lunes, 30 de junio de 2014

¿Por qué no empezar con una sonrisa?

Hace unas semanas Danone nos sorprendió con un anuncio muy original que apostaba decididamente por el optimismo. Su lema, “¿Empezamos con una sonrisa?”, es más una propuesta para compartir que una pregunta para responder. Y, además, enlaza perfectamente con la campaña “Alimentando sonrisas”, en el que un niño hablaba con su futuro hermanito a través del vientre de su madre.

El anuncio de este año arranca con un amanecer, todo un símbolo de su mensaje. Un niño abre los ojos y despierta con una sonrisa. Unas palmas baten entusiasmadas, y una voz en off sale en apoyo de las imágenes: “Hay muchos factores que influyen en nuestro estado de ánimo, pero hay algo, un gesto muy pequeño, capaz de mejorar nuestro día… ¡La sonrisa!”. Durante minuto y medio, el narrador explica con detalle cómo la sonrisa no sólo nos cambia la cara: también nos cambia la vida, porque despierta la ilusión y las ganas de vivir. Al final, el anuncio concluye: “Sabemos que no se puede cambiar el mundo de un día para otro, pero nosotros creemos que entre todos sí podemos mejorar las cosas... ¿Empezamos con una sonrisa?”.

Hoy quiero que veáis el anuncio antes de leer el comentario que os propongo.



Este anuncio se sustenta sobre cuatro grandes valores que iré desgranando en este artículo: optimismo, infancia, familia y amistad.

1. Optimismo: Indudablemente, la alegría y el optimismo son los valores fundamentales del anuncio. Niños sonrientes, familias alegres, parejas que festejan el simple hecho de estar juntas. También el sonido lo afirma. Lo primero que oímos es un batir de palmas lleno de alegría y entusiasmo. Batimos palmas cuando alguien nos agrada y nos hace felices, cuando algo nos parece sublime y hermoso, y también cuando cantamos y estamos alegres. Batir palmas es nuestro modo de expresar el gozo y el aprecio de algo.

Aún más, la palabra clave del anuncio es sonrisa. Cuando se menciona por vez primera, se hace un pequeño silencio, la música sube de volumen y el ritmo se acelera. La palabra se nos presenta como algo mágico: “Ese gesto tan común esconde poderes increíbles. Hay algo especial en la sonrisa (…). Se ha demostrado que la sonrisa alimenta nuestras emociones. Es decir, que por el simple hecho de sonreír, ya nos sentimos mejor”.

Y es que la sonrisa no es sólo un modo educado de mostrar agrado ante una visita. Esto sería ya bastante en un mundo regido sólo por la cortesía, pero no por el verdadero afecto. No, la auténtica sonrisa no es un mero convencionalismo; y, desde luego, es lo más opuesto a la simulación. Por eso el texto insiste: “No es un gesto aprendido. Antes de nacer los bebés sonríen en el seno materno”.

2. Infancia: Hablando de bebés, no es casual que la mayoría de los personajes del spot sean niños, y que cuando aparecen junto a mayores, sean ellos quienes asuman el protagonismo. Es sintomático que la primera imagen sea un niño que despierta, sonriente, con los primeros rayos de sol. Luego vemos a niños en distintas situaciones: jugando, compartiendo alegría, transmitiendo felicidad al mundo. Les vemos con su madre, en el salón de la casa; o con el padre, sonriendo en el jardín; en los columpios, en sano ejercicio físico; o bajo la lluvia, chapoteando bajo un paraguas. En toda circunstancia aparecen siempre con una franca alegría.

Porque en ellos, sonreír es algo natural: “Los niños son los que más sonríen: hasta 400 veces al día. En cambio, los mayores, unas 20”. Es una invitación a que aprendamos de ellos: a sonreír, a olvidar las penas, a afrontar la vida como un juego. Y no pensar en las tragedias, porque se esfuman todas cuando aprendemos a sonreír.

Esa idea del juego está presente en todas las escenas, pero principalmente en la que vemos a niños y niñas disfrazados de reyes y reinas. Porque ellos son los príncipes de la casa. Cuando el texto dice: “Pero hay algo, un gesto muy pequeño, capaz de mejorar nuestro día… ¡La sonrisa!”, lo que vemos es el rostro de una niña en un columpio que se acerca hasta el primer plano. Su sonrisa infantil es la mejor imagen de la felicidad.

3. La familia: Tan importante como los dos valores anteriores, resulta en el anuncio el contexto familiar. Todas las secuencias iniciales transcurren en el ámbito de una familia. Tras el despertar de un niño, vemos a una madre que juega con su hija. Después vemos al marido y a la mujer que contemplan asombrados una hoja de papel. A continuación, se nos muestra la causa del asombro: un dibujo de su hija, el dibujo de una familia unida –padre y madre cogidos de la mano– en la que ella es el centro de las atenciones.

La relación padres-hijos es el leit motiv de todas las historias, una relación de confianza que sobre todo se muestra cuando juegan juntos. Hay, además, dos imágenes muy significativas: la comida en la que están presentes los abuelos (lo que sugiere una familia abierta y generosa, que sabe tener espacio para los mayores: los que tienen menos vitalidad y salud) y la imagen del bebé en el vientre de su madre. Él ya forma parte de la familia, aún antes de nacer. Y es el portador de la alegría: “Antes de nacer los bebés sonríen en el seno materno”. Esa imagen –la del bebé sonriente– aparece de nuevo como cierre, mientras oímos la última frase de la narración: “¿Empezamos con una sonrisa?”. Porque empieza una nueva vida, porque la llegada de un bebé es la mayor alegría para una familia.

4. La amistad: El anuncio concede una gran importancia a las relaciones sociales y destaca en ellas su carácter benefactor. Somos mejores cuando estamos en grupo: “Lo mejor es que cuando vemos una sonrisa, la imitamos. Sonreímos 30 veces más estando en grupo que solos”.

Compartir. Esa es otra de las claves del anuncio. Compartir juegos y aficiones, compartir tiempo; pero, sobre todo, compartir alegría. Es algo que todos podemos hacer por los demás. Porque la alegría, como la sonrisa, es contagiosa: “Una reacción en cadena que podemos empezar todos cada día”. Esa es la primera y principal muestra de solidaridad. Antes que pensar en los que están lejos, en otros continentes, debemos pensar en los que están cerca: en nuestro propio hogar.

Este es, en síntesis, el mensaje lleno de optimismo que nos lanza Danone. ¡Bienvenido sea en nuestro mundo gris y apesadumbrado, donde tanta gente se ha olvidado de cómo sonreír!

domingo, 22 de junio de 2014

Bella historia de un amor imposible

Es un relato de amor contado sólo con imágenes. Aquí sobran las palabras, porque los gestos y las miradas lo dicen todo.

La historia comienza en un parque, con un encuentro apenas fugaz y un saludo aún más breve. Todo muy normal. Pero la narración, tan redonda en todos sus detalles, muy pronto se nos antoja  sublime.

Poco a poco, se teje una sutil paradoja. El fotógrafo, experto para “ver” los instantes mágicos de la vida, se vuelve “ciego” para los gestos cotidianos que ella espera: ella  quiere compartir el paraguas, en vez de que cada uno pasee con el suyo. Y al revés: ella, que es la primera en "ver" el afecto que les une, se vuelve "ciega" a resultas de ese amor… Cruel ironía del destino.

Pero no es sólo un momento, porque la metáfora de la ceguera “ilumina” toda la historia. Casi al comienzo, en la escena en que ella le lava el pelo, la joven arroja sobre él, sin querer, agua con jabón sobre sus ojos, y eso marca el comienzo de todo. Más adelante, en el estudio de fotografía, ella deja caer, desde lo alto, un líquido sobe sus ojos, y eso será el comienzo del fin. Previamente, hemos visto caer la lluvia durante su primera cita, anticipando la amenaza que sobre ellos se cierne.

Esa es la clave: una historia de “visión” y “no visión”. Como la constante presencia de la cámara fotográfica, que capta lo exterior, pero nunca lo interior de las personas. O esa fotografía casual, en su primer encuentro en el parque. O esos dos recién operados, que no se ven, que no se encuentran…

Una historia hermosa… salvo el desenlace, que nos deja con un terrible amargor. Con todo, es hermoso el amor que aquí se cuenta. Y con él podemos quedarnos…

domingo, 15 de junio de 2014

La niña que soñaba con tocar el violín

Jaume Figa, un seguidor de este blog, me envía por mail este anuncio de Thailandia. Es una historia preciosa de superación personal, pero también de amor a la música y, sobre todo, de amistad delicada entre un anciano comprensivo y una muchacha soñadora.
  
Al principio, vemos a una niña que contempla a un violinista vagabundo. El relato se centra en el sonido: los primeros acordes del Canon de Pachelbel, en tono bajo y apagado; los ruidos y bocinazos de la calle; la voz gritona de su hermana que echa por tierra todos sus sueños: “¿Un pato que puede volar? ¿Y un muerto que toca el violín?”. Es lo que había escrito en una redacción… Entonces descubrimos que la chica es sordomuda, y que –abatida por la crudeza del entorno– ha dejado el más hermoso de todos sus sueños: aprender a tocar el violín.

El viejo vagabundo, que por su edad debería estar de vuelta de todo, es quien enciende en ella la llama de la ilusión. “¿Ya no tocas el violín?”, le pregunta por gestos; y ella baja la cabeza avergonzada. Más tarde, desahoga su pena con él: “¿¡Por qué soy diferente a los demás!?”. Y él responde, también con gestos: ¿Y por qué tienes que ser tú como los demás?. En el silencio de la conversación sin palabras, el viejo le confía su paradójico secreto: “La música… es algo visible. Cierra tus ojos, y lo verás”.

Empieza entonces el Canon de Pachelbel, ahora con más alegría y vitalidad. Es lo que él tocaba, lo que ella –intuimos- aprendió antaño del vagabundo. Y vemos cómo crece su espíritu, y la música, y el afán de aprender. “Oímos” su mejora, su crecimiento, su lucha...

Esta historia de una sordomuda que aprende a tocar el violín -contra todo pronóstico, contra la lógica de los sentidos- es una enseñanza vital en toda regla. Nos habla de abrir nuestro corazón a la esperanza, de creer que los sueños son posibles, y de luchar por conseguirlos con todas nuestras fuerzas. El amor mueve montañas. Y la fe también. Por eso, esa hermosa solidaridad entre los desvalidos –una sordomuda y un viejo de la calle– es el mejor espejo donde podemos mirarnos para aprender a vivir.

Por favor: enviadme más historias como ésta, y difundid este anuncio entre aquellos que puedan necesitar hoy un mensaje de esperanza.

domingo, 8 de junio de 2014

El enfermo necesita, sobre todo, cariño

Cuando estamos enfermos, necesitamos algo más que un medicamento. Necesitamos muchas cosas, que no acertamos a expresar: cariño, comprensión, consuelo... Y, cuando esa enfermedad es larga y dolorosa, como en un cáncer, necesitamos apoyo, mucho apoyo. Ese es el mensaje de este precioso anuncio, que sorprende al espectador en su emotivo final.

El arranque describe un ambiente triste, en algún suburbio de una gran ciudad. ¿Una historia de drogas, robo, alcohol? Un adolescente, cubierto por un pasamontañas, vacía un spray de pintura sobre una vasta pared de ladrillos. Todo hace sospechar un graffiti desafiante, con algún mensaje descorazonador.

Pero en un instante todo cambia. El chico llega a su casa y, al quitarse al pasamontañas, advertimos su cara llena de bondad. La madre imagina que viene de hacer alguna diablura, pero él coge un ramo de flores y lo lleva a la habitación donde duerme su hermana, que –de repente lo descubrimos- está intubada y padece cáncer. El chico descorre las cortinas, despierta a la niña y le invita a mirar lo que ha creado para ella… La madre se emociona, y nosotros también…

Ciertamente, “It’s more than medication”. Es algo más que un medicamento lo que necesitamos en esa situación. Es el cariño. Eso es lo que nos hace vivir.

Buen mensaje para los tiempos que corren. Siempre queda la esperanza, y también el afecto de un hermano al que todos creían ya perdido…

domingo, 1 de junio de 2014

"Un beso por ser como eres..."

Esta campaña de Pan Pepín enlaza perfectamente con la filosofía de la marca: el amor a Puerto Rico y la bondad de sus gentes, el hogar de familia y el valor de la amistad… El spot se estrenó en la televisión puertorriqueña el 25 de junio de 2009, y fue uno de los anuncios más comentados del año. Entre otras cosas, porque todos los actores que vemos en él son empleados de Pan Pepín, lo que manifiesta su identificación con la empresa. También fue comentada la participación del compositor Angel “Cucco” Peña, que ofrece aquí una canción pegadiza, mezcla de aires caribeños y música espiritual negra, de gran eficacia comunicativa.

La historia empieza de noche, en medio de un fuerte aguacero. Cuando todo presagia tristeza y desolación, estalla la música –colectiva, alegre- que nos habla del valor de la comunidad. A continuación vemos varias situaciones de desamparo en las que alguien recibe ayuda de un desconocido o de quien menos esperaba.

Primero, un joven médico atraviesa la noche destemplada para atender a un hombre viejo y enfermo. Después, una madre y su hija –abandonadas en pleno desierto por el reventón del coche- reciben la ayuda desinteresada de un policía que pasaba por allí. Más tarde, una madre a punto de dar a luz es ayudada con afecto por un grupo de jóvenes enfermeras. Luego un chico, en la hora del recreo, decide partir su bocadillo, aunque duda si dar al otro la parte más grande o la más chica. Y así hasta la última, la más entrañable: una mujer llega a casa cansada del trabajo. ¿Estará todo por hacer? No, su marido, con más buena voluntad que eficacia, ha preparado la cena en la cocina mientras jogaba con los niños. De repente, el cansancio de la madre desaparece y su cara se ilumina de felicidad.

El mensaje es claro. La grandeza de cada hombre está en su capacidad de servir a los demás; no en los triunfos que consigue, sino en la felicidad que deja a su paso. El anuncio nos habla de eso: del amor en lo pequeño, del valor de la familia, de la solidaridad entre los hombres. Sobre todo, de la hermosura de una nueva vida, y del afecto en los detalles cotidianos. “Más bueno que el pan, sólo tú”. Buen lema para los tiempos que corren.