Por Claudio Sánchez (Aceprensa).
Durante los últimos 3 años ha sido la serie sobre adolescentes más vista de nuestro país. Las cuatro primeras temporadas obtuvieron una audiencia media del 17% (aproximadamente 3 millones de espectadores), pero a partir de la 5ª el interés de los televidentes fue disminuyendo hasta llegar a una audiencia del 7% en la séptima temporada.
Aún así, la serie ha sabido adaptarse a los nuevos tiempos colgando en abierto todos los capítulos de la serie en la web oficial de la cadena, junto con algunos contenidos extras. De esta manera, el dato de audiencia televisiva lo que refleja, sobre todo, es que el público juvenil opta claramente por ver las series en Internet, sin cortes publicitarios, sin depender del horario de emisión televisiva. Internet ofrece, además, la posibilidad de comentar en foros, acceder a los Twitter de los protagonistas de las serie, compartir información por medio de las redes sociales, etc…
En el fondo, esta estrategia de marketing es la que ha marcado las señas de la identidad de Física o Química. No es la primera serie española de instituto (Compañeros, Al salir de clase) pero sí la que ha llegado más lejos en mostrar de manera muy cruda la conducta de unos adolescentes que hacen lo que quieren. El creador Carlos Montero se inició como guionista en 1997 con 11 temporadas de Al salir de clase (1997-2002); después crea El comisario (1999-2009) para Tele 5, con 12 temporadas; Maneras de sobrevivir (2005) para Tele 5 y Génesis. En la mente del asesino (2006-2007) para Cuatro tuvieron una sola temporada.
La jungla del colegio
En Física o Química unos chicos de colegio son los reyes de la jungla. La verdad, es que el colegio Zurbarán –es curioso, pero no es un instituto y, por tanto, no es un centro público– es una jungla, una jungla especial porque los animales que la pueblan, jóvenes y menos jóvenes, siempre están en celo, gruñen con cara perpetua de asco, salvo cuando el guión les concede momentos emotivos con música lánguida, porque ha muerto alguien o porque toca dar un respiro a tanta verborrea desmadrada de niñatos que no respetan a nada ni a nadie, ni siquiera a ellos mismos.
En el fondo son alienígenas que parecen olvidar de un capítulo a otro las faenas de sus compañeros (mentiras, cuernos, palizas…). Por si fuera poco los padres apenas tienen la autoridad que los adolescentes les permiten, siempre y cuando sean “comprensivos” con su modo de actuar. Y ese modo de funcionar tiene todos los elementos más escandalosos de lo que los productores de la serie retratan como la juventud actual, así, en bloque.
Desde el primer capítulo, la serie muestra –sin apenas contrapuntos–, una temática dominada por el sexo compulsivo (heterosexual, homosexual, entre alumnos menores de edad y profesores, entre profesores y alumnos), el lenguaje carcelario lleno de procacidades, adicción al alcohol, drogas (fomentadas incluso por el ejemplo de algunos educadores), bulling, suicidio de uno de los protagonistas, muertes violentas, etc.
Ante las protestas de asociaciones de padres de alumnos que se quejaron de los nocivos contenidos de una serie destinada a adolescentes y del ridículo retrato de padres y educadores, la respuesta de la cadena propietaria de la serie, Antena 3, fue una campaña de promoción de la segunda temporada, en la que reivindicaba su producto con un punto de chulería, de culto a la trasgresión.
Durante los últimos 3 años ha sido la serie sobre adolescentes más vista de nuestro país. Las cuatro primeras temporadas obtuvieron una audiencia media del 17% (aproximadamente 3 millones de espectadores), pero a partir de la 5ª el interés de los televidentes fue disminuyendo hasta llegar a una audiencia del 7% en la séptima temporada.
Aún así, la serie ha sabido adaptarse a los nuevos tiempos colgando en abierto todos los capítulos de la serie en la web oficial de la cadena, junto con algunos contenidos extras. De esta manera, el dato de audiencia televisiva lo que refleja, sobre todo, es que el público juvenil opta claramente por ver las series en Internet, sin cortes publicitarios, sin depender del horario de emisión televisiva. Internet ofrece, además, la posibilidad de comentar en foros, acceder a los Twitter de los protagonistas de las serie, compartir información por medio de las redes sociales, etc…
En el fondo, esta estrategia de marketing es la que ha marcado las señas de la identidad de Física o Química. No es la primera serie española de instituto (Compañeros, Al salir de clase) pero sí la que ha llegado más lejos en mostrar de manera muy cruda la conducta de unos adolescentes que hacen lo que quieren. El creador Carlos Montero se inició como guionista en 1997 con 11 temporadas de Al salir de clase (1997-2002); después crea El comisario (1999-2009) para Tele 5, con 12 temporadas; Maneras de sobrevivir (2005) para Tele 5 y Génesis. En la mente del asesino (2006-2007) para Cuatro tuvieron una sola temporada.
La jungla del colegio
En Física o Química unos chicos de colegio son los reyes de la jungla. La verdad, es que el colegio Zurbarán –es curioso, pero no es un instituto y, por tanto, no es un centro público– es una jungla, una jungla especial porque los animales que la pueblan, jóvenes y menos jóvenes, siempre están en celo, gruñen con cara perpetua de asco, salvo cuando el guión les concede momentos emotivos con música lánguida, porque ha muerto alguien o porque toca dar un respiro a tanta verborrea desmadrada de niñatos que no respetan a nada ni a nadie, ni siquiera a ellos mismos.
En el fondo son alienígenas que parecen olvidar de un capítulo a otro las faenas de sus compañeros (mentiras, cuernos, palizas…). Por si fuera poco los padres apenas tienen la autoridad que los adolescentes les permiten, siempre y cuando sean “comprensivos” con su modo de actuar. Y ese modo de funcionar tiene todos los elementos más escandalosos de lo que los productores de la serie retratan como la juventud actual, así, en bloque.
Desde el primer capítulo, la serie muestra –sin apenas contrapuntos–, una temática dominada por el sexo compulsivo (heterosexual, homosexual, entre alumnos menores de edad y profesores, entre profesores y alumnos), el lenguaje carcelario lleno de procacidades, adicción al alcohol, drogas (fomentadas incluso por el ejemplo de algunos educadores), bulling, suicidio de uno de los protagonistas, muertes violentas, etc.
Ante las protestas de asociaciones de padres de alumnos que se quejaron de los nocivos contenidos de una serie destinada a adolescentes y del ridículo retrato de padres y educadores, la respuesta de la cadena propietaria de la serie, Antena 3, fue una campaña de promoción de la segunda temporada, en la que reivindicaba su producto con un punto de chulería, de culto a la trasgresión.
(Continuará pasado mañana)
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