterfugio, y prefiere el silencio –jamás la crítica ni la abierta oposición- antes que conservar la propia honra o aun la vida. En este drama profundamente cristiano (tal vez por eso esté ausente en esa lista) se ventilan temas de gran calado y sorprendente actualidad: un laicismo que pretende someter a la Iglesia, el dilema moralidad versus legalidad, el seguir la voz de la propia conciencia en vez de la que marca “el espíritu de los tiempos”.

Cuando pienso en esa película, siempre me acuerdo de aquellas palabras del productor David Puttnam, uno de los cineastas europeos más reconocidos en Hollywood:

Recuerdo haber visto 'Un hombre para la eternidad' cientos de veces, no por sus cualidades fílmicas, que las tiene, sino por el efecto que producía en mí: el hecho de permitirme esa enorme presunción de salir del cine pensando: ‘Sí, yo también hubiera dejado que me cortaran la cabeza para salvaguardar un principio’. Sabía de sobra que no era así, y probablemente nunca encontraría a nadie que lo hiciera, pero el cine me permitió ese sentimiento; me permitió que, por un momento, sintiera que todo lo decente que había en mí se había puesto en pie”.

lunes, 22 de febrero de 2010

Las 100 películas más inspiradoras de la historia

Desde 1998 el American Film Institut viene publicando listados con “las 100 mejores películas” en diversas categorías. De todas esas listas, la que a mí más me gusta es la que recoge “las 100 películas más inspiradoras de todos los tiempos”.

Previamente a su publicación, el AFI elaboró un elenco de 300 películas que el 16 de noviembre de 2005 entregó a un jurado de 1.500 críticos y artistas cinematográficos. En un programa especial de la CBS, emitido el 14 de junio de 2006, el AFI dio a conocer el listado definitivo, que desde entonces puede verse en su página “100 Years… 100 Cheers”. Un acceso directo puede consultarse también en Myfavoritezines.

Todo listado es discutible. Desde mi punto de vista, algunas que están muy abajo deberían estar más arriba y al revés. Y algunas que no están deberían estar y viceversa. Pero, en general, debo decir que coincido bastante con este listado. En el próximo artículo haré algunos comentarios a este elenco.

En todo caso, y como las traducciones de los títulos no siempre han respetado el sentido original (no pocas veces resulta absolutamente diverso), ofrezco a continuación el listado con los 60 primeros títulos en español. De los primeros quince ofrezco un enlace a una reseña crítica:

1. Qué bello es vivir (1946)
2. Matar a un ruiseñor (1962)
3. La lista de Schindler (1993)
4. Rocky (1976)
5. Caballero sin espada (1939)
6. E.T. (1982)
7. Las uvas de la ira (1939)
8. El relevo (1979)
9. De ilusión también se vive (1947)
10. Salvar al soldado Ryan (1998)
11. Los mejores años de nuestras vidas (1946)
12. Apollo 13 (1995)
13. Hoosiers: más que ídolos (1986)
14. El puente sobre el río Kwai (1957)
15. El milagro de Ana Sullivan (1962)

16. Norma Rae (1978)
17. Alguien voló sobre el nido del cuco (1975)
18. El diario de Ana Frank (1959)
19. Elegidos para la gloria (1983)
20. Philadelphia (1993)
21. En el calor de la noche (1967)
22. El orgullo de los Yankees (1942)
23. Cadena perpetua (1994)
24. Doble triunfo (1978)
25. Fuego de juventud (1944)
26. Los viajes de Sullivan (1941)
27. El mago de Oz (1939)
28. Solo ante el peligro (1952)
29. Campos de sueños (1989)
30. Gandhi (1982)

31. Lawrence de Arabia (1962)
32. Tiempos de gloria (1989)
33. Casablanca (1942)
34. Luces de la ciudad (1931)
35. Todos los hombres del presidente (1976)
36. Adivina quién viene a cenar (1967)
37. La ley del silencio (1954)
38. Forrest Gump (1994)
39. Pinocho (1940)
40. La guerra de las galaxias (1977)
41. La señora Miniver (1942)
42. Sonrisas y lágrimas (1965)
43. Doce hombres sin piedad (1957)
44. Lo que el viento se llevó (1939)
45. Espartaco (1960)

46. En el estanque dorado (1981)
47. Los lirios del valle (1963)
48. 2001: Una odisea en el espacio (1968)
49. La reina de África (1951)
50. Juan Nadie (1941)
51. Seabiscuit (2003)
52. El color púrpura (1985)
53. El club de los poetas muertos (1989)
54. Shane (1993)
55. Fugitivos (1958)
56. Ben-Hur (1959)
57. El sargento York (1941)
58. Encuentros en la Tercera Fase (1977)
59. Bailando con lobos (1990)
60. Los gritos del silencio (1984)

Y ahora, una pregunta: ¿qué tres de ellas -o cuatro- os parecen las "más inspiradoras de la historia"? Espero vuestra opinión.

miércoles, 17 de febrero de 2010

La conversión de Alex Guinness, de la mano del "Padre Brown"

Hoy, Miércoles de Ceniza, me parece un día muy apropiado para recordar la conversión al catolicismo de Alec Guinness, uno de los mejores actores del siglo XX. Este relato, contado por él mismo en sus memorias, puede llenarnos de optimismo a la hora de afrontar esa conversión personal que nos pide la Cuaresma.

Nacido en Londres en 1914, el joven actor destacó pronto por su capacidad para retratar una amplia gama de personajes. Su interpretación de 'Hamlet' en el escenario londinense (1938) dejó una huella histórica, y cuando dio el salto al celuloide, su éxito fue aún mayor. ¿Quién puede olvidar su retrato magistral de 'Fagin' en la películla Oliver Twist (1948), o el humor sutil en la comedia Ocho sentencias de muerte(1949), en la que interpretaba... ¡ocho papeles!?

Años más tarde, ganó el Oscar al mejor actor por su actuación como el coronel Nicholson en El puente sobre el río Kwai (1957). Aunque, para las modernas generaciones, su imagen está ligada al personaje de Obi Wan Kenobi, en La guerra de las galaxias (1977).

En 1959 fue nombrado caballero por la reina Isabel de Inglaterra. Y, sin embargo, en su autobiografía, señaló que su conversión a la Iglesia Católica había sido algo mucho más importante que su carrera como actor. Aquello comenzó, según recuerda, gracias a la interpretación del personaje del Padre Brown, de Chesterton, cuando se rodó la versión cinematográfica.

“Todo empezó cuando rodamos la película sobre el Padre Brown (1954), dirigida por mi buen amigo Robert Hamer. Estábamos en los exteriores de Borgoña cuando tuve una pequeña experiencia de cuyo recuerdo siempre he disfrutado.

Hacia el anochecer me encontraba aburrido y sin saber qué hacer. Vestido con mi negra sotana, subí por el serpenteante y polvoriento camino hacia el pueblecito. En la plaza, los niños chillaban en medio de infantiles batallas, con palos por espadas y tapas de cubo de basura por escudos.

En un café Peter Finch, Bernard Lee y Robert Hamer disfrutaban del primer Pernod de la velada. Al saber que no me necesitarían hasta cuatro horas más tarde, me volví a mi hotel. Para entonces ya era de noche.

No había caminado mucho cuando escuché unos pasos apresurados y una voz aguda que me llamada «Mon Pere!» [¡Señor Cura!]. Un chico de siete u ocho años me tomó de la mano y la apretó fuertemente, balanceándola mientras mantenía un parloteo incesante.

No me atreví a hablar por miedo a que mi horroroso francés le pudiera asustar. Aunque yo era un absoluto desconocido, el chico me tomó por un cura y, consecuentemente, por alguien digno de la mayor confianza.

De repente con un «Bonsoir, mon Pere!» [«Buenas noches, Padre»] y una deslavazada reverencia, despareció por el agujero de un seto. El chico había disfrutado de un alegre y tranquilizador paseo a casa, y a mí me dejó con un extraño sentimiento de euforia. Mientras seguía caminando, se me antojaba que una Iglesia que podía inspirar tal confianza en un niño, haciendo de sus sacerdotes -incluso cuando eran unos desconocidos- tan sencillamente accesibles, no podía ser una institución tan intrigante y aterradora como solía ser descrita. Aquel día empecé a sacudirme de encima mis anquilosados prejuicios, tan largamente aprendidos”.

A los pocos días de este incidente, un hijo de Alec Guinness, Mateo, que tenía 11 años, quedó paralítico a causa de la poliomelitis. El pronóstico era incierto. Movido por un impulso interior, cada noche, al terminar el rodaje, Guinness comenzó a frecuentar una pequeña iglesia católica en su camino a casa. Pedía intensamente a Dios la curación de su hijo, y prometió que no se interpondría en su camino si el niño, que había sido matriculado en el colegio de los jesuitas, deseaba hacerse católico.

Felizmente, Mateo se recuperó. Y un año más tarde, anunció que deseaba convertirse al catolicismo. Alec recordó su promesa a Dios, y accedió a la conversión.
Pero Dios quería hacerle un regalo aún mayor. Movido por la fe de su hijo, Alec Guinness comenzó a estudiar el catolicismo. Tuvo largas conversaciones con un sacerdote católico y, finalmente, se decidió a hacer un curso de retiro en una abadía trapense. Aquello le dio fuerzas, pero aún no había llegado su momento.

A principios de 1956 -y animado por la actriz Grace Kelly, que era católica-, asistió varios domingos a la Santa Misa mientras rodaba una película en Los Angeles. La doctrina de las indulgencias le frenó aún por unos meses, pero finalmente dio el paso. Fue recibido en la Iglesia Católica por el obispo de Portsmouth en el verano de 1956. Como señaló poco después: “No ha sido algo precipitado ni tampoco un impulso emotivo: ha sido una decisión que me ha costado la vida entera”.

Seis meses después, mientras rodaba en Sri Lanka El puente sobre el río Kwai (octubre 1956 - abril 1957), su esposa le llamó al set para comunicarle que también ella había tomado la decisión de convertirse. Fue una sorpresa que Alec festejó con todo el equipo de producción. Y, como sucede a veces a los conversos, en aquellos días se sintió movido por un fuerte impulso evangelizador. (Fue justamente el filme por el que recibió el Óscar).

También surgió en él una profunda Fe. En sus memorias recuerda cómo un día, mientras estaba en Sri Lanka, dedicó la jornada que tenía para su descanso en caminar hasta una ermita muy lejana y así poder rezar ante el Santísimo Sacramento.

Sir Alec Guinness, murió el año 2000 a la edad de 84 años. Gracias al padre Brown de Chesterton, que lo llevó “de la mano” (en el encuentro con un niño) hasta las puertas de la Iglesia, murió alegre y feliz en el seno de la Iglesia católica.
En sus memorias escribió: “Si de algo debo lamentarme es de no haber tomado antes la decisión de convertirse al catolicismo”.

lunes, 8 de febrero de 2010

Las 25 mejores películas románticas

A nadie se le escapa que este domingo, 14 de febrero, es San Valentín. Todo el mundo lo comenta, y en todos los medios de comunicación hay artículos y propuestas para esta fecha. En ese fantástico blog que es "La mirada de Ulises" acaba de publicarse un artículo muy apropiado para ese día: “El amor también es interesante en las historias”.

Ciertamente, no hay que esperar al Patrón de los enamorados para tener un detalle con la mujer o el marido, con la novia o el novio. El amor es algo que hay que regar todos los días, como la flor de El Principito, de Saint-Exupery: un tesoro escondido en el campo (en el trajín de las tareas diarias), que requiere vender todo lo que se posee (entregarse por completo a la otra persona) para poderlo disfrutar de veras.

Sí, el amor no es cosa de un día: hay que alimentarlo cada jornada, y renovarlo cada día. Y evitar la rutina, y decir “te quiero” con la ilusión de la primera vez. Volver a ser novios, aunque se cuenten por decenios los años de matrimonio.

Todo eso es cierto. Pero también lo es que las fechas tienen su significado. Por eso he querido sumarme a esta celebración con una lista de 25 películas románticas que han superado la barrera del tiempo. Este fin de semana es una ocasión espléndida para sorprender a nuestra pareja con un filme que vimos hace años o que vemos ahora por primera vez. El cine siempre ha sido “una fábrica de sueños”; y en ocasiones, una forma de demostrar el cariño.

Que lo disfrutéis. Y, si esposible, decidme cuál de ellas es vuestra preferida. Me encantará conocer vuestra opinión:

1. Casablanca (1942), de Michael Curtiz
2. Vacaciones en Roma (1953), de William Wyler
3. Lo que el viento se llevó (1939), de Victor Fleming
4. Cyrano de Bergerac (1990), de Jean-Paul Rappeneau
5. Ninotchka (1939), de Ernst Lubitch
6. Sonrisas y lágrimas (1965), de Robert Wise
7. Matrimonio de conveniencia (1990), de Peter Weir
8. Cumbres borrascosas (1939), de William Wyler
9. Luces de la ciudad (1931), de Charles Chaplin
10. Rebeca (1940), de Alfred Hitchcock
11. El hombre tranquilo (1952), de John Ford
12. Bodas y prejuicios (2005), de Gurinder Chadha
13. Mejor... imposible (1997), de James L. Brooks
14. Breve encuentro (1945), de David Lean
15. Sabrina (1954), de Billy Wilder
16. West Side Story (1961), de Robert Wise
17. Algo para recordar (1993), de Nora Ephron
18. Mientras dormías (1995), de Jon Turteltaub
19. Ghost (1990), de Jerry Zucker
20. La princesa prometida (1987), de Rob Reiner
21. La Bella y la Bestia (1991), de Gary Trouslade y Kirk Wise
22. Lo que queda del día (1993), de James Ivory
23. Sentido y sensibilidad (1995), de Ang Lee
24. El camino a casa (1999), de Zhang Yimou
25. La vida secreta de las palabras (2005), de Isabel Coixet

miércoles, 3 de febrero de 2010

"¿Dónde estaba Dios?" (El sentido del dolor en "Tierras de penumbra")

Hace dos semanas publiqué el artículo "Dios, Haití y los barberos" partiendo de una pregunta que se había suscitado en los medios de comunicación: "En aquella inmensa tragedia, ¿dónde estaba Dios?".

Es una pregunta que muchos se han hecho en las grandes catástrofes, y también -aunque menos- en las masacres que los hombres hemos provocado directamente: la del 11-S, la del 11-M, etc.

Esta cuestión se plantea también, y más de una vez, en la película "Tierras de penumbra", biografía novelada del escritor británico C. S. Lewis. Hay una razón para ello: este autor quiso dar respuesta a esa pregunta en su libro "El problema del dolor" (1947). A lo largo del filme, se ve a Lewis desarrollar en sus conferencias dos ideas clave en torno al dolor: una, que “el sufrimiento es el cincel que Dios emplea para perfeccionar al hombre”; y dos, que es precisamente el sufrimiento lo que “nos lanza al mundo de los demás”.

Sin embargo, será al sentir en propia carne la punzada del dolor -por la muerte de su adorada esposa, Helen Joy Davidman- cuando comprenda el verdadero alcance de sus pensamientos. Como resultado de esta nueva reflexión, escribirá el más personal de todos sus libros: "Una pena en observación" (1960); en él hallará finalmente la respuesta a la pregunta que siempre se había formulado: "¿Dónde está Dios cuando las personas sufren?".

En esta secuencia del filme, donde nuevamente plantea la pregunta, se hace patente su profunda visión del hombre: del dolor y del amor humanos. Un discurso para disfrutar, meditar y vivir.