lunes, 26 de marzo de 2012

Spot de la semana: "Los tres deseos de una madre"

El spot de esta semana fue ganador del Lápiz de Oro en 2004, los premios a la mejor Creatividad Publicitaria en Argentina. Fue desarrollado por la Agencia FCB Argentina para Telecom Personal, la principal operadora de Telecomunicaciones de ese país. Esta campaña se integra en su línea de comunicación: “Queremos ayudarte a cumplir tus deseos”.

El anuncio empieza con un vídeo casero, grabado hace años en el cumpleaños de la madre. Todo hace sospechar que ella estaba recién casada.

Sus hijos están viendo ahora en el salón esas imágenes, y disfrutan percibiendo el paso del tiempo: “¡Aquél es papá!”. “¡Mira qué peinado llevaba mamá!”. Todo rezuma calor de hogar: alegría, espontaneidad, familia. De repente sale una gran tarta con las velas encendidas, y el padre agita sus manos ante el grupo de amigos: “¡Un momento, un momento! ¡Pará, pará!”. Luego se dirige a ella: “Cariño, pide tres deseos”.

Entonces se produce el momento mágico. La joven madre dirige sus ojos a la cámara. Parece traspasar el tiempo y el espacio, como si viera más allá: más lejos y más hondo. En el salón, los tres hijos se sienten misteriosamente mirados por ella, contemplados de una manera especial: uno a uno, con un cariño infinito. Se miran entre sí. Ahora comprenden cuáles fueron los tres deseos de su madre. Y vuelven la vista a la pantalla, con una sonrisa de felicidad y de agradecimiento.

Todo lo que “dice” este spot está contenido en las miradas. ¡Cuánto cariño y entrega… y sacrificio y ternura… y amor y esperanza! Todo eso junto, encerrado en una mirada. Al ver este anuncio, dan ganas de gritar por dentro: “¡Gracias, mamá, muchas gracias!”.

lunes, 19 de marzo de 2012

Spot de la semana: "Creer en tus propios sueños, como los niños"

Esta semana quiero ofreceros este anuncio de Aerolíneas Argentinas, emitido en diciembre de 2010, que me ha enviado Juan Adárvez, Profesor del Colegio ECOS. Tratándose de una compañía aérea, lo lógico sería esperar una “promesa” publicitaria centrada en la puntualidad, la comodidad o el servicio. Sin embargo, aquí el anunciante no ha querido incidir en los aspectos puramente racionales, y en su lugar apela a nuestra capacidad de soñar. El anuncio habla de una ilusión, de una esperanza; de creer o no creer que nuestros sueños pueden hacerse realidad...

El spot comienza en los alto de una azotea, donde el cielo está más cerca y es más fácil soñar. Aparece una sombra de un avión: ni siquiera la figura, ni siquiera el más tenue soporte de la realidad; solamente vemos el reflejo oscuro de algo que se mueve. Y ese algo estimula el deseo de los niños, que deciden guardarlo en una caja de latón, como si fuera el mejor tesoro del mundo.

Como en “El Principito”, los adultos se ríen de sus sueños, de lo que -con amor- esconden en la caja: “¿Qué puede haber en una caja vieja y sin sentido?”. Pero, para un alma inocente, el reflejo es tanto como la realidad, y el sueño tanto como la vida. Se trata de su avión. ¡El suyo! Y lo tienen bien custodiado en esa caja…

Su mente despega de la tierra, como si fuera un avión. Sueñan con los lugares adónde podrían viajar. Y así, hasta que un buen día llega el piloto de la nave y se presenta en el colegio. Realidad y ficción se unen por un momento. Y la lógica de los pequeños acaba por superar a la fría racionalidad de los adultos.

Por eso vuelven a la azotea –donde sus sueños aprendieron a volar- y enseñan a los adultos que siempre es posible creer, y amar, y soñar…

Ver para creer, eso dicen. Pero la capacidad de soñar que tiene un niño puede hacer que ame sin interés y que crea sin ver. ¡Cuánto podemos aprender de ellos!

Por eso os pido: No dejéis de soñar

lunes, 12 de marzo de 2012

Campaña "Embrace life": amor familiar y poesía en la tragedia

Edel Romero, que fue alumna mía y ahora triunfa en una empresa de Comunicación, me envía este spot para la sección “El spot de la semana”. Lo acojo con gusto. Gracias, Edel, por esta joya. Y a los demás: que lo disfrutéis y que enviéis sugerencias para esta sección.

Embrace life” es una emotiva campaña para promover el uso del cinturón de seguridad. Aunque rodada con bajo presupuesto, consigue una calidad técnica muy notable y una implicación altísima por parte del espectador. El boca-a-boca ha funcionado con ella: lanzada en YouTube el 29 de enero de 2010, y apoyada sólo mediante correos electrónicos y presencia en redes sociales, en sólo dos meses superó el 1.250.000 visitas (el vídeo nº 84 de toda la historia de YouTube, y el nº 1 en temas educativos), de modo que en abril dio el salto a los cines y a la televisión. Ha sido visto en más de 140 países.

¿Y de qué nos habla? Por una parte, de la vida entre el sueño y la realidad; y por otra –sobre todo- de la unión en la familia. Una mano gira en el aire, como si encendiera el imaginario motor de un coche; y unos pies descalzos pisan un embrague también ficticio. Al momento, nos damos cuenta de que estamos en una sala de estar (idea de acogida, de hogar), y que el padre ha iniciado un viaje soñado –idílico- que no le separa de su familia, porque todos están unidos, "enlazados" por el amor.

El padre mira un instante a la izquierda, a su mujer a su hija (presentes en su cabeza mientras viaja), y al volver la vista al frente ve algo que le horroriza. La hija advierte enseguida que algo va mal; y así, cuando él parece abatido –no hay solución al choque fatal e inminente-, ella y su madre se lanzan con toda al alma para intentar salvarlo.

La hija, un ángel con alas (¿su Ángel de la Guarda?), le abraza por la cintura como cuando era niña. La mujer, con los brazos alrededor de su cuerpo, le protege con el gesto del amor. Ese abrazo –el “abrazo de la vida”- materializa y expresa el lazo invisible que les une como familia, que les mantiene firmes en la adversidad. Tras el golpe fortísimo, sugerido en las bolitas de cristal que recuerdan los cristales rotos del coche, vuelven de nuevo la paz y la alegría. Porque el peligro ha pasado... y están más unidos que nunca.

Una bella metáfora, contada al ralentí. No hay muertos, ni coches aplastados, ni cuerpos cubiertos de sangre. Sólo un mensaje claro y positivo, que cala én nosotros con más fuerza que los trágicos anuncios de seguridad vial: porque no hay nada más grande y seguro que el amor. Merece la pena difundirlo, ¿no os parece?

lunes, 5 de marzo de 2012

Spot de la semana: "Un beso por ser como eres..."

Ivette Soto, una puertorriqueña muy alegre que tuve como alumna de Doctorado, me envía este anuncio de su país para la sección “El spot de la semana”. No veía a Ivette desde hacía varios años, pero este curso hizo un viaje por Europa, se acercó de nuevo a Málaga y recordamos viejos tiempos. Ahora me regala este vídeo, como apoyo para el blog. Gracias, Ivette; y ojalá que muchos de vosotros os animéis a buscar en la memoria spots y vídeos con valores que puedan iluminar nuestras vidas... al menos, durante una semana.

Esta campaña de Pan Pepín enlaza perfectamente con la filosofía de la marca: el amor a Puerto Rico, la bondad de sus gentes, el hogar de familia, el valor de la amistad… El spot se estrenó en la televisión puertorriqueña el 25 de junio de 2009, y fue uno de los anuncios más comentados del año. Entre otras cosas, porque todos los actores que vemos en él son empleados de Pan Pepín, lo que manifiesta su identificación con la empresa. También fue comentada la participación del compositor Angel “Cucco” Peña, que ofrece aquí una canción pegadiza, mezcla de aires caribeños y música espiritual negra, de gran eficacia comunicativa.

La historia empieza de noche, en medio de un fuerte aguacero. Cuando todo presagia tristeza y desolación, estalla la música –colectiva, alegre- que nos habla del valor de la comunidad. A continuación vemos varias situaciones de desamparo en las que alguien recibe ayuda de un desconocido o de quien menos esperaba.

Primero, un joven médico atraviesa la noche destemplada para atender a un hombre viejo y enfermo. Después, una madre y su hija –abandonadas en pleno desierto por el reventón del coche- reciben la ayuda desinteresada de un policía que pasaba por allí. Más tarde, una madre a punto de dar a luz es ayudada con afecto por un grupo de jóvenes enfermeras. Luego un chico, en la hora del recreo, decide partir su bocadillo, aunque duda si dar al otro o la parte más grande ola más chica. Y así hasta la última, la más entrañable: una mujer llega a casa cansada del trabajo. ¿Estará todo por hacer? No, su marido, con más buena voluntad que eficacia, prepara la cena en la cocina mientras juega con los niños. De repente, el cansancio de la madre desaparece y su cara se ilumina de felicidad.

El mensaje es claro. La grandeza de cada hombre está en su capacidad de servir a los demás; no en los triunfos que consigue, sino en la felicidad que deja a su paso. El anuncio nos habla de eso: del amor en lo pequeño, del valor de la familia, de la solidaridad entre los hombres. Sobre todo, de la hermosura de una nueva vida, y del afecto en los detalles cotidianos. “Más bueno que el pan, sólo tú”. Buen lema para los tiempos que corren.