domingo, 25 de noviembre de 2012

Spot de la semana: "Amor imposible entre un fotógrafo y una peluquera"

Es un relato de amor contado sólo con imágenes. Creo que lo dije en otra ocasión. Aquí sobran las palabras, porque los gestos y las miradas lo dicen todo.

La historia comienza en un parque, con un encuentro apenas fugaz y un saludo aún más breve. Todo muy normal. Pero la narración, tan redonda en todos sus detalles, muy pronto se nos antoja  sublime.

Poco a poco, se teje una sutil paradoja. El fotógrafo, experto para “ver” los instantes mágicos de la vida, se vuelve “ciego” para los gestos cotidianos que ella espera: ella  quiere compartir el paraguas, en vez de que cada uno pasee con el suyo. Y al revés: ella, que es la primera en "ver" el afecto que les une, se vuelve "ciega" a resultas de ese amor… Cruel ironía del destino.

Pero no es sólo un momento, porque la metáfora de la ceguera “ilumina” toda la historia. Casi al comienzo, en la escena en que ella le lava el pelo, la joven arroja sobre él, sin querer, agua con jabón sobre sus ojos, y eso marca el comienzo de todo. Más adelante, en el estudio de fotografía, ella deja caer, desde lo alto, un líquido sobe sus ojos, y eso será el comienzo del fin. Previamente, hemos visto caer la lluvia durante su primera cita, anticipando la amenaza que sobre ellos se cierne.

Esa es la clave: una historia de “visión” y “no visión”. Como la constante presencia de la cámara fotográfica, que capta lo exterior, pero nunca lo interior de las personas. O esa fotografía casual, en su primer encuentro en el parque, que acabará siendo la imagen que aparezca en la portada. O ese rostro de la chica que se vuelve hacia la cámara, como interpelándonos a cada uno de nosotros. O esos dos recién operados, que no se ven, que no se encuentran…

Una historia hermosa… salvo el desenlace, que nos deja con un terrible amargor. Todos hubiéramos deseado que acabara de otro modo: “Yo te cuidaré, pase lo que pase, por todo lo que me has dado…”. Eso debería haberle dicho ella. Pero así son muchas de las historias orientales: tienen una fuerte querencia por la tragedia. Con todo, es hermoso el amor que aquí se cuenta. Y con él podemos quedarnos…

lunes, 19 de noviembre de 2012

Spot de la semana: "Antes de publicar en Internet, piénsalo"

A principios de 2008 comenzó en los Estados Unidos una campaña publicitaria que dio mucho que hablar: Think before you post (Piénsalo antes de publicar). Su objetivo era alertar a padres y adolescentes de los peligros de un uso imprudente de las redes sociales.

La campaña fue promovida por el National Center for Missing & Exploited Children (Centro Nacional para Niños Explotados y/o Desaparecidos ) y el Ad Council (Consejo de la Publicidad), dos organizaciones norteamericanas sin ánimo de lucro, cuyo objetivo es lograr que los usuarios de Internet sean conscientes de las implicaciones que puede llegar a tener la publicación de cierto tipo de fotografías y otros contenidos en el ciberespacio. Con facilidad, esas fotografías pueden llegar a manos de terceros y ser utilizadas de manera inapropiada.

Los gestores de redes sociales en España se han comprometido a luchar para evitar cualquier tipo de extorsión a los menores, y han establecido la edad mínima de 14 años para abrir un perfil. Pero la realidad es que, según avalan diversos informes, un 27% de los niños de 8 a 11 años que navegan en la Red se ha abierto un perfil en las redes sociales y ha falseado su edad para poder hacerlo.

En Estados Unidos la situación se agrava. Según esos mismos informes, el 61% de los menores entre 13 y 17 años posee un perfil en las redes sociales y el 50% reconoce haber publicado fotografías personales más o menos “divertidas” o alocadas. Muchos no piensan en el riesgo que eso puede suponer, pero lo cierto es que el 15% de los adolescentes norteamericanos que están en las redes han sufrido algún tipo de acoso sexual. Las adolescentes tienen un particular riesgo: el 70% de esos acosos se dirigen a niñas. Anuncios como éste pueden hacer pensar a los jóvenes –y a sus padres- acerca de las consecuencias de sus actos en Internet.



Esta campaña tuvo tanto éxito que se diseñó una continuación dirigida específicamente en las chicas adolescentes. Se quería transmitirles un mensaje sencillo: una vez que publiques una foto, ya no la puedes controlar. No sabes quién la ve, quién se la descarga, qué uso hacen de ella. Pueden copiarla y distribuirla, pueden compartirla con comentarios impropios... o pueden utilizarla como chantaje. Cuando quieras quitarla, puede ser demasiado tarde.

lunes, 12 de noviembre de 2012

Spot de la semana: "Quiero que vea a nuestra hija antes de morir"

El anuncio de esta semana tiene un singular precedente, que merece la pena ser contado. En febrero de 2012, saltó a los periódicos de todo el mundo la noticia de que Diane Aulger, de 31 años, y natural de Colony (Texas, Estados Unidos) había adelantado el nacimiento de su bebé once días para que su esposo, Mark, que había entrado en la fase terminal de un cáncer, pudiera conocer y besar a su hija.

En diciembre de 2011, ocho meses después de que Diane quedara embarazada, Mark sintió que su salud se deterioraba de forma angustiosa. Los médicos le habían diagnosticado cáncer de colon y le habían sometido a sesiones de quimioterapia, pero de repente sus pulmones empezaron a fallar sin que se pudiera poner remedio.

La insuficiencia respiratoria se agravó el 3 de enero de 2012, cuando tuvo que ser trasladado de urgencia al hospital, donde determinaron que se trataba de una fibrosis pulmonar. Diez días después, los médicos les informaron de que el estado de salud de Mark era ya terminal y de que su esperanza de vida no era de más de una semana.
Ante esta desesperada situación, la mujer decidió adelantar el parto para que Mark pudiera estrechar entre sus brazos a su quinto hijo antes de morir. El bebé, que al final resultó ser una niña, Savannah, tenía programado su nacimiento para el 29 de enero, pero pudo ver la luz el día 18 de ese mes. Mark la tuvo en sus brazos a los pocos minutos, y en seguida se vio rodeado por su mujer y sus cuatro hijos, que miraban conmovidos la escena. Diane pudo ver cumplido su sueño: su marido sostenía en sus brazos a su hija y lloraba de emoción. El 21 de enero, tres días después del nacimiento de Savannah, Mark ingresó en coma farmacológico y al cabo de 24 horas murió. De este suceso verdaderamente impresionante, dejaron constancia varios periódicos: entre otros, ABC, Diario Correo, Vanguardia de México o Estrella digital.

Esta historia de amor y de heroísmo merecería por sí sola un post en este blog. Pero lo más inaudito es descubrir que, un año antes de que sucediera, una empresa tailandesa imaginó este mismo relato para un spot maravillosamente antológico. Lo cuenta desde el punto de vista del médico, que se sorprende ante el rasgo de generosidad de la madre (anticipar el parto para que su marido vea a la niña) y el amor inconmensurable del padre (aferrarse a la vida y resistir al dolor para vivir un poco más y poder verla).

Dada su grave situación –nos dice la voz en off-, pudo haberse rendido mucho tiempo atrás”. Y el doctor reflexiona: “A lo largo de nuestras vidas llegamos a hacernos muchas preguntas: ‘¿Por qué estamos aquí?’ ‘¿Para qué nacimos?’… Quizás nos hacemos las preguntas equivocadas, y la correcta es: ‘¿Para quién vivimos?’

Un spot maravilloso, con el que hoy quiero celebrar el don de la vida y el amor de mis padres, el amor de los esposos y su entrega en cada criatura que traen al mundo. ¿Cabe mayor gesto de generosidad y de entrega?... Sí, decididamente, yo también quisiera ser Diane Aulger, y siento que el ejemplo de esta madre desconocida me ha inspirado hoy mucho más que todas las celebridades y los políticos...

domingo, 4 de noviembre de 2012

Carta de una madre con Alzheimer a su hija

Querida hija:

Escucha con atención lo que tengo que decirte... El día en que esta enfermedad se apodere totalmente de mí y ya no sea la misma, ten paciencia y compréndeme. Cuando derrame comida sobre mi blusa y olvide como atarme los zapatos, no te impacientes: recuerda las horas que pasé enseñándote esas mismas cosas.

Si al conversar contigo, repito las mismas palabras y sabes de sobra como terminan, no me interrumpas y escúchame. Cuando eras pequeña tuve que contarte mil veces el mismo cuento para que te durmieras.

Cuando a veces me haga mis necesidades, no te avergüences ni te sulfures, pues ya no puedo controlarme. Piensa cuántas veces, siendo tú una niña, te limpié y te ayudé cuando tampoco tú podías controlarte. Nunca me enfadé. Siempre esperé pacientemente a tu lado a que terminaras.

No me reproches cuando no quiera bañarme, no me regañes por eso. Recuerda aquellos años en que te perseguía por la casa para llevarte al aseo, y los miles de pretextos que inventé para hacer agradable tu baño.

Cuando me veas inútil e ignorante en todas las cosas tecnológicas, te suplico que me las expliques de modo sencillo. No me hieras con tu sonrisa burlona. Acuérdate de que fui yo quien te enseñó las cosas más importantes: comer, vestirte, leer, comportarte… y cómo enfrentarte a la vida tan bien como lo haces. Me alegra pensar que parte de tus triunfos son producto de mi esfuerzo durante años.

Cuando en algún momento llegue a olvidar de qué estamos hablando, dame tiempo para recordarlo. Y si no puedo, no te impacientes; tal vez no era importante, y lo único que quería era estar contigo y que me escucharas.

Cuando mis piernas me fallen por debilidad, dame tu mano para apoyarme… como yo lo hice cuando tú comenzaste a caminar. Cuando algún día me oigas decir que ya no quiero vivir, no te asustes. Algún día entenderás que sólo estoy pidiendo cariño, y que en modo alguno me siento desgraciada. Para mí, tu compañía ha sido siempre mi mejor tesoro.

No te sientas triste al verme así. Quizás ya no entienda tus palabras, pero siempre entenderé tus abrazos, tus caricias y tus besos. Dame tu cariño y tu paciencia, que yo te devolveré gratitud y alegría con el inmenso amor que siempre te he tenido.

Al igual que te acompañé en el inicio de tu vida, te pido que me acompañes en el término de la mía. Siempre he querido lo mejor para ti y he pasado mi vida preparándote tu camino. Piensa entonces que, tras el paso que voy a dar, no te dejaré sola: voy a prepararte un camino muy bonito, en un lugar maravilloso... Y estaré siempre contigo.

Te deseo lo mejor para tu vida. Con todo mi corazón,

Tu madre.