Queridos amigos:
El año 2022 ha sido un año de noticias oscuras. La más terrible ha sido, sin duda, la invasión de Ucrania por parte de Rusia, que ha provocado una larga guerra sangrienta que cambiará la vida de Europa y del mundo en los próximos años. A la locura bélica hay que sumar la crisis de refugiados, las sanciones internacionales, los genocidios de población civil, la crisis energética y la escalada armamentística. Zelensky se ha convertido en un héroe inesperado, y Suecia y Finlandia solicitan con premura su incorporación a la OTAN. Al mismo tiempo, la escalada armamentísica continúa, y crece el temor a una posible guerra nuclear. Europa vuelve a ser el campo de batalla y el eje de un nuevo orden internacional.
Al mismo tiempo, el mundo se polariza ideológicamente. En Francia sube el voto a Le Pen, en Italia Meloni se hace con el poder, y en Alemania se desarticula un golpe de estado. En el otro extremo, Lula gana las elecciones en Brasil y Pedro Castillo es elegido presidente de Perú, pero es depuesto por sus propios seguidores tras un autogolpe fallido. En Gran Bretaña fallece Isabel II, tras más de 70 años como reina de Inglaterra; y le sucede un septuagenario Carlos III, que se encuentra un país con una grave inestabilidad política: en el año que acaba ha tenido tres primeros ministros, y el gobierno de Liz Truss ostenta el decepcionante récord de ser el más corto de la historia, apenas 6 semanas.
Fueron, en general, noticias que generaron intranquilidad. Por eso resulta muy gratificante anunciar la noticia más luminosa del año: la Noticia de la Navidad, la única verdaderamente importante, la que merece ser celebrada por todos los hombres año tras año. En la tele, en Internet o en los periódicos quizás salga lo más superficial de ella (festejos, cotillones), pero es en las cartas, los mails, las redes sociales y los encuentros familiares –¡gran fracaso de los medios de comunicación!– donde esta Noticia crece y se comunica: entrañable y amorosamente. Porque la comunicación, o es humana y en favor de las personas, o no es nada.
Que paséis unas muy felices Navidades, y que los Reyes Magos nos traigan los mejores regalos, sobre todo a los más necesitados. Que se acabe –por fin– la guerra de Ucrania y haya paz y trabajo para todos; que cesen el hambre, la violencia y la crisis ambiental y energética; que la familia –tan castigada– vuelva a estar unida, alegre y feliz; que se respete la vida también cuando parezca débil o limitada, o cuando aún no haya visto la luz; que todos puedan dar a sus hijos la educación que desean, y que haya salud y amor en todos los hogares. Personalmente, me contentaré con el regalo de veros más a menudo y compartir un rato de felicidad.
El 2022 ha sido para mí un año relevante, porque ha sido mi primer año completo como rector de UIC Barcelona. Gracias por estos meses que he compartido con vosotros. Y que en 2023 seamos un poco mejores. Sobre todo, que no perdamos la sonrisa ningún día.
Un fuerte abrazo navideño,
Alfonso Méndiz