domingo, 15 de septiembre de 2013

Las 10 mejores películas jurídicas

El “cine de abogados” ha dado con frecuencia grandes películas. Todos recordamos escenas de juicios con maravillosos ejemplos de oratoria y de honestidad; con argumentaciones brillantes, discursos floridos, dilemas morales (¿hasta dónde llegan la certeza y la duda, la verdad y la justicia?) y situaciones muy humanas que sólo una persona íntegra es capaz de comprender y enjuiciar.

Hace unas semanas el Consejo General de la abogacía española preguntó a insignes juristas cuáles eran, a su juicio, las mejores películas sobre juicios y abogados. De todos los que respondieron, me gustó la elección de Francisco Jiménez-Villarejo, Fiscal Anticorrupción experto en “Cine y Derecho”, que representa a España en el órgano de Cooperación judicial de la Unión Europea. Tomando pie en sus argumentos, y con base en una elección personal, os ofrezco esta selección de películas cuyo argumento recae principalmente en un juicio. Espero que os guste.

1. Doce hombres sin piedad (1957)

El título original (Twelve angry men) era más expresivo que la traducción española: calificaba a los doce miembros del jurado como irritados o, más bien, exasperados con el reo, y lo asombroso del filme es que todos acaban teniendo no solo piedad, sino un profundo compromiso por pertenecer a un jurado, tarea inicialmente asumida de manera rutinaria y resignada. La cinta combina un excelente guión teatral de Reginald Rose y una dirección de Sidney Lumet, absolutamente megistral. Se trata de una mirada inteligente al sistema judicial a través de los ojos del jurado, planteando cuestiones jurídicas como: la valoración de la prueba, la noción de duda razonable, la subjetividad de los testimonios o la presunción de inocencia. Lo mejor de todo es la evolución de cada uno de los miembros del jurado al enfrentar su responsabilidad en una sentencia colectiva.

2. Matar un Ruiseñor (1962)

Magnífica adaptación de la novela autobiográfica de Harper Lee (premio Pulitzer en 1960), dirigida por Robert Mulligan. Película en la que brilla sobre todo el personaje de Atticus Finch (Gregory Peck), un padre viudo y abogado de una pequeña ciudad de Alabama que es elegido para defender a un negro acusado de violar a una mujer blanca. El protagonista encarna la prudencia, la tolerancia y un equilibrado anhelo de justicia en circunstancias adversas, desde una terrible soledad a la que se ve abocado por los prejuicios raciales. Es una película redonda, cargada de valores referidos a la justicia con mayúsculas. La historia es narrada por la hija del protagonista, la pequeña Scout: un gran acierto argumental. Este enfoque dota a la película de una frescura imperecedera. Toda una lección de derecho y, sobre todo, de magnanimidad.

3. Testigo de cargo (1957)

Está basada en una obra teatral de Agatha Christie y fue dirigida por Bily Wilder, que demuestra su buen oficio y polivalencia en este suspense judicial con marcado estilo “hitchcockiano”. En el reparto destaca Charles Laughton en el papel de un insigne abogado que, tras un ataque al corazón, asume la defensa del joven Leonard Vole (Tyrone Power), acusado de matar a una mujer para hacerse con su herencia. Aparentemente se trata de la típica película de juicio por asesinato, pero el argumento contiene un desarrollo de personajes inigualable y un giro final sorprendente. Fue rodada en una de las salas del “Old Bailey” londinense, impregnada del carácter reverencial de la liturgia judicial inglesa. Además de su lectura jurídica, esta película es ante todo una obra maestra del cine que emociona, hace reír y mantiene en vilo al espectador.

4. Cadena perpetua (1994)

Cuando se dieron a conocer las nominaciones a los Oscars, esta "desconocida" película, dirigida por un novato, sorprendió al hacerse con 7 nominaciones, incluida la de mejor película. Pero "Forrest Gump" arrasó con todo y este drama carcelario se fue de vacío. Desde entonces muchos críticos han reivindicado su calidad y el conjunto de valores que encierra esta entrañable –y a la vez, dura- historia sobre la amistad. El guión (basado en un relato de Stephen King) atrapa poco a poco al espectador en un crescendo magistral, regalando uno de los finales más bellos de las últimas décadas. Tiene escenas memorables, como el momento en que Dufresne (Tim Robbins) "regala" unos momentos de música clásica a los presos. Son momentos en que la verdadera libertad humana, esa que nadie te puede quitar, grita poderosamente.

5. Algunos hombres buenos (1992)

Basada también en otra obra de teatro: “A few good men”, del dramaturgo y guionista Aaron Sorkin (El ala oeste de la casa blanca, La red social, etc). La historia se centra en el personaje del teniente Kaffe (Tom Cruise), un joven y ambicioso abogado de la Marina, que se ha ganado una excelente reputación en negociar pleitos antes de llegar a juicio. En la base de Guantánamo, un marine aparece muerto. Los aparentes culpables son dos de sus compañeros, que se excedieron en la brutalidad de un “código rojo”: el castigo de los veteranos al novato que deja en mal lugar a la compañía. Kaffe es el encargado del caso junto a una atractiva y apasionada ayudante (Demi Moore). Y, sorprendentemente, no negocian. Cuando se adentran en la investigación, lo que parecía un veredicto fácil, se complica. Aparecen pistas que implican a los compañeros y a los jefes del soldado fallecido... Tiene un sólido guión y un fantástico elenco de actores, entre los que sobresale Jack Nicholson (ganó el Óscar por ese papel) como el oscuro Comandante de la base cubana.

6. El Caso Winslow (1999)

Partiendo de una sobria puesta en escena, con claras bases teatrales y tomada de un caso real, esta película de David Mamet refleja muy bien la otra cara de un proceso judicial: su intrahistoria, sus repercusiones en la familia, el hogar que lo soporta. En este caso, una familia inglesa de principios del siglo XX que ve mancillado su honor cuando el menor de sus hijos, cadete de la Marina, es expulsado injustamente. Destacan las interpretaciones de la pareja protagonista (el abogado y la hermana del defendido): sus diálogos llenos de medias palabras, las frases entrecortadas, los sobrentendidos y un calculado distanciamiento. Desde el común anhelo de justicia, contrastan en el juicio distintas posturas: la actitud paciente y respetuosa del padre, la lucha reivindicativa y apasionada de la hermana y el sentido de la prudencia del abogado. En su lectura jurídica, destacan dos actuaciones del abogado, que compromete su carrera en el caso por el afecto hacia la hermana: su brillante obtención del permiso para litigar en la Cámara de los Comunes (invocando la frase solemne: “Let the right be done”) y la frase más famosa de todas: “Justice is easy, right is hard”.

7. Veredicto final (1982)

También dirigida por Sidney Lumet. Se trata de un juicio civil de imprudencia médica con jurado que, inesperadamente, es llevado a la sala por un malogrado acuerdo económico. La imagen de una mujer en estado vegetativo a causa de una mala actuación médica es el origen de este drama judicial. Todo parece indicar que el sistema legal va a ser más propicio para los poderosos empresarios que para los débiles demandantes, pero la integridad de un abogado que ama la justicia por sí misma (Paul Newman) resulta reparadora para los familiares de la víctima: más allá de la compensación económica, renace en la familia el honor y el afecto hacia la madre. También al abogado saldrá transformado: tras una vida zigzaguante, este caso le redimirá de todas sus culpas.

8. La tapadera (1992)

Sidney Pollack, todo un especialista en el género de suspense, lleva a cabo esta adaptación de la popular novela de John Grisham, quien se ha hecho famoso por sus novelas sobre juicios y abogados. Mitch McDeere (Tom Cruise) ha conseguido una brillante graduación en Derecho por Harvard y es contratado en un prestigioso bufete de Memphis, con un sueldo muy alto. Sin embargo, una llamada del FBI viene a enturbiar sus felices días: han descubierto que ese bufete es en realidad una tapadera de operaciones muy oscuras. Mitch se debate entre su fidelidad a la empresa y el compromiso con la justicia. Pero las cosas se complican: no sólo su trabajo, ahora su propio matrimonio anda en juego, y Mitch tendrá que enfrentarse a varios dilemas en una carrera contrarreloj. Ciertamente, se trata de una película muy sólida, con grandes dosis de tensión e intriga, que anuda en el argumento diversos conflictos de carácter moral y jurídico.

9. En el nombre del padre (1993)

Dirigida por Jim Sheridan, con guion adaptado por Terry George y Sheridan a partir de la autobiografía de Gerry Conlon. Esta película irlandesa relata los casos conocidos como “los Cuatro de Guildford” y “los Siete de Maguire” a través del propio Gerry Conlon (Daniel Day-Lewis) y su padre (Pete Postlethwaite), cuya relación paterno-filial es lo mejor de la cinta. Ambos se vieron erróneamente implicados y condenados por un atentado terrorista. Su única culpa fue ser irlandeses y estar en el sitio equivocado. Tras una serie de apelaciones y refutaciones que acabaron conmocionando a la opinión pública, en junio de 1991 el Tribunal de Apelación de Londres anuló la sentencia tras las dudas surgidas en las confesiones policiales y a partir de pruebas adicionales ocultadas a la defensa. Este error judicial, que sacudió el sistema legal británico y dio lugar a importantes reformas procesales, realzó la figura el fiscal en la instrucción del caso, evitando que sea un mero “rubber stamping” (estampador de sellos) de las investigaciones policiales.

10. Anatomía de un asesinato (1959)

Dirigida por Otto Preminger, cuenta la historia de Frederick Manion (Ben Gazzara), un teniente del ejército que asesina fríamente al presunto violador de su mujer (Lee Remick). Tras su detención, su mujer contrata como abogado a un honrado hombre de leyes (James Stewart). Durante el juicio se desatan emociones fuertes, desde los celos y la venganza a la rabia y la decepción. Es uno de los dramas judiciales más famosos de la historia del cine, que tuvo 7 nominaciones a los Oscars y dos premios (mejor guión y mejor actor) de los concedidos por el Círculo de Críticos de Nueva York. Un drama judicial intenso, apoyado en un guión inteligente y rico en detalles, que conforma una película bien hilvanada, de esas que perduran en el tiempo. Todo está en la dosis adecuada: los diálogos, los gestos, la narrativa… Y unas interpretaciones colosales, con un protagonista muy carismático (un James Stewrt sereno y seguro de sí mismo) al que acompañan unos secundarios de lujo.

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