Volvemos a retomar nuestro tema preferido: la publicidad con valores. Y me ha parecido que una buena forma de hacerlo era con este anuncio en que un niño decide irse de casa.
La historia del spot se cuenta sin palabras, con una música de fondo que va describiendo ese cautivador y extraño sentimiento que es el amor entre dos personas que se quieren. Una mañana, el hijo único de una familia despierta con voces de fondo. Es su madre que está hablando con alguien. Baja las escaleras, aún con el pijama puesto, justo para ver con qué afecto ella está hablando... a una planta.
Los celos inundan el corazón del niño. Piensa que esa planta le ha robado el afecto de su madre, que su mamá le ha traicionado poniendo el cariño en otra cosa. Y llora, y sueña amargamente. Cree que ya nunca tendrá el amor de ella, que ya nunca podrá ser feliz...
Entre bromas y veras, la historia avanza. El chico tira las piezas de un puzle que unía dos nombres queridos: "Mamá - Juan". Y al mirar por la ventana, ve cómo las demás madres del parque cuidan de sus hijos y les acarician. Y él se siente sin afecto. Esa es la clave. Porque ese extraño juego de humor y ternura, de comedia y sentimiento, es lo que hace maravilloso este spot argentino.
El chico comprende que no hay otra solución: debe irse de casa. Esa es la decisión que toma, tras preparar su diminuta mochila donde están todos sus enseres. Baja de nuevo las escaleras, esta vez para decir adiós. Pero... algo le detiene. Mira la calle y mira después su casa, su hogar. Y dice tan sólo esas dos palabras. Porque, al final, el amor hacia la madre es lo que queda.
La historia del spot se cuenta sin palabras, con una música de fondo que va describiendo ese cautivador y extraño sentimiento que es el amor entre dos personas que se quieren. Una mañana, el hijo único de una familia despierta con voces de fondo. Es su madre que está hablando con alguien. Baja las escaleras, aún con el pijama puesto, justo para ver con qué afecto ella está hablando... a una planta.
Los celos inundan el corazón del niño. Piensa que esa planta le ha robado el afecto de su madre, que su mamá le ha traicionado poniendo el cariño en otra cosa. Y llora, y sueña amargamente. Cree que ya nunca tendrá el amor de ella, que ya nunca podrá ser feliz...
Entre bromas y veras, la historia avanza. El chico tira las piezas de un puzle que unía dos nombres queridos: "Mamá - Juan". Y al mirar por la ventana, ve cómo las demás madres del parque cuidan de sus hijos y les acarician. Y él se siente sin afecto. Esa es la clave. Porque ese extraño juego de humor y ternura, de comedia y sentimiento, es lo que hace maravilloso este spot argentino.
El chico comprende que no hay otra solución: debe irse de casa. Esa es la decisión que toma, tras preparar su diminuta mochila donde están todos sus enseres. Baja de nuevo las escaleras, esta vez para decir adiós. Pero... algo le detiene. Mira la calle y mira después su casa, su hogar. Y dice tan sólo esas dos palabras. Porque, al final, el amor hacia la madre es lo que queda.
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