sábado, 9 de enero de 2010

Las mejores películas de cine espiritual en 2009

En dos post recientes (30.XII.09 y 2.I.10) publiqué los listados de "Las mejores películas de cine espiritual" en 2008 y en 2007, respectivamente. En este post recojo la valoración que el profesor Peio Sánchez, director del Departamento de Cine del Arzobispado de Barcelona, acaba de publicar respecto a las mejores películas de temática espiritual correspondientes a 2009.

Al hacer este elenco, este profesor lo presenta como "un material válido para la recuperación educativa y pastoral a través del dvd”. Y añade: “Nos parece hoy imprescindible elegir bien lo que vemos para ser mejores personas. Y creemos que este tipo de cine invita a profundizar en los grandes interrogantes, propone una mirada abierta al misterio d Dios y provoca a ser buena gente”.

Nosotros hemos escogido ocho de esas diez. El año señala en cada cinta la fecha del estreno original, aunque en España todas fueron estrenadas en el 2009.

1. Gran Torino (2008), Clint Eastwood,
“En Gran Torino, Clint Eastwood ha sabido contar una historia sencilla como una enorme fuerza dramática planteando temas espirituales de calado como el sentido del perdón, la redención como sacrificio o el camino de conversión. Y desde el punto de vista cristiano no solamente presenta una imagen positiva de la Iglesia representada en el padre Janovich sino que también ofrece una poderosa imagen crítica en las decisiones finales del protagonista”.

2. Amazing Grace (2006), Michael Apted.
“Este homenaje a William Wiberforce --un parlamentario de la Cámara de los Comunes, que dedicó, desde su juventud, su actividad política a la lucha contra la esclavitud y las injusticias sociales- se presenta con una magnífica puesta en escena y una serie de actuaciones excepcionales. Marcada profundamente por la perspectiva social cristiana es una película imprescindible para conocer la fuerza ética del Evangelio y su herencia en nuestra cultura”.

3. Katyn (2007), Andrzej Wajda,
“Sobrecogedora película del maestro polaco Andrezej Wajda. Este testamento fílmico trata del genocidio de Katyn perpetrado por el comunismo soviético en 1940 y que afectó personalmente al director ya que su padre era uno de los 20.000 oficiales y ciudadanos polacos asesinados. Narrada desde la perspectiva de los supervivientes, especialmente mujeres, es un himno a la reconciliación desde la memoria que busca la verdad. La fe católica se muestra con intensidad en distintos momentos pero de forma más contundente en los últimos minutos”.

4. Slumdog Millionaire (2008), Danny Boyle.
“El director Danny Boyle, de formación y convicciones cristianas, ha sabido contar una dura historia sobre la superación desde la miseria hasta la victoria. Narrada como un cuento de hadas, sigue la historia de tres muchachos que nacen en las barracas de Calcuta, y como desde el protagonista de Jamal verán como triunfa la bondad y el amor más allá de la injusticia y la violencia. La historia nos presenta una intriga que mueve al espectador a la esperanza y que invita a reconocer la presencia de la Providencia que acompaña los acontecimientos respetando la libertad pero alentando la bondad”.

5. The Visitor (2007), Thomas McCarthy.
“Es la historia de una visita de gracia en la que se ve envuelto un oscuro profesor universitario, genialmente interpretado por Richard Jenkins, que tras quedar viudo vive en el sinsentido y al que le cambiará la vida su encuentro con Tarek. Este sirio que lleva la percusión en su corazón representa la alegría y las ganas de vivir que faltan al protagonista. En este itinerario de transformación veremos como crece en él la sensibilidad y el compromiso, la capacidad de amar y el ejercicio responsable de la libertad. Una película que además es un grito contra la injusticia de las leyes de inmigración”.

6. La caja de Pandora (2008), Yesim Ustaoglu.
“La enfermedad de Alzheimer de la abuela abrirá la caja de Pandora de una familia que vive en la orilla de la infelicidad. Como si una maldición cayera sobre ellos, cuando la anciana, una genial Tsilla Chelton de 89 años, desaparece de casa. Con esta fuga comienza un periplo hacia la verdad que les implicará a todos ellos, cuando han de acudir a una aldea de montaña en la costa del Mar Negro. La lucidez de la demencia no logrará doblegar el desvarío de los instalados en la comodidad o en el fracaso; pero sí logrará mover a los que sienten que la vida va mucho más allá y que siempre están dispuestos a subir a una montaña, aunque ya la fuerzas sean escasas. Una alianza donde los más viejos transmiten la esperanza a los más jóvenes”.

7. Despedidas (2008), Yojiro Takita.
“Daigo, un violonchelista en paro, descubre su vocación cuando abandona Tokio con Mika, su mujer, y acude a la ciudad y casa donde vivió su infancia. Un proceso lento y sorprendente le convertirá en un especialista en el nôkan, ritual mortuorio japonés que supone una rememoración del difunto desde el acto de embalsamamiento. En su aprendizaje se irán cruzando una serie de historias de reconciliación de los vivos con los muertos e irá, poco a poco, abriendo su propia historia a un camino de pacificación. La película nos permite contemplar la muerte con una perspectiva distinta”.

8. El erizo (2009), Mona Achache.
“Adaptación del famoso libro de Muriel Barbery ‘La elegancia del erizo’ y que supone el primer largometraje de la directora francesa Mona Achache. Basada en el contraste de dos personajes: por una parte, una niña con un rico e inteligente mundo interior; por otra parte, la portera del número 7 de la calle Grenelle, una mujer descuidada y un tanto huraña. Pero ambas tendrán un secreto que saldrá a la luz con la llegada de Kakuro Ozu, un elegante viudo japonés. Esta revelación servirá de disculpa para comprender el secreto profundo de las personas y cómo a veces lo esencial no está en las apariencias”.

Vía: Camineo

5 comentarios:

  1. Hola, feliz navidad y feliz año,

    Muchas gracias por tu labor a través de esta web. La acabo de descubrir y espero poder tener un ratito todas las semanas para echarle un vistazo.

    Tan solo quería comentar una cosilla acerca de la película Gran Torino de la que dice el artículo: "ofrece una poderosa imagen crística en las decisiones finales del protagonista."

    Bajo mi humilde opinión la película puede parecer engañosa, sobretodo en esas decisiones finales del protagonista. Pretendiendo mostrar una imagen crística acaba por mostrarnos el ideal de hombre independiente que alcanza la salvación por sí mismo a través de sus obras.

    Me explico. El protagonista debe cargar con una gran culpa relacionada con las atrocidades que cometió en la guerra y, cuando va a confesarse, reduce su confesión al problema de comunicación que ha tenido de siempre con sus hijos... pero de la verdadera culpa que pesa sobre su corazón nada... quizá porque piense que de esa culpa ya se libra el mismo con lo que más tarde hará.

    Y lo que hace este hombre no es entregar su vida en rescate por la de otra persona. Este hombre se suicida (hay muchas maneras de suicidarse y una de ellas es ir donde sabes que te van a matar y hacer lo que sabes para que te maten). Y esto es casi tan antiguo como el cristianismo, ya condenado en el siglo II con el nombre de montanismo, se rechaza como cristiana la postura de algunas personas que buscan el martirio como camino de encuentro con el Señor.

    ¿Y qué tenemos al final? Pues la historia de un hombre que no ha sido capaz de aceptar la Gracia en su vida por considerarla incapaz de borrar de sí una culpa tan grande. De modo que la única manera de salvarse de esa gran culpa es la de corresponder con su propia vida... a través del suicidio. Es una tesis parecida a la película "Siete Almas" (peligrosa para la salud mental de la gente) pero que hila más fina que ésta. Es una concepción protestante de la salvación que está muy en boga en EEUU y de la que cada vez se ven más ejemplos en el cine.

    Después de esta larga charla, me despido hasta pronto.

    Desde el Seminario Conciliar de Madrid,

    JRRM

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  2. Hola, José Ramón.

    Coincido en las 2 observaciones, aunque parcialmente. Por una parte, es cierto que su confesión parece incompleta, pues la trama alude vagamente a determinadas actuaciones en la guerra del Vietnam que pesan sobre su conciencia. Pero lo que vemos al final es una completa transformación, una sincera conversión. De su inicial rechazo a la Iglesia y al sacerdote, llenos de orgullo y de rabia, pasa después a una humilde aceptación del clérigo y de los Sacramentos. Quizás no sea consciente de cuáles son sus culpas y sus pecados –cabría hablar de “ignorancia no culpable”-, pero sí es patente su deseo de pedir perdón a Dios, volver a la Iglesia, y reconocerse pecador y necesitado de perdón.

    Pasa lo mismo con su supuesto suicidio. Él podría prever que de allí no saldrá con vida, pero no es una muerte segura. Además, va sobre todo a decir que no quiere que molesten más a la chica.

    También te digo que la cita –de ahí las comillas- es del sacerdote Peio Sánchez, no una frase mía. En todo caso, como digo, te doy parte de razón en ambas objeciones. Lo que sí quiero añadir ahora es que la subtrama religiosa me parece muy bien desarrollada en el guión.

    La mujer del protagonista, profundamente católica, había manifestado a su párroco su deseo de que su marido se confesara. Y el pelirrojo y novato padre Janovich se lo propone a Kowalski, pero este lo rechaza destempladamente porque su alma rebosa amargura y porque su orgullo le impide arrodillarse ante un cura tan joven.

    No se arredra el joven curita (es la primera vez en mucho tiempo que veo un retrato atractivo y fiel de la figura del sacerdote), y sigue en su empeño en cuanto vislumbra una ocasión propicia. Tras varias conversaciones y progresivos acercamientos, la amistad consolida; y cuando él sienta que la muerte está cerca, no duda en acudir a la Confesión.

    De esta forma, aunque su catolicismo aparezca frágil y deformado en la pantalla, el filme subraya el valor humanizador y socializador de la religión, y resulta muy incisivo en su crítica al materialismo egoísta de las nuevas generaciones, representadas por los pandilleros de todas las etnias y colores y por los impresentables hijos de Kowalski: unos y otros dominados por el afán de dinero y poder.

    La visión católica va emergiendo, hasta asentar el desenlace en la aceptación serena del sufrimiento, el valor de la integridad, el sacrificio y el perdón; la importancia de los sacramentos —en concreto, de la confesión— y el poder de la oración, también a la Virgen.

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  3. Muchas gracias por tu respuesta. Abre mis ojos a una mejor comprensión de la película.

    Es cierto que la figura del sacerdote está muy bien tratada y que hacía mucho tiempo que no había en el cine un cura así... y además joven =) Quizá eso fue, por mi situación personal, lo que más me agradó de la película.

    JRRM

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  4. desearía poder contactarle para un tema que no sería necesario explicarle en un comentario de bog, ¿podría decirme si está dispuesto, por favor? Mi mail es jem@arcol.org

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  5. Pepe Fuentes-Guerra Soldevilla18 de marzo de 2010, 3:44

    Por las referencias cinematográficas de Clin Eastwood (algunas de sus películas, como "Los puentes de Madison", y otra muy antigua de tema también sobre sexualidad, en que él trabaja en una emisora de radio y tiene un lío con una joven, no recuerdo el título), el personaje que encarna para la sociedad es muy complaciente para un público extenso. De ahí el éxito. Basta con ser gran defensor del liberalismo sexual para conseguir aplausos de esa mayoría que sustenta su cine. Pero esto es una espiral que comienza por el dinero (la necesidad del dinero para poder expresarse), y acaba por intentar cambiar las mentes (la cruzada mesiánica de pensar que todos estamos tarados por la moral católica sobre temas de sexualidad, y que es muy saludable para la sociedad erradicar esa lacra). Primero es el dinero (el fin justifica los medios), y luego el sexo (egoismo adornado de amor), para terminar con la cruzada ideológica. Estoy totalmente de acuerdo con Moldenhauer (es admirable la compasión y la mirada benévola de Alfonso, no poco ingenua), pues en realidad, el personaje que se permitió todos los lujos y lujurias durante la juventud (Harry el sucio), con las consecuencias sociales de esa mirada sobre la mujer, ahora en la ancianidad nos muestra su verdadera filosofía del atajo: la cerveza y la pistola. Una figura penosa y lamentable que, como antes hizo al caricaturizar la trascendencia de la sexualidad, ahora lo hace respecto de la trascendencia de la confesión y el juicio ante Dios. Viene de lejos el no entender que somos fruto del amor de un Padre y una Madre, y que la Iglesia no está para fastidiar, sino para curar y sanar las heridas, borrando todos los errores pasados de quien se arrepiente. ¿No hay ciertas coincidencias entre los argumentos sensibleros de Eastwood y de Zapatero?

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