Todas las profesiones pueden vivirse como un servicio a los demás. Por encima del dinero o del prestigio social, muchas personas descubren cada día que su trabajo es, esencialmente, una ocasión de servir a quienes les rodean. El médico al enfermo, el profesor al alumno, el funcionario a todo el público.
Sin embargo, algunas profesiones tienen una especial vocación de servicio: como la de enfermera o la de madre de familia. Este tipo de profesiones exigen un compromiso y una atención que implican a la persona entera: no solo piden pericia técnica; requieren, de una manera especial, una riqueza personal muy grande: cariño, atención, ternura, generosidad...
De este segundo grupo, hoy quiero rendir un sentido homenaje a esas actividades de voluntariado que, muchas veces, pasan inadvertidas para la sociedad. Actividades muy valiosas, vinculadas al carácter necesariamente solidario de la naturaleza humana. Quienes son destinatarios de esas atenciones (niños, enfermos, personas mayores) sienten un agradecimiento muy especial, y "pagan" con afecto y ternura esa dedicación que no puede pagarse de ninguna otra forma. Desde luego, no con dinero.
Un brindis por las profesiones hermosas, las profesiones de servicio. Ojalá que el recuerdo y el agradecimiento de todos contibuyan a que no falten nunca personas que quieran llevarlas a cabo. Y ojalá que su ejemplo de entrega y voluntad de servir sean referentes claros para esa sociedad nuestra, con demasiada frecuencia preocupada tan solo de sí misma.
Sin embargo, algunas profesiones tienen una especial vocación de servicio: como la de enfermera o la de madre de familia. Este tipo de profesiones exigen un compromiso y una atención que implican a la persona entera: no solo piden pericia técnica; requieren, de una manera especial, una riqueza personal muy grande: cariño, atención, ternura, generosidad...
De este segundo grupo, hoy quiero rendir un sentido homenaje a esas actividades de voluntariado que, muchas veces, pasan inadvertidas para la sociedad. Actividades muy valiosas, vinculadas al carácter necesariamente solidario de la naturaleza humana. Quienes son destinatarios de esas atenciones (niños, enfermos, personas mayores) sienten un agradecimiento muy especial, y "pagan" con afecto y ternura esa dedicación que no puede pagarse de ninguna otra forma. Desde luego, no con dinero.
Un brindis por las profesiones hermosas, las profesiones de servicio. Ojalá que el recuerdo y el agradecimiento de todos contibuyan a que no falten nunca personas que quieran llevarlas a cabo. Y ojalá que su ejemplo de entrega y voluntad de servir sean referentes claros para esa sociedad nuestra, con demasiada frecuencia preocupada tan solo de sí misma.
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