![](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjmv01mBWIzBwmVYpE24AJiO7PbQ4hBwVd15lc3L49MFNwwabEqWYDYJeTFZNIG5GHeerLIZNZ82M-5dxFeeWDV_-0VxgUD-d_6XcaPGfzw0t5dQYO-DU3yotM9iSEo9yxxnJdUQuV01pg/s320/Ni%25C3%25B1os+imitan.jpg)
Y es verdad que en casa les damos afecto, que les queremos. Pero nos olvidamos de que los niños nos vean actuar en muchos otros ámbitos, y esa actuación les marca. Unas veces, ven nuestros actos y los juzgan. Si los padres riñen, se produce una gran tragedia en su alma: “Papá es malo porque chilla a mamá”, y entonces sobreviene el trauma, la desilusión, la tristeza infinita de un niño que no estaba preparado para ese trance.
Otras veces ven nuestros actos y tienden a imitarlos. Y no siempre son positivos, como los que aparecen en esta historia. “Pero, ¿cómo ha salido este niño así? ¿Dónde ha aprendido todas esas cosas?”. Pues, desgraciadamente, a nuestro lado.
Ciertamente, la mayoría de nuestros actos son para ellos positivos y enriquecedores. Pero es bueno recordar que ellos nos ven siempre… y que serán, en buena parte, lo que les enseñemos con nuestra conducta. Para ellos, seremos siempre “el modelo”, el espejo en el que se miran para aprender a conducirse en sus vidas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario