Todos los años el mundo de la publicidad espera con ilusión la campaña navideña de John Lewis, la empresa británica de venta de juguetes. La llegada de ese spot, con la emoción que suele transmitir a los espectadores, marca el comienzo de la Navidad. En este blog ya hemos comentado algunas de sus campañas más emblemáticas: 2011, 2012, 2013…
La de este año es una costosa producción (4 millones de libras) que ha sido filmada en los estudios Warner Brothers de Hertfordshire, y relata un precioso cuento infantil, un auténtico cuento de Navidad.
Se titula "El hombre en la Luna", y tiene por protagonista una niña llamada Lily, que pasa gran parte de su tiempo mirando por un telescopio (por cierto, también figura en el catálogo de John Lewis). Un día, cercana ya la Navidad, descubre en la Luna a un anciano triste y solitario, vestido con ropa desaliñada, que vive retirado en un pequeño cobertizo. Impactada por la tristeza de ese hombre, trata de ponerse en contacto con él: agitando los brazos, lanzando flechas con mensajes y enviando aviones de papel… pero éstos nunca llegan más allá de su jardín. Sin embargo, el contacto parece haberse producido. Hay algo mágico en esas miradas que no se encuentran. Y, mientras, el hombre mira día tras día al planeta Tierra, tratando de descubrir si alguien está pensando en él.
El día de Navidad, la niña recibe un montón de regalos, mientras el hombre se sume en una profunda melancolía. Todo parece que su intuición ha sido vana. Pero, de repente, para sorpresa suya y del espectador, aterriza delante de sus pies el regalo más bonito que la niña ha logrado enviarle a través del espacio. El regalo que más necesita, el que va a poder devolverle la alegría. En efecto, cuando abre el paquete y saca el regalo, sus ojos vierten una lágrima de felicidad…
No quiero desvelar el desenlace, mejor descúbrelo por tu cuenta. Y deja -tú también- escapar una lágrima de tus ojos, como el hombre de la Luna. Esas miradas que finalmente se encuentran en el anuncio son un símbolo de nuestra actual incomunicación. Vivimos rodeados de imágenes, viendo cada día demasiadas cosas, pero se nos escapan las más importantes. Y esta historia nos hace “ver” lo que verdaderamente importa.
Como todos los años, la campaña es fiel al estilo John Lewis: una historia contada sin palabras, solo con gestos; un niño inocente que nos dice a los mayores cómo alcanzar la felicidad; y una música brillante, que nos hace vivir la emoción de la historia. La de este año es una canción versionada de una pieza de Oasis, interpretada por una cantante noruega de 19 años. Esa voz maravillosa da el toque exacto y mágico al anuncio.
Rachel Swift, director de marketing de John Lewis, afirma que el estilo de la marca nunca cambiara. "Es nuestra seña de identidad publicitaria. Siempre queremos contar una bella historia a través de la música y de la emoción. El sentimiento no ha cambiado ni cambiará. Y el mensaje de nuestras campañas es siempre el mismo: hacer un regalo a otra persona exige ternura y cariño, pero también inteligencia: hay que pensar en el otro para saber acertar. Sólo así le haremos felices".
Un gran aplauso para este primer anuncio de la Navidad.
La de este año es una costosa producción (4 millones de libras) que ha sido filmada en los estudios Warner Brothers de Hertfordshire, y relata un precioso cuento infantil, un auténtico cuento de Navidad.
Se titula "El hombre en la Luna", y tiene por protagonista una niña llamada Lily, que pasa gran parte de su tiempo mirando por un telescopio (por cierto, también figura en el catálogo de John Lewis). Un día, cercana ya la Navidad, descubre en la Luna a un anciano triste y solitario, vestido con ropa desaliñada, que vive retirado en un pequeño cobertizo. Impactada por la tristeza de ese hombre, trata de ponerse en contacto con él: agitando los brazos, lanzando flechas con mensajes y enviando aviones de papel… pero éstos nunca llegan más allá de su jardín. Sin embargo, el contacto parece haberse producido. Hay algo mágico en esas miradas que no se encuentran. Y, mientras, el hombre mira día tras día al planeta Tierra, tratando de descubrir si alguien está pensando en él.
El día de Navidad, la niña recibe un montón de regalos, mientras el hombre se sume en una profunda melancolía. Todo parece que su intuición ha sido vana. Pero, de repente, para sorpresa suya y del espectador, aterriza delante de sus pies el regalo más bonito que la niña ha logrado enviarle a través del espacio. El regalo que más necesita, el que va a poder devolverle la alegría. En efecto, cuando abre el paquete y saca el regalo, sus ojos vierten una lágrima de felicidad…
No quiero desvelar el desenlace, mejor descúbrelo por tu cuenta. Y deja -tú también- escapar una lágrima de tus ojos, como el hombre de la Luna. Esas miradas que finalmente se encuentran en el anuncio son un símbolo de nuestra actual incomunicación. Vivimos rodeados de imágenes, viendo cada día demasiadas cosas, pero se nos escapan las más importantes. Y esta historia nos hace “ver” lo que verdaderamente importa.
Como todos los años, la campaña es fiel al estilo John Lewis: una historia contada sin palabras, solo con gestos; un niño inocente que nos dice a los mayores cómo alcanzar la felicidad; y una música brillante, que nos hace vivir la emoción de la historia. La de este año es una canción versionada de una pieza de Oasis, interpretada por una cantante noruega de 19 años. Esa voz maravillosa da el toque exacto y mágico al anuncio.
Rachel Swift, director de marketing de John Lewis, afirma que el estilo de la marca nunca cambiara. "Es nuestra seña de identidad publicitaria. Siempre queremos contar una bella historia a través de la música y de la emoción. El sentimiento no ha cambiado ni cambiará. Y el mensaje de nuestras campañas es siempre el mismo: hacer un regalo a otra persona exige ternura y cariño, pero también inteligencia: hay que pensar en el otro para saber acertar. Sólo así le haremos felices".
Un gran aplauso para este primer anuncio de la Navidad.
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