miércoles, 5 de mayo de 2010

Ética y representación fílmica: ¿es lo mismo el sexo que la violencia?


Anteayer comentaba la noticia de que la cadena americana ABC había despedido a un actor católico, Neal McDonough, por negarse a filmar escenas de sexo explícito en la serie Scoundrels que iba a protagonizar con Virginia Madsen. Por ser fiel a sus principios, el actor ha dejado de cobrar un millón de dólares.

Esta decisión ha suscitado un masivo apoyo de internautas en las más diversas páginas sobre cine. Por lo visto, la coherencia sigue siendo un valor muy apreciado en todas las culturas. Sin embargo, algunos han objetado que McDonough no ha tenido los mismos inconvenientes para representar papeles violentos. Y esto nos permite entrar en un tema muy interesante. ¿Plantea los mismos problemas éticos la representación de la violencia que la del sexo explícito?

El sentido común nos dice que no. Por eso en uno de esos debates sobre McDonough decía una mujer que, si su marido fuera actor, prefería mil veces verle disparando que en la cama con otra mujer.

Con respecto a la violencia, está claro que en todos los cuentos de hadas acaban muriendo el malo y sus secuaces, pero eso no daña en absoluto a los niños. No es la mera plasmación de la violencia lo que importa, ni tampoco el número de muertes, sino su puesta en escena, su representación: un solo acto de tortura puede ser infinitamente peor que la muerte de cientos de soldados en una batalla. Depende de cómo se represente, y se puede representar sin dañar la sensibilidad: aún más, mostrando la violencia como algo degradante e inhumano.

Sin embargo, el sexo no se puede representar sin realizarlo, al menos parcialmente. Como señala André Bazin, mentor de Truffaut y Rohmer, e inspirador de la Nouvelle Vague, la representación del sexo y la violencia son absolutamente diferentes, porque las escenas de violencia se representan mientras que las sexuales, en cierto modo, se viven. “En el cine -a diferencia de la pintura- a la mujer desnuda se la puede desear expresamente y acariciarla realmente y, sin embargo, si queremos permanecer en el nivel del arte debemos mantenernos en lo imaginario. Debemos poder considerar lo que pasa en la pantalla como un relato que no llega jamás al plano de la realidad, o en caso contrario, me hago cómplice diferido de un acto, o al menos una emoción, cuya realización exige intimidad. Lo que significa que el cine puede decir todo pero no puede mostrarlo todo. Se puede hablar de todo tipo de conductas sexuales pero con la condición de recurrir a las posibilidades de abstracción del lenguaje cinematográfico, de manera que la imagen no adquiera jamás un valor documental”.

Ana Sánchez de la Nieta ha publicado un artículo muy bien documentado sobre este punto, y comenta que, desde la perspectiva de Bazin, es perfectamente lógico que muchos directores rechacen el sexo explícito en sus películas y prefieran recurrir a la elipsis. El realizador finlandés Ali Kaurismäki, lo explica con elocuencia. En sus cintas, muy oscuras en ocasiones, retrata la vida de prostitutas o amantes pero nunca muestra sexo en las pantallas. “Cuando veo una película y llega la escena de sexo me siento siempre muy violento, y también el público, creo. Son situaciones privadas y me siento un voyeur. Todas esas secuencias parecen siempre la misma; pienso que en Hollywood tienen un stock al que acuden”.

Por otra parte, cabe también preguntarse: ¿quiere el espectador medio ver sexo en la pantalla grande? A juzgar por los datos de taquilla parece más bien lo contrario. Entre las 10 películas más vistas en el 2009 solo una –Resacón en las Vegas– tiene contenidos sexuales.

7 comentarios:

  1. Centrándome en la crítica al actor porque sí interpreta escenas de violencia, creo que se trata de un error dialéctico tratar de desacreditar algo bien hecho (suponiendo que negarse a rodar sexo sea bueno, como yo lo creo) porque el autor también haya hecho algo malo (suponiendo que rodar violencia sea algo malo, de lo que no estoy rotundamente seguro).

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  2. Nos hallamos inmersos en una sociedad y en una cultura que se basan, hoy por hoy y fundamentalmente, en lo económico. Solo se concibe el hombre, no tanto como persona y ya no digamos ser trascendente sino como sujeto y objeto del valor que el mercado establezca ("homo economicus". Y, de tal manera, como lo que cuenta y se percibe en último término es el "money"; lo demás, o o sea esa serie de valores que conlleva la dignidad de la persona, carece de sentido en un mundo que solo ve la parte material y materialista de la vida; y una de esas dimensiones, indudablemente rentables (de momento) para el cine, es el sexo, sin más.
    Por ello, no me extraña en absoluto que la coherencia de este actor cinematográfico a la hora de rechazar esas secuencias o escenas de sexo, le hayan pasado su factura en forma de despido.
    Y es que hoy solamente cuenta el factor económico, cuando la crisis de valores, de ética, moral y, en suma de vergüenza, es la causa primordial y desencadenante de la crisis económica, como, de seguir así, lo será totalmente de la industria cinematográfica.

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  3. Dios creó al hombre para que hiciera el amor y no la guerra.

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  4. José Carlos Martín Palanca6 de mayo de 2010, 9:47

    Esa frase estereotipada y tan manida, además de inane y huera, de "hacer el amor y no la guerra",es recurrente cuando se carece del argumento definitivo: El AMOR no se hace, se DA y es la antípoda del egoísmo, en lo que, fundamentalmente, se asienta el hecho físico-psicológico de practicar el sexo, cuando su finalidad no es la comprensión y donación a la otra persona sino la búsqueda de propio placer.
    Amigo; eso no es amor sino egoísmo.

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  5. Josefina López del Moral7 de mayo de 2010, 18:15

    Creo que no, no es lo mismo una escena de violencia, en películas policíacas o de espionaje, que una de sexo, hecha con poco estilo, tan solo para provocar al espectador… en vez de rodar escenas bien traídas y bien hechas, sin necesidad de mostrar nada.

    Una película puede tocar temas delicados, inclusive la infidelidad matrimonial, pero sin necesidad de ser explícitos. Lo mejor siempre es cuando se sabe contar con elegancia y buen hacer, como lo demuestran los "clásicos del cine", que destacan por una calidad que nunca pasa de moda.

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  6. Josefina López del Moral7 de mayo de 2010, 18:17

    En el comentario a las escenas de sexo y violencia, se me olvidó ¡FELICITAR LA COHERENCIA DEL ACTOR CATOLICO!, que incluso perdiendo muchísimo dinero actuó consecuentemente con su Fe. Es un ejemplo para todos los que nos consideramos cristianos. Mis felicitaciones por su valentía.

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  7. Creo que es sabido por todos que en las escenas de violencia no se usan balas de verdad, ni la sangre es de verdad, ni lo puñetazos se llegan a dar, etc. Muy diferente de una escena sexual donde los besos, toqueteos, partes del cuerpo visibles, etc, son bastantes explícitas. En fin, que dar un puñetazo de metirijilla a alguién me supone menos problema que dar un beso de verdad.

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