viernes, 29 de julio de 2016

Genial spot en apoyo al equipo paralímpico británico

El canal de television ‘Channel 4’ ha lanzado un original y divertido anuncio en apoyo al equipo Paralímpico Británico de cara a la cita de Río 2016.

El corto se ha titulado "We're The Superhumans" (Somos los superhumanos) y en él puede verse cómo personas con discapacidades físicas son capaces no solo de ser excelentes en el deporte que practican, sino también en las actividades cotidianas, e incluso tocando un instrumento musical que muchos, sin tener ningún tipo de impedimento físico, no pueden hacer.

Si, la música es clave en este spot. La pegadiza canción se titula "I Can" (Yo puedo), y en todo momento subraya el valor y la capacidad de estas personas. Lo más sobresaliente es que la orquesta ha sido compuesta por los propios atletas. Y no se trata de una presentación "cursi" de estos atletas, sino de una ingeniosa y emocionante construcción de escenas y hazañas, con una rítmica melodía.

El video fue publicado el 14 de julio y en dos semanas ha logrado acumular más de 2.8 millones de reproducciones y más de 23 mil "likes".

Merece la pena verlo, como preludio a los Juegos Olímpicos de Río, que empiezan el próximo 5 de agosto.

"La clase de esgrima": floretes, sueños y esperanzas

(JUAN JESÚS DE COZAR).- Conectada históricamente con “1944” –film recientemente reseñado en este blog–, se acaba de estrenar en España esta coproducción entre Finlandia, Estonia y Alemania. Nominada este año al Globo de Oro a la mejor película en habla no inglesa y finalista también en la carrera hacia el Oscar, “La clase de esgrima” es una de esas cintas europeas en las que comercialidad y calidad se dan la mano.

A la exquisita dirección del finlandés Klaus Härö (“Cartas al Padre Jacob”, 2009) se suma una espléndida fotografía de Tuomo Hutri, fría y brumosa en los exteriores y saturada en los cálidos interiores. Redondea el conjunto una creíble ambientación y la emotiva banda sonora del alemán Gert Wilden Jr. Sin esta sobresaliente factura técnica, “La clase de esgrima” corría el peligro de ser considerada como una película más del género ‘maestro-discípulos con fondo histórico’… y no es así.

Año 1952. Ender Neils (Märt Avandi) llega en tren a Haapsalu, una pequeña localidad de la entonces República Soviética de Estonia. Quiere dejar atrás un pasado que el público conocerá gradualmente, y es contratado como profesor de un destartalado colegio que todavía conserva las huellas de la guerra. Sus alumnos, verdaderos héroes domésticos de unas familias castigadas por las infames purgas de Stalin, recuperarán la ilusión cuando Ender decida enseñarles esgrima. La trama se completa con la investigación sobre la vida anterior de Ender, la atractiva historia de amor que el protagonista vive con Kadri (Ursula Ratasepp) una de profesoras y los avatares del torneo de esgrima.

Con emoción contenida, característica del cine nórdico, “La clase de esgrima” nos presenta a unos personajes heridos en sus afectos más íntimos, que respiran un aire de sospecha y denuncia, pero que han sabido resistir y que conservan la esperanza. Una esperanza que el abuelo de Jaan (Lembit Ulfsak, el inolvidable protagonista de “Mandarinas”) transmite a su nieto en una conmovedora escena. La hermosa secuencia final eleva a Ender a esa categoría de profesor-padre (o profesora-madre) tan frecuente en el cine, y nos concede el final feliz que el espectador pedía a gritos.

Hay que decir que Ender Neils existió realmente. Fallecido en 1993, dos años después de la independencia de Estonia y de la caída de la Unión Soviética, el club de esgrima que creó aún existe hoy en día.

jueves, 7 de julio de 2016

El enfermo necesita, sobre todo, cariño


Cuando estamos enfermos, necesitamos algo más que un medicamento. Necesitamos muchas cosas, que no acertamos a expresar: cariño, comprensión, consuelo... Y, cuando esa enfermedad es larga y dolorosa, como en un cáncer, necesitamos apoyo, mucho apoyo. Ese es el mensaje de este precioso anuncio, que sorprende en su emotivo final.

El arranque describe un ambiente triste, en algún suburbio de una gran ciudad. ¿Una historia de drogas, robo, alcohol? Un adolescente, cubierto por un pasamontañas, vacía un spray de pintura sobre una vasta pared de ladrillos. Todo hace sospechar un graffiti desafiante, con algún mensaje descorazonador.

Pero en un instante todo cambia. El chico llega a su casa y, al quitarse al pasamontañas, advertimos su cara llena de bondad. La madre imagina que viene de hacer alguna diablura, pero él coge un ramo de flores y lo lleva a la habitación donde duerme su hermana, que –de repente lo descubrimos- está intubada y padece cáncer. El chico descorre las cortinas, despierta a la niña y le invita a mirar lo que ha creado para ella… La madre se emociona, y nosotros también…

Ciertamente, “It’s more than medication”. Es algo más que un medicamento lo que necesitamos en esa situación. Es el cariño. Eso es lo que nos hace vivir.

Buen mensaje para los tiempos que corren. Siempre queda la esperanza, y también el afecto de un hermano al que todos creían ya perdido

lunes, 4 de julio de 2016

"Buscando a Dory": Brillante secuela de Pixar

(JUAN JESÚS DE CÓZAR) Fundada en 1986, ha producido 17 largometrajes que han cosechado 16 premios Óscar, ocho Globos de Oro, 11 Grammy… Se trata de Pixar, la productora de referencia del cine de animación actual. El secreto del éxito de Pixar no está sólo en la deslumbrante calidad técnica de sus películas, ni en el enorme talento de sus creativos. El aspecto diferenciador hay que buscarlo en su filosofía empresarial: cohesión, colaboración, participación, libre comunicación, respeto y estima hacia los recursos humanos.

Pixar anima a sus trabajadores a llevar una vida equilibrada, a evitar la adicción al trabajo y a cuidar la dedicación a la propia familia, no sólo como estrategia para lograr un mayor rendimiento laboral sino porque pretende ser una empresa con rostro humano. El principal responsable de esta clarividencia antropológica es John Lasseter, miembro fundador de Pixar y actual productor ejecutivo. Por sus manos pasan todos los proyectos, de modo que los guiones, el diseño de personajes, el tipo de conflictos y el modo de resolverlos mantengan ese sello distintivo que se aprecia en todos los filmes de la compañía.

Este merecido prestigio convierte cada uno de sus estrenos en un acontecimiento mundial, ávidamente esperado por espectadores y exhibidores. Es lo que ha vuelto a ocurrir con “Buscando a Dory”. Esta secuela de “Buscando a Nemo” (2003) quizá no llegue al nivel de su predecesora, pero es algo que no parece importarle al público: los casi 400 millones de dólares recaudados en todo el mundo durante los primeros 10 días así lo atestiguan.

Dirigida también por Andrew Stanton y con música de Thomas Newman –que repite como compositor–, “Buscando a Dory” es una delicia que incorpora nuevos personajes originalísimos: un pulpo mimético, un tiburón ballena miope, una ballena con el sistema de ecolocalización estropeado, un pájaro despistado… Junto a ellos una genial Dory, que “sufre pérdidas de memoria a corto plazo”, y que quiere encontrar a sus padres con la ayuda del preocupón Marlin y su impulsivo hijo Nemo.

Todos estos seres imperfectos logran una “solidaridad marina” que ya quisiéramos los humanos. O quizá es precisamente eso lo que nos quiere transmitir la película: que la imperfección no es ningún problema y que la solución está en la actitud generosa.

Como es costumbre, Pixar nos regala al comienzo de la proyección el último cortometraje de la factoría titulado “Piper”: “inolvidable”, que diría Dory.