En días anteriores he hablado en este blog de cómo las teleseries "legitiman" conductas y modos de pensar, y también de la "autoridad social" que les hemos otorgado en la representación de la familia. Ahora leo este artículo de Xavier Gutiérrez, en el boletín "Análisis y Actualidad", que abunda en esta misma cuestión.
No hay nada como estar en familia. La chimenea calienta al fondo el hogar. La sala limpia y sobriamente decorada. Todos juntos en torno al único televisor de casa. Mamá y papá ocupan un lugar privilegiado en el sofá. Jennifer, la hija mayor, descansa la cabeza en el fuerte brazo de su padre. Tom se sienta en la alfombra, recostado en Bobby, el perro traqnuilo. Y el pequeño Nicky se ha quedado dormido en las piernas de su madre.
“¡Shhhhht! No hagan ruido”. Papá toma en brazos a Nicky y comienza a subir las escaleras. Toda la familia lo sigue. Lo deposita suavemente en su pequeña cama. Mamá lo cubre con su manta favorita. Jennifer le quita los zapatos y Tom llega con Teddy, su osito de peluche, para que no duerma solo. Entre besos y caricias se despiden del pequeño angelito. Con una risa apagada regresan todos a la sala. Bobby los recibe moviendo la cola. Papá enciende el televisor, dirige una mirada a su familia y, desde lo más hondo de su corazón, exclama: “¡Os quiero, hijos míos!”
Éste era el modelo clásico de familia que proyectaban en televisión allá por los años setenta. Pero hoy, los modelos de familia que aparecen en televisión son “un poco” diferentes.
"Los Simpson", la aclamadísima serie de la cadena Fox, será nuestro primer punto de referencia.
No hay nada como estar en familia. Homero, en calzoncillos, ocupa todo el sillón. Bart y Lisa tienen el control de la televisión y deciden qué ver. Generalmente será el Show de "Tom & Daly", una parodia de "Tom & Jerry" en la que el ratón termina explotando o mutilando al pobre gato. Marge aparece en escena. Refunfuña por ver tanta violencia y la tachan de mamá aburrida. ¿Dónde está el bebé? Nadie lo sabe. A nadie le importa.
De repente, el abuelo aparece en la ventana y saluda a la familia. Sucede un milagro: Homero se levanta del sillón. Se dirige hacia la ventana. Su padre sonríe enternecido. Homero cierra la persiana para no verlo y se dirige a la cocina. Saca otra cerveza Düff, eructa, se rasca el trasero, patea al perro enclenque que ocupaba su lugar en el sofá y sigue viendo la televisión. Se les considera una familia normal, pero no debería serlo.
Otra de estas caricaturas es "Padre de Familia" ("Family Guy" en la versión original). Los Griffin nos muestran otro “modelito” de la sagrada institución que fundamenta nuestra sociedad.
No hay nada como estar en ¿familia? Todo parece normal. Mamá y Papá en el sillón, abrazados. El hijo mayor sentado en la alfombra. La hija adolescente sentada en una silla aparte. El bebé juega con el perro. Por fin, una escena normal en televisión, a no ser porque…
Peter, el padre, es un católico obeso y alcohólico. Está casado con Louis, otra mamá aburrida, que tiene que soportar las locuras de su estúpido esposo. Su suegro, un fanático, ha maldecido la unión de su hijo con una protestante.
Chris, el hijo mayor, es un fracasado. Utiliza un pendiente en la oreja, es gordo, y su temperamento refleja una total indiferencia e ineptitud. Comparte una característica con Meg, su hermana: son unos inadaptados. Tienen pocos amigos en la escuela y sus padres los avergüenzan constantemente.
Por último, tenemos a Stewie, el bebé obsesionado con la idea de matar a su mamá. Su mejor amigo es el perro de la casa, que habla y es propenso a la bebida. Juntos, el bebé y el perro, representan el peso intelectual de la familia. Con una familia así, ¿quién va a querer casarse y tener varios hijos?
Resultaría grotesco detallar la condición familiar de cada personaje, pero podemos dar algunas pinceladas de este cuadro modernista: un niño que vive solo y muere en todos los episodios; otro que no sabe quién es su verdadero padre, y su mamá tampoco está segura; una mamá que quiere asesinar a su hijo porque ha descubierto que su esposo acude a un club de homosexuales: otro papá que no se siente a gusto con su género y se cambia el sexo, por el de un delfín… y la lista continúa.
Los adolescentes pasan mucho tiempo viendo televisión y absorben todos los modelos que aparecen. No es de sorprender que las nuevas generaciones rehúyan de formar una familia. De nosotros depende ofrecer a las futuras generaciones modelos de familias estables. Más que hablar de series animadas, hablamos de testimonios de vida. Vencer al mal con el bien.
“¡Shhhhht! No hagan ruido”. Papá toma en brazos a Nicky y comienza a subir las escaleras. Toda la familia lo sigue. Lo deposita suavemente en su pequeña cama. Mamá lo cubre con su manta favorita. Jennifer le quita los zapatos y Tom llega con Teddy, su osito de peluche, para que no duerma solo. Entre besos y caricias se despiden del pequeño angelito. Con una risa apagada regresan todos a la sala. Bobby los recibe moviendo la cola. Papá enciende el televisor, dirige una mirada a su familia y, desde lo más hondo de su corazón, exclama: “¡Os quiero, hijos míos!”
Éste era el modelo clásico de familia que proyectaban en televisión allá por los años setenta. Pero hoy, los modelos de familia que aparecen en televisión son “un poco” diferentes.
"Los Simpson", la aclamadísima serie de la cadena Fox, será nuestro primer punto de referencia.
No hay nada como estar en familia. Homero, en calzoncillos, ocupa todo el sillón. Bart y Lisa tienen el control de la televisión y deciden qué ver. Generalmente será el Show de "Tom & Daly", una parodia de "Tom & Jerry" en la que el ratón termina explotando o mutilando al pobre gato. Marge aparece en escena. Refunfuña por ver tanta violencia y la tachan de mamá aburrida. ¿Dónde está el bebé? Nadie lo sabe. A nadie le importa.
De repente, el abuelo aparece en la ventana y saluda a la familia. Sucede un milagro: Homero se levanta del sillón. Se dirige hacia la ventana. Su padre sonríe enternecido. Homero cierra la persiana para no verlo y se dirige a la cocina. Saca otra cerveza Düff, eructa, se rasca el trasero, patea al perro enclenque que ocupaba su lugar en el sofá y sigue viendo la televisión. Se les considera una familia normal, pero no debería serlo.
Otra de estas caricaturas es "Padre de Familia" ("Family Guy" en la versión original). Los Griffin nos muestran otro “modelito” de la sagrada institución que fundamenta nuestra sociedad.
No hay nada como estar en ¿familia? Todo parece normal. Mamá y Papá en el sillón, abrazados. El hijo mayor sentado en la alfombra. La hija adolescente sentada en una silla aparte. El bebé juega con el perro. Por fin, una escena normal en televisión, a no ser porque…
Peter, el padre, es un católico obeso y alcohólico. Está casado con Louis, otra mamá aburrida, que tiene que soportar las locuras de su estúpido esposo. Su suegro, un fanático, ha maldecido la unión de su hijo con una protestante.
Chris, el hijo mayor, es un fracasado. Utiliza un pendiente en la oreja, es gordo, y su temperamento refleja una total indiferencia e ineptitud. Comparte una característica con Meg, su hermana: son unos inadaptados. Tienen pocos amigos en la escuela y sus padres los avergüenzan constantemente.
Por último, tenemos a Stewie, el bebé obsesionado con la idea de matar a su mamá. Su mejor amigo es el perro de la casa, que habla y es propenso a la bebida. Juntos, el bebé y el perro, representan el peso intelectual de la familia. Con una familia así, ¿quién va a querer casarse y tener varios hijos?
La última serie animada que analizaremos es: "South Park". Podríamos continuar con otros programas, pues la lista es tan grande como dibujos animados en televisión, pero por ahora bastan estos tres ejemplos.
No hay nada como estar… Quizás no se pueda hablar del concepto “familia” en una serie como esta. La protagonizan cuatro niños: Stan, Kyle, Cartman y Kenny. Los directores aprovechan para atacar a todos los estamentos, religiones y nacionalidades con un vocabulario que haría sonrojar a un pescador veracruzano.
Resultaría grotesco detallar la condición familiar de cada personaje, pero podemos dar algunas pinceladas de este cuadro modernista: un niño que vive solo y muere en todos los episodios; otro que no sabe quién es su verdadero padre, y su mamá tampoco está segura; una mamá que quiere asesinar a su hijo porque ha descubierto que su esposo acude a un club de homosexuales: otro papá que no se siente a gusto con su género y se cambia el sexo, por el de un delfín… y la lista continúa.
Los adolescentes pasan mucho tiempo viendo televisión y absorben todos los modelos que aparecen. No es de sorprender que las nuevas generaciones rehúyan de formar una familia. De nosotros depende ofrecer a las futuras generaciones modelos de familias estables. Más que hablar de series animadas, hablamos de testimonios de vida. Vencer al mal con el bien.
De pequeño solía ver "Los picapiedra". Me parecía una serie divertida, y que daba una imagen de la familia muy positiva. Ciertamente, ahora las series de dibujos animados -¡que se dirigen a niños!- les estánm dando una imagen lamentable de lo que debe ser una familia.
ResponderEliminarOjalá muchos padres leyesen estos comentarios que publicas en este blog.
Felicidades.
Me declaro seguidora de los Sympsons. A diferencia de series como Padre de Familia o Shinchan, me parece que en muchas ocasiones es una crítica a lo que NO debería ser una familia. Es cierto que todo está caricaturizado, Homer tiene un vecino (Flanders) que es un fiel cristiano, amable con sus vecinos, que nunca grita, ama a su esposa e hijos, etc. Es cierto, Homer le desprecia y se burla de él, pero ¿se presenta a Homer como un modelo? A mi me parece que no, que se le presenta como un modelo de lo que NO se debe hacer, puesto que no le conduce ni al éxito ni a la felicidad. Lo único que le salva de esa vida triste en la que vive es, precisamente, el amor de su familia. Está el capítulo en el que una mujer muy atractiva intenta ligar con Homer; al final, estando solos en un hotel en el que se tienen que quedar a dormir... Homer llama a su mujer y rechaza a la otra, con lo que termina felizmente el capítulo porque Homer, ese bruto, tiene al fin y al cabo un amor a su familia capaz de superar esa brutalidad que le caracteriza. También hay innumerables capítulos (por ejemplo en el que apuntan a Lisa a un concurso de belleza, o terminan por escucharla tocar su saxofón) en los que Homer de nuevo consigue ser feliz a través del sacrificio por su familia. También está la lucha de la madre por sus hijos y su marido (en contra de que sus hijos tengan modelos como "Rasca y Pica" o el tabaco, en un capítulo reivindica el alma de su marido -que él había vendido al diablo a cambio de una rosquilla- porque el día de su boda Homer le dijo que sería de ella).Los hermanos pelean, pero en los momentos decisivos terminan por ayudar al otro a pesar de las diferencias. Cuando los personajes obran mal, obtienen malos resultados. Cuando obran el bien, son felices. Aunque se les muestre habitualmente obrando el mal, creo que el ejemplo por lo tanto es bueno.
ResponderEliminarEs cierto que dependiendo de la temporada han ido adquiriendo carices diferentes... Hay temporadas más esperanzadoras y otras menos. Hay también capítulos en los que -puntualmente creo- se ha reivindicado posturas con las que no estoy de acuerdo (sobre todo el los últimos capítulos).
Probablemente es una serie demasiado ácida y, por supuesto, hay que diferenciar entre series de dibujos y series para niños, ya que ninguna de estas series está dirigida al público infantil.
Hmmm... No estoy de acuerdo con el enfoque. Pienso que, precisamente porque estas series distorsionan cruelmente la imagen de familia, parodiándola y riéndose de todos los estereotipos (porque la hipocresía también se da en la familia, y es el peor sitio de todos para que se dé), al hacerlo consiguen por contraste destacar que "lo que queda", la base de la que ha partido la parodia, es lo mejor de la familia.
ResponderEliminarClaro que hay series y series: "South Park" es destructiva, pero es que su concepto es ése, atacar de forma deliberada cualquier idea establecida, sin distinción alguna, no es una serie infantil o juvenil, es humor negro para adultos con un raro sentido del humor.
"Padre de familia" es la peor de las tres, ya que mezcla un humor aparentemente blando con un corrosivo juicio sobre todos los valores familiares: no los revaloriza por la exageración humorística, sino que produce confusión al tener varios niveles de valoración según le apetece al guionista en cada capítulo.
Por su parte, "Los Simpsons" se ríe de los valores familiares, los retuerce y les da la vuelta, pero el resultado es un esquema de valores ficcional y propio, que en cierto modo es un reflejo de los valores reales, y precisamente por su continuidad hace que uno identifique con facilidad cuáles son y por qué son importantes... y lo son "porque" en la serie están "al revés" mostrando una y otra vez el peligro de no ser coherentes o de no haber madurado esos valores (lo que lleva a la hipocresía).
Me atrevo a afirmar que "Los Simpsons" consiguen un efecto positivo precisamente por cómo se ríen de los valores familiares, destacándolos y haciéndolos visibles al criticar la incoherencia de las personas a la hora de vivirlos (motivo que está en la raíz de la mayoría de los guiones de esta serie). Cuando Homer deja tirado al abuelo Simpson en la residencia una y otra vez lo que hace es recordar continuamente a los que ven la serie dónde están sus abuelos reales, y que las residencias no son una buena solución cuando hay sitio en casa y en la familia.
Gracias, Andrés, por tan elaborado, matizado y enriquecedor comentario. Como señalo al principio, el artículo no es mío, lo tomo de un boeltín al que estoy suscrito. Y creo que, en el análisis que ahí se plantea, se dan pistas para advertir de una cierta escisión entre el concepto de familia que tienen los padres de hoy y el que sus hijos se forjan en esas series.
ResponderEliminarNo obstante, tus puntualizaciones me parecen acertadas y ayudan a completar el cuadro. Por eso te felicito.
En el caso concreto de Los Simpsons, en mi opinión, se requiere de cierto grado de madurez para comprender de forma positiva lo que se presenta en sus capítulos. Considero que no es una serie para niños, sino para adultos jóvenes o adultos. Por lo tanto creo importante que los niños que ven la serie sean orientados y vigilados por los adultos que sí entendemos más del asunto.
ResponderEliminarCIERTAMENTE POR JUSTIFICAR O DEJAR PASAR DEJAR SER O DEJAR DE HACER LAS FAMILIAS ESTAN COMO ESTAN NO ES CUESTION DE ENFOQUES LO QUE ESTA BIEN ESTA BIEN Y LO MALO ES MALO Y NUNCA DEJARA DE SERLO, ES CIERTO Q QUIZA SON CARICATURAS PARA ADULTOS PERO NO PARA ADULTOS CRISTIANOS. ESAS CARICATURAS SON COSAS MUNDANAS Y NADA MAS. PERO ANTE TODO MIS RESPETOS PARA TODOS EN EL BLOG. SALUDOS Y COMO SIEMPRE ES ENRIQUECEDOR ENCONTRAR ESTE TIPO DE BLOGS Y COMENTARIOS DIOS LES BENDIGA.
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