El anuncio que quiero comentar hoy, de Deutsche TeleKom, narra la historia de dos niñas que se encuentran por casualidad. Una tiene un aire casi mágico, como un duende, y la otra, una apariencia más humana. Sin embargo, la norma impuesta por los adultos –quienes, por miedo y prejuicios, mantienen a raya cualquier posibilidad de conexión– impide que ellas contacten y se conozcan. En cambio, la inocencia de las niñas, similar a la que afirma Saint-Exupéry en El Principito (“solo se puede ver bien con el corazón”), las impulsa a cuestionar por qué no pueden relacionarse.
La lección es clara: para que surja la comunicación, es necesario romper ese “muro de cristal” invisible formado por prejuicios y miedos; no tanto el muro físico, sino el simbólico.
Aunque se trate de un anuncio de las navidades pasadas, su mensaje sigue siendo sorprendentemente actual: el poder de la comunicación y del diálogo para cambiar el mundo. Y, al hablar de “diálogo”, no me refiero únicamente al intercambio de palabras, sino también a un aspecto esencial: la disposición de querer escuchar al otro.
Como señala Stephen Covey: "La mayoría de la gente no escucha con la intención de comprender, sino con la intención de responder." Es un problema bastante común: muchas veces, mientras alguien está hablando, en lugar de prestar plena atención, ya está pensando en la respuesta. Por eso necesitamos redescubrir la escucha empática, escuchar con el propósito de entender las emociones y necesidades del que habla.
Otro punto importante que vemos en este spot es la posibilidad de comunicarse sin palabras, solo con las emociones, o con la mirada. Rainer Maria Rilke decía: "Los silencios grandes y verdaderos no necesitan palabras". Y es que, en momentos de conexión emocional profunda, el silencio puede ser el lenguaje más poderoso. Cuando compartimos una emoción fuerte (como el amor, la amistad, la compasión o el dolor), las palabras se vuelven innecesarias, incluso pueden ser un estorbo.
En momentos así, los ojos pueden comunicar más que las palabras. Nietzsche lo expresaba de este modo: "Hay pensamientos que solo pueden ser dichos con una mirada". Una mirada de complicidad –como la que vemos en las niñas del anuncio– puede encerrar un entendimiento mutuo, una conexión emocional profunda o incluso un mutuo deseo de acabar con los muros de cristal que separan a los adultos.
Escuchar en medio del ajetreo diario
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Hoy, más que nunca, es fundamental detenerse y escuchar a los demás –especialmente a los seres queridos– desde una perspectiva auténtica. En el ajetreo diario, el ruido y la prisa a menudo nos impiden compartir tiempo con los otros, escucharlos y aprender de ellos. Cuando empatizamos con sus emociones –lo cual requiere un cierto tiempo–, estamos en una posición privilegiada para comprender a la otra persona, disculparla o alabarla según los casos, y también transmitir lo más personal, lo más profundo que tenemos. Las diferencias de puntos de vista dejan de ser un obstáculo cuando el encuentro se convierte en un diálogo interpersonal.
Como decía al comienzo, el mensaje de este anuncio trasciende la temporalidad navideña. Es una invitación a vivir la comunicación, la empatía y la escucha a lo largo de todo el año; y a construir, día a día, puentes de entendimiento y de comprensión.