lunes, 25 de abril de 2016

Día de la Madre: Adelanta el parto para que su marido conozca al bebé

En vísperas del Día de la Madre, he escogido un anuncio que tiene un singular precedente. En febrero de 2012, saltó a los periódicos de todo el mundo la noticia de que Diane Aulger, de 31 años, y natural de Colony (Texas, Estados Unidos) había adelantado el nacimiento de su bebé para que su esposo, Mark, que había entrado en la fase terminal de un cáncer, pudiera conocer y besar a la nueva hija.

En diciembre de 2011, ocho meses después de que Diane quedara embarazada, Mark sintió que su salud se deterioraba de forma angustiosa. Los médicos le habían diagnosticado cáncer de colon y le habían sometido a sesiones de quimioterapia, pero de repente sus pulmones empezaron a fallar sin que se pudiera poner remedio.

La insuficiencia respiratoria se agravó el 3 de enero de 2012, cuando tuvo que ser trasladado de urgencia al hospital, donde determinaron que se trataba de una fibrosis pulmonar. Diez días después, los médicos les informaron de que el estado de salud de Mark era ya terminal y de que su esperanza de vida no era de más de una semana.

Ante esta desesperada situación, la mujer decidió adelantar el parto para que Mark pudiera estrechar entre sus brazos a su quinto hijo antes de morir. El bebé, que al final resultó ser una niña, Savannah, tenía programado su nacimiento para el 29 de enero, pero pudo ver la luz el día 18 de ese mes. Mark la tuvo en sus brazos a los pocos minutos, y en seguida se vio rodeado por su mujer y sus cuatro hijos, que miraban conmovidos la escena. Diane pudo ver cumplido su sueño: su marido sostenía en sus brazos a su hija y lloraba de emoción. El 21 de enero, tres días después, Mark ingresó en coma farmacológico y al cabo de 24 horas murió. De este suceso verdaderamente impresionante, dejaron constancia varios periódicos: entre otros, ABC, Diario Correo, Vanguardia de México o Estrella digital.

Esta historia de amor y de heroísmo merecería por sí sola un post en este blog. Pero lo más inaudito es descubrir que, un año antes de que sucediera, una empresa tailandesa imaginó este mismo relato para un spot antológico. Lo cuenta desde el punto de vista del médico, que se sorprende ante el rasgo de generosidad de la madre (anticipar el parto para que su marido vea a la niña) y el amor inconmensurable del padre (aferrarse a la vida y resistir para vivir un poco más y poder verla).

Dada su grave situación –nos dice la voz en off–, pudo haberse rendido mucho tiempo atrás”. Y el doctor reflexiona: “A lo largo de nuestras vidas llegamos a hacernos muchas preguntas: ‘¿Por qué estamos aquí?’ ‘¿Para qué nacimos?’… Quizás nos hacemos las preguntas equivocadas, y la correcta es: ‘¿Para quién vivimos?’

Un spot maravilloso, con el que hoy quiero celebrar el don de la vida, el amor de los esposos y la entrega de las madres en cada criatura que traen al mundo. ¿Cabe mayor gesto de generosidad y de entrega?... Sí, yo también quisiera ser como Diane Aulger, y siento que el ejemplo de esta madre desconocida me ha inspirado hoy muchísimo. ¡Muchas gracias, Diane!

domingo, 17 de abril de 2016

El amor de los abuelos, un tesoro por descubrir

El arranque presagia tedio y desesperación: "Hola, mamá, soy Laura. ¿Puedo dejarte a los niños esta semana? Aquí están todo el día aburridos, enganchados a la tele...".

Lo intuimos. Una madre con buena voluntad que no puede con sus hijos hiper-tecnologizados. Con unos días de vacaciones por delante, intenta capear la situación enviándolos a la casa rural de los abuelos. "Quizás lo que necesitan es un poco de aire fresco", piensa. Pero, en el fondo, ella misma no cree en el milagro.

Y, sin embargo, el milagro ocurre. Los abuelos, la naturaleza, la casa de campo: todo se alía para un nuevo descubrimiento. El milagro ocurre, sobre todo, en el alma de Pepe, ese adolescente que no sabe quién es y que siempre está aburrido: "Está rarísimo, lo único que le importa son los videojuegos y chatear en el ordenador".

En pocos días, empieza a surtir efecto su relación con los abuelos. Ya no son "los viejos", eternos olvidados en la ciudad, sino unos "segundos padres" que saben derrochar cariño y abrir los ojos a sus nietos. La comida casera, los juegos al aire libre, los fuegos de campamento; escuchar el mugido de una vaca y ver al ternero cómo se amamanta; coger con las manos los huevos recién puestos, y tumbarse sobre la hierba para ver pasar las nubes... De repente, le entran ganas de hacer algo positivo, y arreglar una vieja moto se convierte en un desafío... y en un regalo para su madre.

Al final, Pepe ha cambiado. Y nosotros con él. Hemos vuelto a descubrir esas cosas de siempre que nunca debimos perder. El amor a la naturaleza, la conversación en la familia... En este spot, el diálogo entre abuelos y nietos se palpa en cada plano, aunque no podamos oírlo. Por eso es tan conmovedora la frase final de la madre dirigida a la abuela: "Mamá, no sé cómo lo haces con los niños...".

El arte de las abuelas para encandilar a los nietos es uno de esos saberes que debemos aprender a valorar. En esta sociedad nuestra, que cada día arrincona más a los mayores, es de vital importancia que descubramos estas dos grandes verdades: que la vida natural no debe ser suplantada por la tecnología; y que el lugar de los abuelos es insustituible en la familia. Ellos tienen esa sabiduría amable que nos hace ver lo más valioso de la vida; y guardan un tesoro oculto, que sólo pueden ofrecer a quien se acerca hasta su corazón.

lunes, 11 de abril de 2016

Las ranitas de colores (De nietos y abuelos)

Este es un gran anuncio mexicano, ganador de varios premios, que resalta algunos de los valores familiares más bellos: la inocencia, la generosidad, el amor a la familia, el pensar en los demás,  el respeto a los mayores... Y, sobre todo, el cariño de unos nietos por su abuelo, al que saben ya mayor y necesitado de ayuda.

La escena comienza de un modo muy normal y cotidiano. En el desayuno de un sábado cualquiera, cuatro hermanos hacen planes para esa mañana: "¿Qué tal si vamos de tiendas? Podemos...". De repente, todos reparan en que el abuelo se ha puesto su mejor traje, y se hace el silencio. Sólo el más decidido se atreve a decir: "Hoy va a ser un gran día, abuelo". Y logra la primera sonrisa de su yayo: "Gracias, mi vida".

Entonces, como impulsados por un resorte, todos dejan sus platos de cereales y salen de estampida a por las bicicletas. En realidad, les mueve el amor. Por eso se atreven a pedir en las tiendas de chucherías una cosa verdaderamente extraña: "Señor, ¿no tiene Vd. esas ranitas de hojalata de colores?". Sorpresa en el tendero. Y el chico se va. Y vuelta a empezar en otra tienda: "¿No tiene Vd. ranitas de hojalata de colores?" Nueva sorpresa. Y nueva apariencia de desidia: "Bueno, adiós. Gracias".

Al final -no quiero desvelar el secreto- advertimos que todo ha sido una pequeña muestra de amor. Me corrijo: una gran muestra de amor. Porque un amor así, es gigantesco, y hace que esta historia sea inmensa y haga derramar lágrimas de gratitud a todos los abuelos que aún mantienen joven su corazón.

El lema final es todo un legado: "Que tengan un buen corazón depende de ti". Ojalá hubiera más anuncios como éste. Porque los niños aprenderían la grandeza que han atesorado sus mayores.

viernes, 1 de abril de 2016

"El inventor de juegos": Viaje al mundo de las aventuras

(JUAN JESÚS DE CÓZAR).- Iván Drago es un niño de 10 años, quizá algo torpe para los deportes, aunque estudioso y dotado de una desbordante imaginación. Es precisamente esta última cualidad la que le anima a participar en un concurso de invención de juegos, promovido por La compañía de los juegos profundos. Pero lo que no imagina Iván es que será el vencedor de un certamen al que se han presentado 10.000 niños, ni que el premio será una misteriosa pegatina, ni que sus padres…

El inventor de juegos” es una película familiar basada en la novela homónima del argentino Pablo de Santis, periodista, escritor de novelas juveniles y guionista, varias veces premiado por sus trabajos. El guión se beneficia, por tanto, de una trama bien urdida, en la que nuestro héroe, Iván Drago (David Mazouz), deberá superar multitud de pruebas hasta enfrentarse finalmente al malvado Morodian (Joseph Fiennes), sabiendo que cada paso que dé será un auténtico desafío: el juego de su vida.

La cuidada ambientación, los decorados, los colores y los diseños están puestos al servicio de este “thriller de aventuras”, como define al film su director, Pablo Buscarini, ganador de un Goya en 2007. Además de las buenas interpretaciones de Joseph Fiennes, al que hemos visto recientemente en “Resucitado”, y del jovencísimo David Mazouz, hay que destacar también la presencia del veterano Edward Asner en el papel de abuelo de Iván.

El film recuerda en algunos momentos a la saga de Harry Potter o al Hugo de Martin Scorsese. Y aunque las diferencias de presupuestos son evidentes, aquí la familia adquiere un positivo protagonismo del que prescinden las producciones mencionadas. Una opción expresamente buscada por Buscarini, que en una entrevista explicó: “En realidad, hay muy pocas películas para toda la familia, como E.T., o las cintas de Pixar o de Tim Burton. Muchas de ellas lo intentan pero muy pocas realmente lo logran. El objetivo ideal de una película familiar es que los padres y los niños vayan al cine juntos”.

El inventor de juegos” se estrenó el viernes 1 de abril y es una de esas propuestas donde conviven fantasía y realismo, ideal para un público muy joven y para ser comentada posteriormente en casa con los hijos, porque detrás de su aparente sencillez laten temas como el crecimiento personal, la confianza, la comprensión de uno mismo, la autenticidad o la valentía.