El miércoles pasado comentaba el estudio “Use of mass media campaigns to change health behavior”, publicado el 7 de octubre pasado en la revista The Lancet, que señalaba los fracasos de las campañas contra el SIDA. Reproduzco el análisis que Fernando Rodríguez ha publicado en Aceprensa.
El informe constata que los esfuerzos de los distintos gobiernos se han materializado en un mayor uso del preservativo, aunque sin embargo no ha disminuido el número de parejas sexuales. Pese al tono optimista de todo el estudio, los datos ofrecidos no llevan precisamente al entusiasmo: en cuanto a hábitos sexuales, las campañas institucionales centradas en el preservativo no están dando los resultados esperados.
El estudio aborda las campañas centradas en la natalidad desde la perspectiva de la llamada “planificación familiar”, una forma eufemística de promover la contracepción, no solo dentro de la familia, sino en cualquier ámbito. Desde este punto de vista, la maternidad aparece como un “fracaso organizativo” o como la consecuencia negativa de una información deficiente. Es significativo que la reducción de la natalidad se tome como un objetivo propio de estas campañas de “concienciación social”, al mismo nivel que la prevención del sida. De hecho, ambas aparecen vinculadas en el título del epígrafe: “Reducción de la tasa de natalidad y prevención del contagio del sida”.
Lo que une a estos dos objetivos no es tanto erradicar lo que se consideran malos hábitos en el comportamiento sexual, sino proponer una estrategia común: el inevitable uso del preservativo.
Este reduccionismo, unido al poco éxito en la modificación de las conductas de las personas expuestas a las tradicionales campañas del estilo “póntelo, pónselo”, está llevando a la utilización de nuevas estrategias de marketing. Es el caso de la moda de introducir mensajes a favor de la “planificación familiar” –en su sentido más profiláctico– en espacios televisivos de entretenimiento, y más en concreto en las series de ficción, diluyendo la dosis de propaganda entre el resto de contenido para lograr mayor impacto.
El informe argumenta que los avances en la contracepción solo se producen cuando se da un clima “favorable al uso moderno de la contracepción y a la idea de un modelo de familia menos numerosa”. De ahí –añaden– que el aumento en la demanda de métodos de contracepción solo se estén dando –y a corto plazo– entre aquellas personas expuestas a las campañas de concienciación institucional que previamente eran favorables a este tipo de técnicas. La influencia entre los que no lo son es mucho menor. Es decir, que las mencionadas campañas convencen a los ya convencidos, mientras que son ineficaces entre los críticos.
El informe constata que los esfuerzos de los distintos gobiernos se han materializado en un mayor uso del preservativo, aunque sin embargo no ha disminuido el número de parejas sexuales. Pese al tono optimista de todo el estudio, los datos ofrecidos no llevan precisamente al entusiasmo: en cuanto a hábitos sexuales, las campañas institucionales centradas en el preservativo no están dando los resultados esperados.
El estudio aborda las campañas centradas en la natalidad desde la perspectiva de la llamada “planificación familiar”, una forma eufemística de promover la contracepción, no solo dentro de la familia, sino en cualquier ámbito. Desde este punto de vista, la maternidad aparece como un “fracaso organizativo” o como la consecuencia negativa de una información deficiente. Es significativo que la reducción de la natalidad se tome como un objetivo propio de estas campañas de “concienciación social”, al mismo nivel que la prevención del sida. De hecho, ambas aparecen vinculadas en el título del epígrafe: “Reducción de la tasa de natalidad y prevención del contagio del sida”.
Lo que une a estos dos objetivos no es tanto erradicar lo que se consideran malos hábitos en el comportamiento sexual, sino proponer una estrategia común: el inevitable uso del preservativo.
Este reduccionismo, unido al poco éxito en la modificación de las conductas de las personas expuestas a las tradicionales campañas del estilo “póntelo, pónselo”, está llevando a la utilización de nuevas estrategias de marketing. Es el caso de la moda de introducir mensajes a favor de la “planificación familiar” –en su sentido más profiláctico– en espacios televisivos de entretenimiento, y más en concreto en las series de ficción, diluyendo la dosis de propaganda entre el resto de contenido para lograr mayor impacto.
El informe argumenta que los avances en la contracepción solo se producen cuando se da un clima “favorable al uso moderno de la contracepción y a la idea de un modelo de familia menos numerosa”. De ahí –añaden– que el aumento en la demanda de métodos de contracepción solo se estén dando –y a corto plazo– entre aquellas personas expuestas a las campañas de concienciación institucional que previamente eran favorables a este tipo de técnicas. La influencia entre los que no lo son es mucho menor. Es decir, que las mencionadas campañas convencen a los ya convencidos, mientras que son ineficaces entre los críticos.
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