jueves, 17 de diciembre de 2009

Cine-fórum sobre Familia y Divorcio: (4) El matrimonio es para siempre

A pesar de que el divorcio se presenta no pocas veces como liberación, como única salida a un problema de convivencia, lo cierto es que no acontece sin una herida muy profunda en los esposos. En “Kramer contra Kramer”, esto se evidencia en la escena del juicio, con ideas muy sugerentes acerca del “fracaso matrimonial”.

También es interesante la conversación en el parque. Sobre todo, la respuesta de Margaret, la amiga de Joana y confidente de Ted: “Aunque Charlie y yo no vivamos juntos, aunque nos acostemos con otras personas, incluso aunque Charlie se volviera a casar… sigue siendo mi marido, sigue siendo el padre de mis hijos. Y al final, la famosa frase ‘hasta que la muerte os separe’ en realidad en cierta”.

En el clip que hoy os adjunto, pueden destacarse estos temas para el cine-fórum:

- El dolor de toda ruptura en los cónyuges
- No hay matrimonios que fracasan, sino personas que fracasan en el amor
- El matrimonio está hecho para que dure siempre

4 comentarios:

  1. La ruptura matrimonial es siempre la ruptura interior del hombre; la proyección hacia el otro en la busqueda de reafirmación en el amor se ve truncada y disuelta. Ante el divorcio, el hombre y la mujer llamados al matrimonio se contemplan a medias y sin la proyección del otro que lo reafirme.En definitiva, podemos decir que el divorcio incomunica al ser interior del hombre que está llamado a la complementariedad con un "tu" creando un cerco que lo divide e incomunica en su corazón. ¿No es este un proceso que nos recuerda la realidad del infierno?

    Los motivos de la ruptura pueden ser muy variados pero todos ellos son reconducidos a uno principal: la relación no está fundamentada sobre un principio y compromiso mayor libremente aceptado: Dios creador del matrimonio.

    Con ello decimos que el matrimonio no tiene su origen único y exclusivo en el libre consentimiento matrimonial, aunque es dicho consentimiento el que lo dota de realidad jurídica y eficacia, sino que dicho consentimiento humano no es más que poner en acto con libertad la potencia original divina que lleva impreso de forma natural nuestro ser;el designio divino al crear al varón y a la mujer.La mutua complentariedad y a la común unión con las que son creados el hombre y la mujer son traducidas en acto del consentimiento por el "sí quiero" por los contrayentes, se abre la comunicación interior no ya hacia el otro, sino que esta comunicación se convierte en comunicabilidad que trasciende el ser de ambos hacia Dios.

    Por eso un matrimonio que tiene como instancia superior real a Dios, y que en su desenvolvimiento diario busca incesantemente el encuentro con Dios, vivo y verdadero, es un matrimonio que está llamado a perdudar. La voluntad humana no es autosuficiente, sino que está mediada por la voluntad divina y se mantiene fiel al proyecto original impreso en nuestro ser.

    Así es, sobre nuestra razón y verdad siempre estará por encima la Razón y la Verdad de Dios, que es sin genero de dudas la mejor garantía de felicidad.

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  2. Hoy día hay una degradación generalizada de las relaciones, no sólo de las de pareja. Cuando veo que ya durante el noviazgo hay infidelidades (en ciertos casos de la alta sociedad es y ha sido vox populi), que se celebran despedidas de soltero siendo infiel a la pareja, siempre me pregunto ¿y si empiezan así cómo esperan tener un matrimonio modélico? Una sinrazón tras otra. Y lo peor es que muchas de las mujeres divorciadas/separadas buscan luego resarcirse del fracaso, siendo igual de "casquivanas" que el marido que las ha engañado, consecuencia: un batiburrillo y caos moral, ético, higiénico-sanitario (VIH, etc) y un maremágnum de relaciones con hijos de varias madres o padres distintos... para morirse... yo lo respeto, pero creo que por ahí no se va a buen puerto. Otro tema es el de las nulidades eclesiásticas, ese da para un simposio. Sobre lo que dije de que la mujer es pieza angular en un hogar, aunque suene machista no lo es; podemos y debemos trabajar todos, pero el que una madre y esposa esté todo el santo día fuera de su casa creo que no ayuda a la armonía de una familia, a cuidar los pequeños detalles, que son los que al cabo configuran un total rico y estimulante. Yo es que soy muy talibana para estas cosas, es como cuando veo a las madres estas jovencitas fumando como carreteras y empujando el cochecito del niño, que me dan ganas de decirle: "Señora, ¿si no sabe usted cuidarse a sí misma, que se está matando con el tabaco, cómo va a cuidar bien a su bebé?" Suena radical, pero así lo pienso. Y muchas gracias por responder a mi comentario después del "encontronazo" virtual que tuvimos. Reconozco que debo ser más comedida en ciertas ocasiones.
    Inma

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  3. Totalmente de acuerdo, Lorenzo. El matrimonio no es un pacto como el de una sociedad anónima, que puede disolverse cuando las partes quieran. Es un compromiso ante Dios y ante la sociedad. Y de su salud deriva que las futuras generaciones confíen en el matrimonio, en que su amor no será traicionado por el otro si encuentra a otra persona más joven, simpatica o atractiva.

    También es una garantía para los hijos, y para la sociedad. El mejor legado para nuestros hijos es el modelo de generosidad, compromiso y amor que puedan aprender en nuestras vidas.

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  4. Hola, Inma:

    Me alegra verte por aquí. Y, como siempre, te doy la razón. La mujer es piedra angular en la familia: su corazón está hecho especialmente para amar y acoger, para dar a cada uno -al marido, a los hijos- lo que necesita y quiere. Y eso hace que de su entereza y cariño dependa en mayor medida la estabilidad del matrimonio en la sociedad. De eso trata el último fragmento del documental, que pondré mañana.

    Y sí, la infidelidad acecha desde el principio, incluso en el noviazgo. Porque, en efecto, las despedias de soltero/a o las probatinas y coqueteos son demostraciones al otro de que mi amor no es sincero, de que no está por encima de todo. Y eso es tanto como darle a entender que también en el matrimonio podrían darse esos comportamientos.

    Las infidelidades nunca son pequeñas. Por eso, aunque sólo sean del corazón (atenciones indebidas a compañeras, etc.), provocan una fuerte desconfianza, minan el amor prometido ante al altar, debilitan nuestra capacidad de amar y perdonar, y deshacen el fundamento firme sobre el que debiera edificarse todo matrimonio.

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