miércoles, 28 de abril de 2010

Aprovechar el cine en vez de criticarlo


En artículos anteriores hemos visto que el cine tiene una gran influencia sobre los valores y los estilos de vida porque juega con nuestras emociones cuando contemplamos un filme. Puede suscitar en nuestro interior una cierta empatía con las emociones del protagonista: aceptar la infidelidad, si el personaje la acepta (y la historia lo justifica); o, por el contrario, desear entregarnos a la persona amada, si el personaje y el guión enaltecen ese sentimiento.

En esa tesitura, cabe preguntarse: si el cine tiene esa capacidad de influencia, ¿por qué no tratar de aprovecharla, por qué no tratar de encauzar y reorientar el Séptimo Arte? Si puede incidir en las actitudes de millones de personas, ¿por qué no impulsar historias que transmitan valores y estilos de vida positivos, que difundan una imagen más alegre y enriquecedora de la fe cristiana o de la institución familiar?

Esto es lo que, en 1994, decidió acometer la "Liga del Sagrado Corazón", una institución católica de Mississippi dedicada a fines piadosos y sociales. Creó en su seno una productora de cine, la Gregory Productions, con la intención de realizar una película de bajo presupuesto “que alentara al público a un mayor entendimiento y aprecio de los valores de la tradición judeo-cristiana, de modo que los acoja como propios, en particular el amor y la reverencia a Dios”. Después de dos años de búsqueda infructuosa de guiones, contrataron a Lee David Zlotoff, un judío practicante, padre de cuatro hijos, que en menos de un mes escribió el guión de “La historia del Spitfire Grill (1996), película que más tarde él mismo dirigiría.

El resultado fue un magnífico melodrama, largamente aclamado en el Festival de cine independiente de Sundance, donde ganó el Premio del Público. No es para menos. Porque en esta cinta la nitidez moral de la historia prevalece claramente sobre su eficacia emotiva. Zlotoff apela tanto al corazón como a la cabeza del espectador, y con un sutil dominio de la puesta en escena logra un rico mosaico de situaciones en las que confluyen los grandes temas de hoy y de siempre: el amor, la familia, la compasión, el perdón, las relaciones con Dios...

viernes, 23 de abril de 2010

¿Cómo influye el cine?: Más sobre "transferencia de personalidad"

En el artículo de hace un par de días describía el fenómeno de la “transferencia de personalidad” que sucede en la psique del espectador: ese meterse en la piel de otro personaje y asumir como propios sus valores y actitudes vitales.

Hoy quiero subrayar que esa transferencia de personalidad (popularmente conocida como “identificación”) resulta especialmente fuerte cuando hay una previa sintonía con el actor protagonista. Si una espectadora, por ejemplo, adora a Tom Cruise, cuando le vea en una película tenderá a querer todo lo que él quiere y a detestar todo lo que él detesta. Y si un espectador siente atracción por Scarlett Johansson, tenderá también a identificar sus emociones con las de ella, buscando una sintonía en las actitudes, los temas y los comportamientos asumidos por su personaje en la película. Emocionalmente, llega a comulgar con esos planteamientos, sobre todo si su formación es escasa o sus convicciones son superficiales.

El impacto de esa identificación, también conocida como “experiencia vicaria”, puede tener una permanencia fugaz; o, por el contrario, puede fijarse con fuerza en el ánimo del espectador y permanecer largo tiempo, influyendo decisivamente en el juicio interior acerca de esas conductas y actitudes que ha “experimentado” de forma vicaria en la ficción. En todo caso, cuando esos impactos son fuertes y se suman a los de otras películas orientadas en la misma dirección, el resultado puede transformar radicalmente los planteamientos iniciales de una persona. Y así, se puede acabar por poner en cuestión valores muy arraigados durante años —como el compromiso matrimonial, por ejemplo—, anulando el ejemplo vivido en la familia o en la propia escuela y dando la vuelta, de repente, a toda la formación recibida durante años.

miércoles, 21 de abril de 2010

¿Cómo influye el cine?: La transferencia de personalidad

El cine tiene una enorme capacidad seductora: nos transporta a otro mundo, nos invita a soñar, nos hace ver la realidad de otro modo… Hasta nos hace vivir otras vidas sin salir del patio de butacas. Esta capacidad de “fascinarnos”, de evadirnos de nuestro mundo y transportarnos a otro es la situación que vemos plasmada —metafóricamente— en la película La rosa púrpura del Cairo (1985).

Como Cecilia (Mia Farrow), la protagonista del filme de Woody Allen, el espectador siente también una llamada a “meterse” en la historia que ve en la pantalla. Si el argumento es bueno y cautivador, el espectador “se olvida” de que está viendo una ficción y asume esa historia como una experiencia que está “viviendo” en ese instante. Es decir, se siente impulsado a cruzar el espacio que le separa de la pantalla y adentrarse en otro contexto de valores. Con su imaginación, entra en el mundo de la ficción cinematográfica y experimenta en sí las emociones que viven los personajes: se alegra, se entristece o se enamora con el protagonista, y hace vida propia sus inquietudes y proyectos.


Este proceso de simpatía con los personajes es conocido en la industria cinematográfica como “transferencia de imagen o de personalidad”, y se alcanza cuando el espectador se pone en lugar del personaje, asume sus ideales y empatiza con sus emociones. Cuando se da la identificación —cosa que no ocurre siempre, pero que es más frecuente en los jóvenes y adolescentes—, el espectador tiende a reducir las diferencias de actitud y de convicción porque desea parecerse lo más posible a él. Si el personaje siente rechazo al compromiso matrimonial, él lo sentirá también; y si aprueba las relaciones durante el noviazgo, el espectador las aprobará también emocionalmente, incluso aunque sus convicciones vayan por un camino totalmente distinto. “Si el 007 va a salvar al planeta, y es tan fuerte y tan atractivo —interioriza, sin pensarlo, el espectador— yo puedo perdonarle que, en el camino, se acueste con tres o cuatro mujeres, incluso aunque algunas de ellas estén casadas. ¡Porque es mi héroe!”.

Ese deseo de identificación suscitado por la trama acaba por minimizar las diferencias en la escala de valores, al menos durante la proyección. Porque no puedo identificarme con el protagonista —seguir la historia a través de sus ojos— y, al mismo tiempo, cuestionar sus ideales o sus comportamientos. Si el protagonista es infiel a su mujer (pero la historia justifica esa infidelidad por un “sentimiento verdadero”), o si miente para conseguir escapar (y así llevar a cabo su proyecto en favor de los demás); es decir, si la historia me arrastra, es muy posible que acabe asumiendo esas conductas como “auténticas” y acabe comulgando con ellas. Al menos, durante la proyección.

lunes, 19 de abril de 2010

La influencia del cine en la moda y en el consumo

El viernes pasado hablábamos en este blog de la influencia del cine en los valores y estilos de vida. Ponía algunos ejemplos de filmes que han provocado respuestas colectivas de cierta relevancia, como la ocurrida con la presentación en Sitges de Luna nueva.

Mencionaba también películas que han influido en nuestra imagen de la realidad: la de un artista, una ciudad o un sistema docente. A otro nivel, las películas han modificado, y mucho, nuestra actitud hacia productos concretos y nuestras pautas tradicionales de consumo.

Citaré tan solo algunos ejemplos especialmente memorables, todos ellos relacionados con la moda.

En 1934, Clark Gable produjo un daño considerable a los fabricantes de ropa interior masculina cuando apareció sin camiseta en la película Sucedió una noche. Esa memorable escena recoge el momento en que, al llegar a un motel en una de las paradas del interminable viaje en autobús, se quitaba la camisa para así intimidar a la joven Claudette Colbert, que no estaba decidida a irse de la habitación. Que un ídolo como Gable vistiese —al menos en el cine— sin camiseta interior motivó que millones de americanos dejaran de usarla y, por tanto, de comprarla.



Habría que esperar diecisiete años para que Marlon Brando la recuperara en la película Un tranvía llamado deseo (1951). En ella, Brando aparece en buena parte del metraje con camiseta, pero ya no como prenda interior, sino como elemento básico de vestir, en sustitución de la camisa. A partir de entonces, y rebautizada como T-Shirt, se convertirá en el símbolo de la informalidad y el rechazo de lo establecido.

Algo parecido sucedió, por ejemplo, en la película Rebeca (1940). Los diseñadores de vestuario, para subrayar el origen sencillo y el carácter apocado e introvertido de la protagonista, Jean Fontaine, la habían vestido en numerosas secuencias con una chaqueta de punto: la indumentaria típica de las campesinas de la época. Era un símbolo visual constante de su condición de Cenicienta en un mundo aristocrático que le rechazaba. Pero el éxito comercial de la película —que consiguió el Oscar al mejor filme— hizo que esa prenda se pusiera de moda: pasó a ser el símbolo de lo sofisticado y moderno. La chaqueta de punto se vendió muchísimo en toda la década, e incluso llegó a ser conocida —al menos en España— con el nombre de la protagonista y del filme: Rebeca.

Por último, tal vez el caso más famoso de modificación de hábitos de consumo —y seguimos en el sector de la moda— la propició James Dean en la película Rebelde sin causa (1955). En buena parte de las escenas, su indumentaria básica es una cazadora: una prenda concebida —como su nombre indica— para las monterías y situaciones de caza. Pero la constante asociación del actor con esa prenda motivó la adhesión de los jóvenes a ella y la convirtió en todo un símbolo de la rebeldía juvenil.

Después de estos ejemplos, ¿podemos seguir afirmando que el cine no influye en nuestros comportamientos? Porque lo decisivo no es que modifique nuestros modos de vestir: que haga que los hombres dejen de usar la camiseta o las mujeres se apunten a la compra compulsiva de “rebecas”. Lo decisivo es que modifique nuestros valores más profundos: que haga cambiar nuestra concepción de la familia, de las relaciones padres-hijos, del sentido de la vida o del concepto mismo de felicidad o de libertad.

Y esto es lo que últimamente han pretendido, en nuestro país, las teleseries de mayor audiencia.

viernes, 16 de abril de 2010

La influencia del cine en los valores y estilos de vida

Cuando oímos hablar de la “influencia del cine”, es fácil que asome a nuestro ánimo el escepticismo: “¡Otra vez la visión tremendista de Hollywood! Siempre con el mismo cuento…”. En realidad, rara vez se ha hablado de ello con profundidad, desde una perspectiva antropológica.

Ciertamente, el cine ha actuado siempre, desde sus orígenes, como un modelo conformador de actitudes y estilos de vida, como un espejo en el que todos nos miramos para decidir nuestros modelos y nuestras pautas de comportamiento a partir de una determinada percepción de la realidad. Veamos algunos ejemplos.

Una película como Amadeus (1984) cambió por completo la imagen cultural que de Mozart tenía el gran público; lo convirtió en un genio infantil, creador de obras sublimes y, a la vez, inmaduro y zafio. Para el 98% de los espectadores, que jamás tendrán acceso a una biografía del músico, esa es “la verdad” sobre Mozart, la imagen de la que ya nunca podrán liberarse. Pero ¿qué pasa cuando la imagen que recrea un filme es la del mismo Jesucristo?

Está también el caso de Vacaciones en Roma (1953), dirigida por William Wyler y protagonizada por Audrey Hepburn y Gregory Peck, que cambió por completo la imagen deteriorada y problemática que, durante los años cuarenta, había creado el Neorrealismo italiano en torno a la Ciudad Eterna. Las películas de Rossellini, Zavattini y Vittorio de Sica habían difundido un mito de decadencia; este filme, en cambio, hizo que los norteamericanos volvieran a ver Roma como "la ciudad del amor", un símbolo de la ilusión y del romanticismo.

Más decisivo aún fue el estreno en todo el mundo de El Club de los poetas muertos (1989). Dirigida por el australiano Peter Weir, contaba la historia de un joven profesor de Literatura (Robin Williams) que se incorpora a un elitista colegio privado en la América puritana de los cincuenta. Con sus nuevas formas de enseñanza (les hace andar por el patio, para que cada uno coja “su paso”; les anima a buscar su propia voz; les incita a ser actores, a leer poesía, a soñar con otras cosas que ganar dinero y seguir el patrón de sus mayores), se granjea la suspicacia de los directivos del colegio. Y su mensaje “Carpe diem!” —aprovecha el momento— provoca una verdadera revolución, a la par que termina en tragedia.

Nadie pensaba que esta película pudiera influir en la conciencia de los jóvenes. Es más, por su temática de corte elevado (relaciones padres-hijos, libertad en la elección de la carrera, sistemas pedagógicos en conflicto) se pensó que a los chicos les aburriría, y que sólo podría interesar a padres y educadores. Bastaron unos pases previos para descubrir que la película despertaba un verdadero entusiasmo entre los adolescentes. Nuevos pases en institutos y colegios confirmaron esa tendencia, hasta el punto de que el filme era recibido como el abanderado de “la revolución docente” que los estudiantes de entonces ansiaban. Con estos datos a la vista, la productora del filme decidió cambiar por completo el marketing inicialmente previsto: se modificó el cartel, que iba a estar centrado en la figura del actor, para dar paso a los jóvenes protagonistas; se promocionó como símbolo de la rebeldía estudiantil y alcanzó un éxito entre la juventud como no se había imaginado ni de lejos.

El año pasado, hemos vivido en todo el mundo un caso especialmente sonoro con el estreno de Luna nueva (2009), la continuación de la saga Crepúsculo (2008). Se convirtió en un auténtico fenómeno de locura juvenil, especialmente en España. El 3 de octubre pasado más de 1.400 adolescentes pasaron la noche en los alrededores de un cine de Sitges donde al día siguiente iba a presentarse la película. Con ellos tuvieron que hacer noche también sus sufridos padres o hermanos mayores. Y lo sorprendente es que no iban a ver Luna nueva, sino sólo… ¡dos escenas del filme y el tercer tráiler de la película! A eso se añadía que iban a recibir como regalo merchandising del filme y, lo más importante, iban a conocer a uno de sus actores: el inglés Jamie Campbell Bower. El destrozo que esa masa descontrolada provocó al día siguiente fue tema del día en numerosas publicaciones. ¡Y todo ello sin poder ver siquiera el filme!

Sí, el cine puede provocar auténticos movimientos de masas. Porque es una representación muy intensa: muy viva y muy dramática. Y puede conmover nuestras emociones y nuestros valores más íntimos. No en vano, los clásicos decían que una buena representación puede provocar una genuina “catarsis”. Y esto no debe tomarse a broma.

En los próximos post pretendo profundizar en este tema. Agradeceré vuestras sugerencias.

martes, 13 de abril de 2010

Las 100 mejores películas católicas

En 2004, la revista National Catholic Register and Faith & Family realizó una votación en su página web para elegir las 100 películas que mejor reflejaran “el espíritu y la vida” de la religión Católica. Se trataba de seleccionar películas que aportaran soluciones desde una perspectiva católica, con con referencias claras y específicas al Catolicismo, y no meras alusiones temáticas.

En la votación participaron más de mil personas, que indicaron sus preferencias y su orden de prelación. Los resultados fueron publicados entonces, y vueltos a reproducir en diversas ocasiones. En la propia página se indica claramente que no todas las películas son para toda la familia. Las señaladas con asterisco tienen contenidos no del todo apropiados para niños y adolescentes.



La elección de los votantes prima, lógicamente, los gustos del público americano. Aún así, y a pesar de que yo hubiera elegido otra ordenación y –quizás– otras películas, ofrezco el listado pensando en que puede ser útil para una programación personal o para una selección de filmes para cine-fórum.

Como los títulos originales difieren con frecuencia de sus traducciones al español, reproduzco a continuación el listado de las 40 primeras películas con el título con el que fueron estrenadas en España. En las diez primeras incluyo un enlace a una reseña crítica.

1. La pasión de Cristo (2004)*
2. Sonrisas y lágrimas (1965)
3. Un hombre para la eternidad (1966)
4. La canción de Bernadette (1943)
5. Qué bello es vivir (1946)
6. Los diez mandamientos (1956)
7. Escarlata y Negro (1983)
8. Jesús de Nazaret (1977)
9. La lista de Schindler (1993) *
10. Las campanas de Santa María (1945)

11. Thérèse: La vida de Santa Teresa de Lisieux (2004)
12. Braveheart (1995) *
13. El mensaje de Fátima (1952)
14. La Misión (1986)
15. Los lirios del valle (1963)
16. Marcelino pan y vino (1955)
17. Los miserables (1998) *
18. Un hombre tranquilo (1952)
19. Ben Hur (1959)
20. Rudy, reto a la gloria (1993) *

21. La túnica sagrada (1953)
22. Hechizo del corazón (2000) *
23. Cuando éramos soldados (2002) *
24. Becket (1964) *
25. Siguiendo mi camino (1944)
26. Romero
27. Sister Act (1992)
28. Papa Juan Pablo II (1984)
29. Jonah: a Veggie Tales Movie (2002)
30. Las sandalias del pescador (1986)

31. Retorno a Brideshead (1981)*
32. Las llaves del reino (1944)
33. La ley del silencio (1954)
34. Yo confieso (1953)
35. Forja de hombres (1938)
36. Molokai: la historia del padre Damien (1999)*
37. Quo Vadis (1951)
38. Ángeles rebeldes (1966)
39. El festín de Babbette (1987)
40. El novato (2002)*

¡Un momento! Antes de cerrar este artículo, dime por favor en dos líneas cuáles son las películas que tú eligirías: de estas 40 o de otras que recuerdes. Gracias anticipadas.

viernes, 9 de abril de 2010

El cristianismo, ¿de moda en Hollywood?

Recientemente, hemos hablado en este blog del creciente interés de las grandes productoras por filmes de inspiración cristiana, como The Blind Side.

En los últimos años, la película que más ha contribuido a poner de moda el hecho cristiano es, sin duda, La Pasión de Cristo (2004). Su impacto sobre las audiencias fue enorme, y sus registros en taquilla (612 millones de dólares en todo el mundo) hicieron ver a los ejecutivos de Hollywood que existía una demanda fílmica que hasta entonces no habían sabido atender adecuadamente.

La primera lección que las grandes productoras aprendieron de esa cinta es que existía un público potencial (personas que hasta el filme de Gibson no habían ido casi nunca a los cines) que justificaba un replanteamiento de las estrategias de producción y un nuevo tipo de argumentos cinematográficos. La segunda lección es que ese público, a juicio de los expertos en marketing del entretenimiento, suscribe y defiende valores propios de la fe cristiana, y estaría dispuesto a respaldarlos con su presencia en las salas —y aun a convertirse en promotor de ese tipo de cine— si lo viera aparecer de nuevo en la cartelera.

Al mismo tiempo, el éxito de La Pasión de Cristo pareció despertar también la conciencia aletargada de no pocos cristianos que trabajaban en Hollywood casi a escondidas. Aprovechando que ese filme había abierto las puertas a nuevos proyectos, y sintiéndose respaldados por esa pública manifestación de fe, en un par de años esos cineastas culminaron dos grandes proyectos de alcance internacional. El primero fue Las crónicas de Narnia: el león, la bruja y el armario (2005), cinta inaugural de una serie que adaptaría al celuloide la conocida saga de C. S. Lewis. Estaba producida por Walden Media, una compañía de inspiración cristiana que habían fundado Michael Flaherty y Cary Granat en 2001 con el fin de producir “películas que entretengan y eduquen a la vez”; por eso se han orientado a la producción de filmes basados en clásicos infantiles que difunden valores cristianos y familiares. El simbolismo atribuido al león Aslan (Jesucristo, que muere para redimir a los hombres de sus pecados) no ha pasado inadvertido a los críticos ni a los espectadores, con claras referencias a la traición de Judas, a la agonía en Getsemaní y a su posterior resurrección.

El segundo proyecto fue El exorcismo de Emily Rose (2005), dirigido por Scott Derrickson, que se confiesa cristiano evangélico. La película recrea el caso real de una joven católica que sufrió en los años setenta una posesión diabólica en medio de una intensa vida de fe. La chica finalmente murió, y su historia trascendió a los medios de comunicación por lo paradójico del caso. Sin embargo, llegaría a ser aún más famosa cuando un jurado condenó al sacerdote católico que la atendió por supuesta negligencia médica. La intransigencia religiosa de aquel asunto se plasma aquí en la crisis de conciencia que sufre la abogada que defiende de oficio al presbítero. El conflicto entre fe y razón, la compatibilidad entre lo sobrenatural y lo razonable, la necesaria apertura de mente para aceptar que Dios pueda existir… estos y otros temas de fondo golpean la conciencia del espectador a lo largo de todo el metraje. No en vano, decía el director de la cinta: “Durante muchos años me ha resultado muy duro conciliar mi vida de fe y mi amor al cine, porque Hollywood parecía olvidado por completo de lo religioso. Con esta película no he pretendido hacer propaganda, pero sí hacer recapacitar sobre la importancia de lo trascendente; plantear abiertamente algunas cuestiones: ¿Existe lo espiritual? ¿Existe el diablo? Y, aún más importante: ¿existe Dios?”.

En los años siguientes, el desarrollo de proyectos cristianos ha seguido creciendo. Tras estos dos primeros, de clara inspiración católica, surgieron otros directamente impulsados por iglesias protestantes. El primero fue Abandonados: mundo en guerra (2005), que centraba su argumento en la simbólica venida del Anticristo, y que fue exhibido en más de 3000 iglesias evangélicas antes de su lanzamiento en DVD. Mayor difusión alcanzó la película Lutero (2005), producción europea que fue financiada por la Iglesia luterana en Estados Unidos, y que contó con la participación estelar de Joseph Fiennes. También tuvo amplia notoriedad el filme Natividad (2006), realizado con sincera piedad por la directora Catherine Hardwick, aunque mostraba una imagen poco atractiva de la Virgen. Más recientemente, Prueba de fuego (2008), un alegato en defensa del matrimonio frente al drama del divorcio, fue realizado con tan solo 500.000 dólares gracias a la colaboración desinteresada de numerosos voluntarios y al apoyo institucional de la Iglesia Baptista. Logró un éxito sorprendente: llegó a recaudar más de 33 millones en Estados Unidos, y fue la cuarta más taquillera durante el mes de lanzamiento (octubre de 2008).

En la parte católica, dos proyectos se han sumado últimamente a los ya reseñados. En 2006 se estrenó en México y en Estados Unidos la película Guadalupe, dirigida por el franco-ecuatoriano Santiago Parra, que dos años más tarde llegó a las pantallas españolas (De ella hablé en un post de hace tres meses). Cuenta la historia de dos jóvenes científicos, marcados por una infancia traumática, que deciden investigar los misterios de la tilma de Guadalupe. Lo que comienza como un simple estudio científico se irá transformando en un descubrimiento personal que cambia por completo sus vidas. Rodada a los 500 años de la misteriosa aparición de la imagen, la cinta muestra que su carácter sobrenatural sigue vivo y fascinante hoy, y nos lo hace ver a través de los ojos de un agnóstico que sufre un profundo drama familiar.

El otro gran filme católico ha sido Bella (2008), primer fruto de la joven productora creada por Eduardo Verástegui a finales de 2004. Este conocido actor y cantante mexicano, que había logrado abrirse camino en Hollywood, experimentó una profunda convulsión interior tras leer la biografía de San Francisco de Asís. Decidido a manifestar su fe católica en sus películas, fundó con Alejandro Monteverde una productora “para la realización de filmes de grandes valores espirituales y morales”, y la denominó Metanoia (conversión, en griego). Y, en efecto, su película Bella es un canto a la vida, a la dignidad de la persona humana, y un precioso antídoto frente al aborto: de hecho, más de cincuenta mujeres —según afirma el propio Verástegui— han decidido seguir con su embarazo después de ver la cinta, “y ése es mi más preciada recompensa”, afirma él.

¿Se ha puesto de moda el cristianismo en Hollywood? Tal vez. En todo caso, a los espectadores nos toca reclamar que se hagan las películas que nosotros queremos ver: porque nosotros las pagamos. Y así, tal vez en unos años podamos preguntar en este blog: ¿se ha puesto de moda el cristianismo en España?

jueves, 8 de abril de 2010

La conversión de Eduardo Verástegui contada por él mismo

Hace unas semanas publiqué un artículo sobre "La conversión de Eduardo Verástegui". Incluí los mejores testimonios que encontré del propio actor, y también algunas fotos que evidencian, en su propio rostro, la evolución de su pensamiento: de la época de "latin lover" a cristiano converso. Pero no incluí ningún vídeo porque todos los que había disponibles en Youtube eran entrevistas muy largas y tediosas, o reportajes más bien superficiales.

Hace unos días descubrí esta pequeña joya. En 8 minutos Eduardo Verástegui cuenta toda su vida, y la muestra en imágenes. Le vemos en una audiencia personal con el Santo Padre, le oímos en un gran auditorio contando su conversión... y poco antes de la mitad del reportaje, viene el momento más emotivo: el recuerdo agradecido de la oración de su madre. El vídeo se llama así: "Mi conversión es un milagro conseguido por las oraciones de mi madre".

Después viene el relato de sus primeros pasos, el consejo de su Director ("No te vayas a la jungla brasileña; Hollywood es la jungla donde Dios te espera"), y la fundación de Metanoia Films, y las imágenes de su primera película: "Bella" (2008).

martes, 6 de abril de 2010

Campaña "God 360º" (2): Dios a través del móvil

Ayer os daba a conocer la campaña “God 360º, una campaña que la Iglesia cristiana “Love Singapore” encargó a la Agencia de Publicidad “Ogilvy & Mather” para mejorar la imagen de Dios. El objetivo era acercar la imagen de Dios a la gente; es decir, presentar a Dios como Alguien cercano, pendiente siempre de nosotros, como un padre que se preocupa de sus hijos, como un amigo que no nos abandona. Y creo que lo consiguió.

Fue un éxito increíble. Se comentaba en todos los medios y en todos los bares. A las dos semanas, la campaña había despertado tanto interés y había provocado tanto entusiasmo que el gobierno la prohibió. Y aún así, fue la campaña más comentada en toda la historia de Singapur.

A pesar de la prohibición, como el encargo de “Love Singapore” persistía, los publicistas de “Ogilvy & Mather” decidieron canalizar la campaña a través de los SMS: la presentaron en muchas iglesias a la salida de la misa dominical, de forma que quienes quisieran podían suscribirse a un programa para “recibir mensajes de Dios en el móvil”. Los suscriptores, entusasimados, se lo dijeron a sus amigos; y estos, a su vez, a otros amigos. Al final, el resultado fue otra vez un éxito impresionante.

En la presentación que os adjunto podéis ver:

- Los datos de la campaña.
- Ejemplos de los anuncios en prensa, revistas y exterior.
- Primeros resultados y prohibición del gobierno.
- Estrategia de la campaña SMS.
- Captación de suscriptores: “recibir en el móvil mensajes de Dios”.
- Ejemplos inteligentes de publicidad SMS.

Me encantará saber vuestra opinión (Para ver la presentación a pantalla completa, pincha “Full view” dentro de “Menú”; y luego pincha “Escape” para volver al blog).

lunes, 5 de abril de 2010

Campaña "God 360º" (1): Un Dios cercano y amable

Hace unos años, la Iglesia cristiana “Love Singapore” encargó a la Agencia de Publicidad “Ogilvy & Mather” una campaña para mejorar la imagen de Dios. El objetivo que señaló fue: “Acercar a Dios a la gente, presentándolo como Alguien cercano, dispuesto a ayudarnos”. El tono de la campaña debía ser amable, que despertara la simpatía de la gente.

Los creativos diseñaron una campaña en los medios tradicionales: Televisión, Prensa, Revistas, Publicidad Exterior, etc. A las dos semanas, la campaña había despertado tanto interés en los medios y había provocado tanto entusiasmo en la gente, que el gobierno se asustó. Analizó todos los mensajes, deliberó durante dos días y finalmente decidió prohibirla. Los anuncios desaparecieron de las calles, pero no de la conversación ni de la memoria de la gente. A pesar de la rápida prohibición, fue la campaña más comentada en toda la historia de Singapur.

Algunos pensarán que éste no es un modo adecuado para lograr la conversión de nadie. En efecto: a Dios se le encuentra en la intimidad del alma, y cada conversión es una historia personal, que no puede repetirse masivamente. Pero sí puede hablarse de Dios con naturalidad: hacerle presente en los medios de comunicación, hacerle más cotidiano y cercano a nosotros... hasta lograr que sea no "un Dios lejano" sino "un Dios cercano a los hombres", con quien podemos hablar e intimar: un Dios que es también nuestro Amigo.

Si lo pongo hoy en el blog es porque me parece un ejemplo brillante de lo que es aplicar la ciencia publicitaria a la difusión de un mensaje muy básico: Dios existe y está a nuestro lado. Quizás no todos los anuncios sean del agrado ed todos, pero el concepto global de la campaña me parece adecuado; sobre todo por el tono sutil, amable y cercano que advertimos en todos los mensajes.

Os presentó aquí la campaña traducida al español. Y lo hago en dos formatos:

1) En un pequeño vídeo, tal como se difundió en Latinoamérica en Internet (buena música):


2) En una presentación de power point (Dentro de "Menú", pincha "full" para verlo en pantalla completa; y "Escape" para volver al blog). Espero que os guste y que me deis vuestra opinión.


Mañana os contaré cómo prosiguió la campaña tras la prohibición del gobierno. Pero, antes, decidme qué os han parecido estos anuncios... Desde luego, son mensajes con cierto sentido...