jueves, 16 de septiembre de 2010

"Modern family": sucedáneos de familia en la pantalla (1)

Tras el éxito que ha cosechado en U.S.A. la serie “Modern Family” (familias desestructuradas, parejas homosexuales, etc.), ahora la productora de tal engendro –la Fox- se ha lanzado a buscar las 30 “modern familys” españolas (la única condición es que sean transgresoras: no valen las familias normales) en un marathón de entrevistas cuyos resultados se darán a conocer el 20 de este mes. Para situarse en este “fenómeno”, que será tema de portada en los próximos días, puede venir bien leer este interesante reportaje de Mario López de Astea, publicado en Aceprensa. Mañana publicaré la segunda parte.

Cuando uno se enfrenta a productos televisivos como Modern Family debe estar preparado para divertirse, aunque sea a su pesar. La serie revelación de la pasada temporada en la TV norteamericana propone una nueva mirada satírica a la familia. La trama sigue las vicisitudes de las parejas que conforman el nuevo modelo de "gran familia (heterosexual, gay, multicultural) feliz", como dice su eslogan.

El argumento de base es simple: Claire debe esforzarse para sacar adelante a su familia, aunque sea conformándose con unos mínimos realmente bajos, luchando con hijos adolescentes y con el disfuncional postadolescente de su marido. Mitchel, su hermano gay, tiene una relación estable con otro hombre; ya son mayores, pero no maduros, y acaban de adoptar a una niña. Jay, el padre de ambos, se ha casado con una joven madre colombiana a quien conoció en la fiesta que organizó cuando su mujer le dejó.

Para personas que viven y comprenden los valores que encierra la familia, Modern Family puede resultar entretenida, porque su sátira feroz nunca llega a presentar esos personajes como modelos: no engaña a nadie, es ficción, una comedia sin excesivas pretensiones sociales.

Para quienes se han (de)formado (vi)viendo sin comprender los contenidos de la pantalla, esta serie será la confirmación de que la familia tradicional ya debería compartir espacio con modelos alternativos. En cualquier caso, ficción o realidad, Modern Family ayuda a considerar algunas cuestiones sobre la familia actual.

Desde un punto de vista técnico —la producción, la interpretación y la historia han sido premiadas o nominadas en abundancia—, quizá merece la pena destacar la habilidad con que los realizadores han sabido superponer, al estilo narrativo habitual de una sitcom, un recurso adaptado de otros formatos: los protagonistas se dirigen de vez en cuando directamente a cámara —al espectador— para explicar el sentido de sus reacciones, sus verdaderas emociones, aunque las escenas mantengan un tono disparatado de comedia; un estilo de reflexión que pretende dar más calado a los personajes y al que nos han acostumbrado documentales ficcionados (16 and pregnant) o realities adocenados (tipo Gran Hermano o Survivors). La verdad es que, a pesar de la buena intención y por graciosos que resulten, siguen en el ámbito del estereotipo.

Pretenden la transgresión, pero siguen mostrando la vida de tres parejas con sus retoños... Tres parejas no convencionales en su composición, pero absolutamente tradicionales en su relación, incluida la estabilidad. Puestos a retratar nuevos modelos, ¿dónde quedó la familia monoparental, por desgracia tan corriente? ¿O dónde está ese hacer y deshacer relaciones al que, también por desgracia, nos tenían ya acostumbrados en la ficción televisiva?

En el retrato de la figura del padre, seguimos con el esquema de siempre: una colección de inmaduros, ya se trate del padre de familia que pretende ser más adolescente que sus hijos (con resultados a la vez cómicos y patéticos) o del padre ya mayor, divorciado y casado con una joven que podría ser su hija y conviviendo e intentando educar a su inteligente hijo, con edad para ser su nieto.

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