domingo, 26 de enero de 2014

Asamblea en una carpintería (Fábula para salir de la crisis)

Cuentan que en una carpintería hubo una extraña asamblea. Fue una reunión de herramientas para arreglar diferencias. El martillo ejerció la presidencia, y empezó a dar golpes en la mesa. Entonces, un grupo de herramientas le notificó que tenía que renunciar, ya que se pasaba todo el tiempo haciendo ruidos y dando golpes a los demás.

El martillo aceptó, sonrojado, su culpa, pero pidió que fuera expulsado también el tornillo, argumentando que había que darle demasiadas vueltas para que sirviera de algo.

El tornillo tragó la pulla, pero exigió –a su vez– la expulsión de la lija. Señaló que era áspera en su trato y tenía constantes fricciones con los demás.

Y la lija, enfurruñada, bajó  la cabeza, pero exigió entonces que fuera expulsado el metro, porque era muy puntilloso: siempre estaba midiendo a los demás como si él fuera perfecto.

Iba a responder el metro, lleno de furia, cuando en estas entró el carpintero y todos se quedaron quietos. El carpintero se puso el delantal e inició su tarea. Utilizó el martillo para encajar unas maderas, la lija para suavizarlas, el metro para comprobar sus dimensiones, y el tornillo para sujetar las tablas. Finalmente, la tosca de madera inicial se convirtió en una preciosa mesa de cocina.

Cuando la carpintería quedó nuevamente sola, las herramientas se levantaron para apreciar aquella obra de arte. Fue entonces cuando el serrucho dijo:

- Señores, ha quedado demostrado que tenemos defectos, y además, que todos conocemos los defectos de los demás; pero el carpintero no se ha fijado en eso: ha trabajado con nuestras cualidades y ha sido capaz de crear este fantástico mueble. Esa forma de trabajar nos ha hecho valiosos. Así que no merece la pena pensar en nuestros fallos y, mucho menos, en los fallos de los demás. Cada uno podría pensar en qué es bueno y en qué son buenos los demás.

La asamblea pudo ver entonces que el martillo es fuerte, que el tornillo une, que la lija pule asperezas y que el metro es preciso. En suma, se vieron como un equipo capaz de producir muebles de calidad.

Por una vez, todos se sintieron orgullosos de sus fortalezas y de trabajar juntos. Y no fue necesario echar a nadie.

domingo, 19 de enero de 2014

Spot Olimpiadas de Invierno 2014: "¡Gracias, mamá!"


Dentro de tres semanas (7 al 23 de febrero) arrancarán los Juegos Olímpicos de Invierno en Sochi (Rusia). Comparativamente a los Juegos de verano, los de invierno pueden parecer menos populares y atractivos; sobre todo, en un país como España que goza de tan buena temperatura.

Sin embargo, son la competición más esperada para los amantes de la nieve. Y deportes como el esquí de fondo, el eslalom gigante, los saltos de esquí o el patinaje artístico tienen un tirón enorme y resultan de una vistosidad realmente espectacular.

En el marco de esta competición invernal, Procter & Gamble (P&G) acaba de lanzar una campaña publicitaria realmente emotiva que continúa la realizada para los Juegos Olímpicos de Londres (2012). Aquella campaña, que ya fue comentada en este blog, hizo descubrir a todo el planeta (se pasó por las televisiones de todos los países), cuál era “el mejor trabajo del mundo”. En ese momento, en el que las cámaras enfocaban a los atletas y todo se orientaba a sus grandes hazañas, P&G nos hizo recordar que esas gestas habían sido posible porque, durante años, junto a cada atleta había estado su madre. Una madre que lo había dado todo, sin regatear nada, para que su hijo pudiera conseguir aquel sueño.

Ahora ha creado una secuela aún más enternecedora. Aquí vemos cómo, desde los primeros pasos, el verdadero “entrenador” del atleta de invierno –la fuente de su ilusión y el apoyo para levantarse– es, sobre todo, la madre. Muchas madres: anónimas, calladas, perseverantes. Porque lo que nos muestra el anuncio es una serie continua da de caídas: en el esquí, en el patinaje, en el hockey sobre hielo. Y caídas que causan tristeza en el niño, que causan heridas: no solo en el cuerpo, también en el alma. Pero todo lo superan porque a su lado está su madre. Porque a su abatimiento responden con una sonrisa; a su desánimo, con una caricia; a su llanto, con un abrazo. Y así pueden, así se levantan.

El título, “Thank you, Mom”, parece decirlo todo. Pero sólo se descubre su pleno sentido al final, con el texto que cierra el spot: “Gracias, mamá… por enseñarnos que las caídas sólo nos hacen más fuertes”. Un gran mensaje que deberían escuchar hoy muchos niños. ¡Muchos! Ojalá otras marcas imiten esta línea de comunicación.

domingo, 12 de enero de 2014

Spot de Apple: Navidad, familia y buen uso del móvil

Acaba de terminar la Navidad. En estos días hemos visto anuncios preciosos. Pero el de Apple me ha fascinado. Porque, siendo una empresa tecnológica, ha sabido apostar por la vertiente más humana de la Navidad. Ha sabido despertar los sentimientos más valiosos: y nos ha hablado de alegría, de familia, de vivir para los demás… y, sobre todo, de comprender a los jóvenes.

No es algo novedoso. Los anuncios de Apple se caracterizan por eludir todo halo de “tecnología”, de “gadgets”, de “dispositivos electrónicos” y hablarnos de lo que puedes hacer con ellos: crear, comunicar, mejorar la vida de los otros; transmitir emociones, comunicar sentimientos. Y, en este caso, nos da una gran lección de cómo usar el móvil en familia: una lección que deberían aprender todos nuestros jóvenes.

Lo que vemos es una escena de lo más habitual. La familia Harris se dispone a pasar unas felices Navidades en el campo, mientras su hijo mayor vive aparentemente “enganchado” a su teléfono móvil. En varios momentos vemos al protagonista “ausente”, más atento a su dispositivo que a lo que ocurre a su alrededor. Mientras los demás juegan en la nieve o decoran el árbol, él está en un rincón, solitario y callado, toqueteando su IPhone 5 S. Todos se lo critican y hasta le echan una bola de nieve o un gorro para que “despierte”.

El spot se titula significativamente Misunderstood (Incomprendido). Porque el final se desvela cuál ha sido el verdadero propósito del chico, y descubrimos que ha estado más atento a la celebración navideña de lo que sus familiares han pensado todo el tiempo.

Ahora que han terminado las fiestas, debo haceros una confesión: me da cierta pena la gente que dice que odia la Navidad, que desea que pasen estas fiestas lo más rápido posible. A mí me encantan, me encanta ver la ilusión de un niño abriendo sus regalos, de una familia poniendo el belén, de una cena familiar en la que todos olvidan los rencores y aprenden a querer. Quizás para alguno resulten consumistas,  para la mayoría son una ocasión espléndida de amar, de renovarse por dentro y aprender a ser niños. Y eso vale por todos los que no saben vivir la Navidad en su auténtico sentido.

En todo caso, un brindis por esta campaña de Apple, humana y entrañable, que apuesta por la familia y la Navidad.

lunes, 6 de enero de 2014

¡Es maravilloso ser padres...!

En este spot, Coca-Cola nos regala una sonrisa, nos cuenta una bella historia y nos confirma en el amor a la familia. Todo en uno. Y lo consigue en menos de un minuto y en un maravilloso viaje en el tiempo que nos hace pensar: “Afortunadamente, ¡qué poco hemos cambiado!”.

Sabíamos que Coca-Cola ha defendido siempre una publicidad con valores, y que el amor a la familia era uno de sus valores más recurrentes. Ahora nos muestra que, en ese contexto, el momento de la paternidad y de la maternidad es el más maravilloso de nuestras vidas, el que supone la más grande realización personal y la auténtica maduración de la persona.

Este anuncio, titulado “Life” en unos países y “Ser padres” en otros, compagina perfectamente estas dos facetas: porque es, en efecto, un canto a la vida; y, al mismo tiempo, un emotivo homenaje a los padres. Sobre todo, a los padres primerizos: a esos padres jóvenes que, llenos de inquietud pero a la vez de alegría, se atreven –en los tiempos que corren- a tener hijos y a darles lo mejor de sí mismos.

La historia arranca en los felices 70. La imagen nos lo muestra, y la canción de fondo (la clásica "To love somebody" de los Bee Gees, de 1967) nos introduce también en la época. Una mujer temblorosa anuncia a su marido que van a ser padres. Él la besa emocionado: es un momento de plenitud. Tras la euforia inicial, asistimos a una catarata de situaciones no previstas que cambian por completo la vida de ese matrimonio: la casa “absorbida” por el nuevo inquilino, los lloros del crío durante la noche, los paseos en los que ya no se puede hacer jogging, los desastres de la criatura… En definitiva, no tener un momento para uno mismo.

Y, de repente, otra noticia increíble. La cámara nos muestra la cambiante expresión del padre ¿Sorpresa, angustia, temor? ¡Todo lo contrario! Y el final, tan expresivo y tan conmovedor, nos deja una profunda y tierna emoción: “¡Es maravilloso ser padres!”.