Hace diez días que este spot se publicó en Internet y ya es un auténtico boom en las redes sociales: más de 10 millones de visitas en la página oficial, con reproducciones en decenas de blogs y páginas web, y traducciones a varios idiomas.
A mí me llegó por varios sitios. Primero lo vi en Social Underground, luego me lo envió Ana María Pérez Guerrero, de nuevo lo vi en ABC, y después Eduardo Galán me lo entregó para que lo comentara. No podía negarme; es más, lo deseaba abiertamente. Porque debemos difundir las historias que nos enriquecen. Ahora que tantos spots buscan el recurso al humor zafio, a la sensualidad o al materialismo, reconforta descubrir un anuncio sencillo –pero sublime– como éste de la compañía tailandesa True Move: un “spot con valores” que está haciendo llorar y pensar a medio mundo.
El vídeo comienza de modo fuerte y violento: la cámara en movimiento y el montaje dinámico transmiten desasosiego y agitación. Un niño ha sido pillado in fraganti cuando robaba en un comercio. La dueña le arrincona y le grita, incluso le abofetea. Cuando el niño abre su mano, vemos lo que ha cogido: medicamentos. “Son para mi madre”, dice mientras baja la cabeza.
Es ahí cuando aparece el protagonista de la historia. El dueño de un bar cercano ha visto y escuchado todo, y decide intervenir. Pide calma a la señora y pregunta al niño: “¿Tu madre está enferma?”. El niño asiente, compungido. Y el hombre muestra un gesto de inmensa magnanimidad: paga las medicinas a la dependienta y se las entrega al niño junto a una sopa de verdura para su madre…
Este arranque presagia un relato lleno de emociones. Porque pasan los años, y esa referencia a las medicinas –sembrada con acierto en el guión– se convierte en un leit motiv narrativo y temático muy hondo, algo que provoca un giro sorprendente y conmovedor. No voy a contar la historia. Quiero que tú la veas y la sientas personalmente, que saborees su delicadeza y su ternura. Hasta llegar al lema final: “Dar es la mejor comunicación”.
Sí, hacen falta anuncios con valores. Una publicidad que aporte optimismo y esperanza, que nos ilumine y enriquezca. Publicidad emocional, porque el ser humano necesita emociones y chispazos de luz interior; necesita sentir que en la vida hay algo más que triunfar o poseer. Al final, esas campañas emotivas son las que permanecen; porque, nos guste o no, emocionar no sólo es positivo, sino también rentable.
A mí me llegó por varios sitios. Primero lo vi en Social Underground, luego me lo envió Ana María Pérez Guerrero, de nuevo lo vi en ABC, y después Eduardo Galán me lo entregó para que lo comentara. No podía negarme; es más, lo deseaba abiertamente. Porque debemos difundir las historias que nos enriquecen. Ahora que tantos spots buscan el recurso al humor zafio, a la sensualidad o al materialismo, reconforta descubrir un anuncio sencillo –pero sublime– como éste de la compañía tailandesa True Move: un “spot con valores” que está haciendo llorar y pensar a medio mundo.
El vídeo comienza de modo fuerte y violento: la cámara en movimiento y el montaje dinámico transmiten desasosiego y agitación. Un niño ha sido pillado in fraganti cuando robaba en un comercio. La dueña le arrincona y le grita, incluso le abofetea. Cuando el niño abre su mano, vemos lo que ha cogido: medicamentos. “Son para mi madre”, dice mientras baja la cabeza.
Es ahí cuando aparece el protagonista de la historia. El dueño de un bar cercano ha visto y escuchado todo, y decide intervenir. Pide calma a la señora y pregunta al niño: “¿Tu madre está enferma?”. El niño asiente, compungido. Y el hombre muestra un gesto de inmensa magnanimidad: paga las medicinas a la dependienta y se las entrega al niño junto a una sopa de verdura para su madre…
Este arranque presagia un relato lleno de emociones. Porque pasan los años, y esa referencia a las medicinas –sembrada con acierto en el guión– se convierte en un leit motiv narrativo y temático muy hondo, algo que provoca un giro sorprendente y conmovedor. No voy a contar la historia. Quiero que tú la veas y la sientas personalmente, que saborees su delicadeza y su ternura. Hasta llegar al lema final: “Dar es la mejor comunicación”.
Sí, hacen falta anuncios con valores. Una publicidad que aporte optimismo y esperanza, que nos ilumine y enriquezca. Publicidad emocional, porque el ser humano necesita emociones y chispazos de luz interior; necesita sentir que en la vida hay algo más que triunfar o poseer. Al final, esas campañas emotivas son las que permanecen; porque, nos guste o no, emocionar no sólo es positivo, sino también rentable.
Cualquier comentario que hiciera sobre este anuncio, se quedaría corto.
ResponderEliminarMejor verlo.
Tienes toda la razón. lo mejor del anuncio es verlo y "experimentar" su fuerza emocional. Cada uno debe hacerlo. Y es una muy saludable experiencia.
ResponderEliminarNos recuerda la importancia de la caridad con el desconocido.
ResponderEliminarViva la Vida! Este anuncio es catarsis en estado puro! Bravo!
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