(JUAN JESÚS DE CÓZAR) El director francés Christian Carion ya nos sorprendió gratamente en 2005 con “Feliz Navidad”, una cinta antibelicista basada en un suceso real ocurrido al comienzo de la Primera Guerra Mundial: la tregua no oficial que permitió a soldados franceses y británicos celebrar la Nochebuena de 1914 junto a sus enemigos alemanes. Una decisión insólita tomada por los jefes inmediatos de las compañías, que provocó gran enfado en los niveles superiores de los ejércitos.
Diez años después Carion ‘vuelve a las andadas’ con “Mayo de 1940”, otra entrañable película en tiempos de guerra que se estrenó el pasado 6 de mayo en las pantallas españolas. En esta ocasión el director sitúa la acción en 1940 y centra su atención en uno de los mayores éxodos del siglo XX, cuando 8 millones de franceses abandonaron sus hogares huyendo del avance del ejército alemán. Una de esas personas desplazadas –niña entonces– será años más tarde la madre de Carión, a quien su hijo dedica el film.
Apoyándose en fotografías y filmaciones de la época y en los testimonios de su madre, el director galo –también coguionista– logra recrear con gran realismo las condiciones materiales y el ambiente humano esa dolorosa marcha. Además, introduce una trama de ficción que facilita una mayor implicación emocional en el espectador: la odisea de Hans (August Diehl), opositor al gobierno de Hitler, y su hijo Max (Joshio Marlon) de 8 años, que debieron huir precipitadamente de Alemania en 1939 con dirección a Francia. La sensible y melancólica música del octogenario Ennio Morricone es otra contribución técnica que acredita la calidad de la cinta.
Se nota el esfuerzo de Carion por entregarnos una película ‘casi’ familiar porque, aunque no puede ocultar el drama y la violencia que supusieron la ocupación nazi, emplea diversos recursos –elipsis, encuadres lejanos, etc.– para no regodearse en esos aspectos. Y así, junto a escenas impactantes como el bombardeo de los Stuckas o la aparición de los Panzer surcando los campos de maíz, sabe dotar al film de una grandísima humanidad, a través de una galería de personajes que brillan por su generosidad: el alcalde Paul (Olivier Gourmet), su mujer Mado (Mathilde Seigner), la señorita Suzanne (Alice Isaaz) –representantes ambas de un atractivo feminismo–, el oficial escocés (Matthew Rhys), los inocentes niños…
La guerra –viene a decirnos de nuevo Carion–, ese monstruo engendrado siempre por unos cuantos malvados, nunca podrá agotar la sobreabundancia de bondad que atesora el corazón humano; una sobreabundancia que es también un motivo de esperanza para alcanzar y extender la paz.
Diez años después Carion ‘vuelve a las andadas’ con “Mayo de 1940”, otra entrañable película en tiempos de guerra que se estrenó el pasado 6 de mayo en las pantallas españolas. En esta ocasión el director sitúa la acción en 1940 y centra su atención en uno de los mayores éxodos del siglo XX, cuando 8 millones de franceses abandonaron sus hogares huyendo del avance del ejército alemán. Una de esas personas desplazadas –niña entonces– será años más tarde la madre de Carión, a quien su hijo dedica el film.
Apoyándose en fotografías y filmaciones de la época y en los testimonios de su madre, el director galo –también coguionista– logra recrear con gran realismo las condiciones materiales y el ambiente humano esa dolorosa marcha. Además, introduce una trama de ficción que facilita una mayor implicación emocional en el espectador: la odisea de Hans (August Diehl), opositor al gobierno de Hitler, y su hijo Max (Joshio Marlon) de 8 años, que debieron huir precipitadamente de Alemania en 1939 con dirección a Francia. La sensible y melancólica música del octogenario Ennio Morricone es otra contribución técnica que acredita la calidad de la cinta.
Se nota el esfuerzo de Carion por entregarnos una película ‘casi’ familiar porque, aunque no puede ocultar el drama y la violencia que supusieron la ocupación nazi, emplea diversos recursos –elipsis, encuadres lejanos, etc.– para no regodearse en esos aspectos. Y así, junto a escenas impactantes como el bombardeo de los Stuckas o la aparición de los Panzer surcando los campos de maíz, sabe dotar al film de una grandísima humanidad, a través de una galería de personajes que brillan por su generosidad: el alcalde Paul (Olivier Gourmet), su mujer Mado (Mathilde Seigner), la señorita Suzanne (Alice Isaaz) –representantes ambas de un atractivo feminismo–, el oficial escocés (Matthew Rhys), los inocentes niños…
La guerra –viene a decirnos de nuevo Carion–, ese monstruo engendrado siempre por unos cuantos malvados, nunca podrá agotar la sobreabundancia de bondad que atesora el corazón humano; una sobreabundancia que es también un motivo de esperanza para alcanzar y extender la paz.
Pinta muy bien. Gracias por la info!!
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