Querida hija:
Escucha con atención lo que tengo que decirte... El día en que esta enfermedad se apodere totalmente de mí y ya no sea la misma, ten paciencia y compréndeme. Cuando derrame comida sobre mi blusa y olvide como atarme los zapatos, no te impacientes: recuerda las horas que pasé enseñándote esas mismas cosas.
Si al conversar contigo, repito las mismas palabras y sabes de sobra como terminan, no me interrumpas y escúchame. Cuando eras pequeña tuve que contarte mil veces el mismo cuento para que te durmieras.
Cuando a veces me haga mis necesidades, no te avergüences ni te sulfures, pues ya no puedo controlarme. Piensa cuántas veces, siendo tú una niña, te limpié y te ayudé cuando tampoco tú podías controlarte. Nunca me enfadé. Siempre esperé pacientemente a tu lado a que terminaras.
No me reproches cuando no quiera bañarme, no me regañes por eso. Recuerda aquellos años en que te perseguía por la casa para llevarte al aseo, y los miles de pretextos que inventé para hacer agradable tu baño.
Cuando me veas inútil e ignorante en todas las cosas tecnológicas, te suplico que me las expliques de modo sencillo. No me hieras con tu sonrisa burlona. Acuérdate de que fui yo quien te enseñó las cosas más importantes: comer, vestirte, leer, comportarte… y cómo enfrentarte a la vida tan bien como lo haces. Me alegra pensar que parte de tus triunfos son producto de mi esfuerzo durante años.
Cuando en algún momento llegue a olvidar de qué estamos hablando, dame tiempo para recordarlo. Y si no puedo, no te impacientes; tal vez no era importante, y lo único que quería era estar contigo y que me escucharas.
Cuando mis piernas me fallen por debilidad, dame tu mano para apoyarme… como yo lo hice cuando tú comenzaste a caminar. Cuando algún día me oigas decir que ya no quiero vivir, no te asustes. Algún día entenderás que sólo estoy pidiendo cariño, y que en modo alguno me siento desgraciada. Para mí, tu compañía ha sido siempre mi mejor tesoro.
No te sientas triste al verme así. Quizás ya no entienda tus palabras, pero siempre entenderé tus abrazos, tus caricias y tus besos. Dame tu cariño y tu paciencia, que yo te devolveré gratitud y alegría con el inmenso amor que siempre te he tenido.
Al igual que te acompañé en el inicio de tu vida, te pido que me acompañes en el término de la mía. Siempre he querido lo mejor para ti y he pasado mi vida preparándote tu camino. Piensa entonces que, tras el paso que voy a dar, no te dejaré sola: voy a prepararte un camino muy bonito, en un lugar maravilloso... Y estaré siempre contigo.
Te deseo lo mejor para tu vida. Con todo mi corazón,
Tu madre.
Escucha con atención lo que tengo que decirte... El día en que esta enfermedad se apodere totalmente de mí y ya no sea la misma, ten paciencia y compréndeme. Cuando derrame comida sobre mi blusa y olvide como atarme los zapatos, no te impacientes: recuerda las horas que pasé enseñándote esas mismas cosas.
Si al conversar contigo, repito las mismas palabras y sabes de sobra como terminan, no me interrumpas y escúchame. Cuando eras pequeña tuve que contarte mil veces el mismo cuento para que te durmieras.
Cuando a veces me haga mis necesidades, no te avergüences ni te sulfures, pues ya no puedo controlarme. Piensa cuántas veces, siendo tú una niña, te limpié y te ayudé cuando tampoco tú podías controlarte. Nunca me enfadé. Siempre esperé pacientemente a tu lado a que terminaras.
No me reproches cuando no quiera bañarme, no me regañes por eso. Recuerda aquellos años en que te perseguía por la casa para llevarte al aseo, y los miles de pretextos que inventé para hacer agradable tu baño.
Cuando me veas inútil e ignorante en todas las cosas tecnológicas, te suplico que me las expliques de modo sencillo. No me hieras con tu sonrisa burlona. Acuérdate de que fui yo quien te enseñó las cosas más importantes: comer, vestirte, leer, comportarte… y cómo enfrentarte a la vida tan bien como lo haces. Me alegra pensar que parte de tus triunfos son producto de mi esfuerzo durante años.
Cuando en algún momento llegue a olvidar de qué estamos hablando, dame tiempo para recordarlo. Y si no puedo, no te impacientes; tal vez no era importante, y lo único que quería era estar contigo y que me escucharas.
Cuando mis piernas me fallen por debilidad, dame tu mano para apoyarme… como yo lo hice cuando tú comenzaste a caminar. Cuando algún día me oigas decir que ya no quiero vivir, no te asustes. Algún día entenderás que sólo estoy pidiendo cariño, y que en modo alguno me siento desgraciada. Para mí, tu compañía ha sido siempre mi mejor tesoro.
No te sientas triste al verme así. Quizás ya no entienda tus palabras, pero siempre entenderé tus abrazos, tus caricias y tus besos. Dame tu cariño y tu paciencia, que yo te devolveré gratitud y alegría con el inmenso amor que siempre te he tenido.
Al igual que te acompañé en el inicio de tu vida, te pido que me acompañes en el término de la mía. Siempre he querido lo mejor para ti y he pasado mi vida preparándote tu camino. Piensa entonces que, tras el paso que voy a dar, no te dejaré sola: voy a prepararte un camino muy bonito, en un lugar maravilloso... Y estaré siempre contigo.
Te deseo lo mejor para tu vida. Con todo mi corazón,
Tu madre.
muy bueno
ResponderEliminarPara quienes hemos vivido con familiares que tenían Alzheimer, esta historia nos conmueve especialmente. Es un maravilloso ejemplo de "piedad familiar": de los hijos hacia su madre y de la madre hacia sus hijos...
ResponderEliminarCon tu permiso lo traduzco al catalán y lo comparto en mi blog... Gràcies!
ResponderEliminarEs muy emotivo, me ha gustado mucho. Felicidades por tu blog.
ResponderEliminaruna gran verdad!!
ResponderEliminarPara aquellas personas cuyo pariente está sufriendo de la enfermedad de Alzheimer y tal vez leyendo esto, me resulta difícil que la gente todavía es ignorante de hierbas medicinales cuando se trata de tratar la enfermedad de Alzheimer.
ResponderEliminarHe pasado por muchas fases durante el último par de años desde el diagnóstico de mi padre, él tenía 53 años y tenía la enfermedad de Alzheimer de inicio temprano y su diagnóstico cambió mi vida de muchas maneras, paso la mayor parte del tiempo en la negación y sigo pensando Las pruebas estaban equivocadas. Pero en el fondo sabía que estaban correctos. Aunque compartir su historia es muy difícil. Siempre tuvo mucho éxito en lograr todo lo que se proponía hacer. Alzheimer es una perra de una enfermedad. Comenzó robando su memoria reciente, pero no se detuvo allí. Sigue robando, tomando los recuerdos más recientes hasta que ha robado todos menos los recuerdos más antiguos, experimentó una disminución en su capacidad de pensar, recordar y tomar decisiones. Siento la necesidad de expresar mis pensamientos y sentimientos acerca de cómo afectó su vida cotidiana y cómo su empeorado ya que a pesar de la ayuda de algunos médicos maravillosos y la medicina.
Me recuerdo la suerte de encontrar la medicina herbal de Charanjit rychtova que es capaz de controlar esta enfermedad sin ningún efecto secundario, sentí un momento de alivio esperando que él está libre de esta dolencia, y nada se compara con el poder curativo de la naturaleza. Ahora creo que casi todos los problemas de salud se pueden abordar de una manera natural u otra. Lo único que quería era que se sintiera mejor. Estoy orgulloso de decir que mi papá es libre de Alzheimer. También puede ponerse en contacto con él para asesoramiento y más información. charantova@gmail.com