Los medios de comunicación son un instrumento para conocer el mundo, la sociedad y sus valores. Pero ¿qué imagen transmiten? Desde luego, una nada inocente; pues, como es patente, los medios no se limitan a reflejar la realidad, sino que, en buena medida, contribuyen a crearla.
De este modo, lo factual, lo verídico, no siempre coinciden con la realidad mediática. Esta debería ser reflejo de aquélla, pero, de hecho, cualquier canal de televisión o cualquier portal de Internet toman de la realidad sólo aquellas partículas que le interesan, refundiéndolas, simplificándolas, distorsionándolas, para ofrecerlas a la audiencia según los cánones ideológicos, sociales y culturales a que se adscribe. En la práctica, hay casi tantos modelos de realidad como medios de comunicación.
En su artículo "Living with television: the dynamics of the cultivation process" (1986), George Gerbner investigó los géneros de ficción televisiva, y descubrió su fundamental contribución a la construcción de representaciones mentales de la realidad social. Cuantas más horas pasa un individuo frente a la pantalla del televisor, mayor es la coincidencia entre su propia concepción del entorno y la representación que del mismo hace la televisión.
En casi todos los imperios y eras históricas una comunidad dominante de intelectuales explicó ideológicamente a las masas incultas los objetivos existenciales y el futuro a donde debían encaminarse, imponiéndoles un programa que éstas eran incapaces de organizar por sí mismas.
Hoy los rectores de la opinión pública actúan desde los medios globalizados, difundiendo entre las audiencias pasivas, con fascinantes imágenes y músicas, el que Edgar Morin llamaba “pensamiento único”. Lo que aquel despotismo ilustrado conseguía mediante el autoritarismo político hoy lo logran los poderosos adoctrinando a las audiencias por sutil propaganda en los medios de comunicación.
Mucha gente adormece su nativo espíritu crítico, su autonomía intelectual, por diversiones vacuas, programas insustanciales de televisión, espectáculos informativos que, cuando no están despojados de valores, sumen en la perplejidad o en la ignorancia por la superficialidad de los análisis.
Creemos ser más libres porque podemos escoger entre este reality, o aquel otro, o aquel otro; entre esta serie, o esta otra, o aquella otra... Y, aunque sean en escenarios distintos y en canales diferentes, acabamos consumiendo la misma televisión, el mismo tipo de programas, los mismos valores... La pluralidad de lo mismo, ¿es verdedadera pluralidad? Y, lo que es más importante: ¿en esa supuesta "pluralidad", se es más libre, más humano?...
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