La semana pasada hablábamos del miedo que muchos adultos experimentan cuando oyen hablar de “jóvenes y nuevas tecnologías”. Planteábamos la cuestión en estos términos: ellos son “nativos digitales” y se manejan mejor que nosotros en ese mundo. Pero nosotros sabemos más de las cuestiones que allí se ventilan: la amistad, el respeto, la prudencia, la lealtad…
He aquí algunas claves para poder educarles en el uso responsable de las tecnologías, también cuando nos superan en su manejo diario.
1. Involúcrese en ellas. No huyamos de los videojuegos, las redes sociales o Internet. Adentrémonos en ese mundo de la mano de nuestros hijos: nadie nos instruirá mejor que ellos. Quizá así sepamos qué páginas visita, qué amigos acepta, qué videojuegos emplea. Y podremos aconsejarle. No le acosaremos desde fuera ni le criticaremos sin conocer su mundo, sino que volveremos a ser su padre, con la autoridad y el cariño de siempre, pero en su mundo. “Esto quizás no sea lo más conveniente, ¿no te parece?”. Y, con la complicidad de compartir ese mundo, es posible que nos haga caso.
2. Piense bien cuándo y cómo debe iniciarse su hijo en las nuevas tecnologías. Con diez años ¿necesita un teléfono móvil, un perfil en Facebook o un ordenador con Internet? Los padres tenemos que decidir sobre esto. A esa edad no es necesario disponer de móvil y ellos no distinguen la necesidad del capricho. Y, no obstante, éstos son los datos que ofrecía “La Generación Interactiva en España”, investigación realizada por la Fundación Telefónica y el Foro Generaciones Interactivas de la Universidad de Navarra, a partir de entrevistas a 13.000 escolares de todas las Autonomías: entre los 6 y los 9 años, el 73% se declara videojugador, el 40% posee móvil propio y el 55% navega sólo. Vistas las cosas con perspectiva, quizás deberíamos enseñarles a esperar, a iniciarse con más edad, y más lentamente. Quizás deberíamos establecer un horario y unas pautas de conducta. Un botiquín contiene medicinas para curar, pero si un niño accede a él sin criterio –tomo esta medicina roja tan bonita, y esta otra verde, y aquella de color azul- podría producirle daños graves, e incluso irreparables. Hay que intervenir y hay que educarles: para que sepan usar con prudencia las tecnologías y sepan decir “No” a lo que no les conviene.
Pasado mañana terminaré esta serie con algunas claves más.
He aquí algunas claves para poder educarles en el uso responsable de las tecnologías, también cuando nos superan en su manejo diario.
1. Involúcrese en ellas. No huyamos de los videojuegos, las redes sociales o Internet. Adentrémonos en ese mundo de la mano de nuestros hijos: nadie nos instruirá mejor que ellos. Quizá así sepamos qué páginas visita, qué amigos acepta, qué videojuegos emplea. Y podremos aconsejarle. No le acosaremos desde fuera ni le criticaremos sin conocer su mundo, sino que volveremos a ser su padre, con la autoridad y el cariño de siempre, pero en su mundo. “Esto quizás no sea lo más conveniente, ¿no te parece?”. Y, con la complicidad de compartir ese mundo, es posible que nos haga caso.
2. Piense bien cuándo y cómo debe iniciarse su hijo en las nuevas tecnologías. Con diez años ¿necesita un teléfono móvil, un perfil en Facebook o un ordenador con Internet? Los padres tenemos que decidir sobre esto. A esa edad no es necesario disponer de móvil y ellos no distinguen la necesidad del capricho. Y, no obstante, éstos son los datos que ofrecía “La Generación Interactiva en España”, investigación realizada por la Fundación Telefónica y el Foro Generaciones Interactivas de la Universidad de Navarra, a partir de entrevistas a 13.000 escolares de todas las Autonomías: entre los 6 y los 9 años, el 73% se declara videojugador, el 40% posee móvil propio y el 55% navega sólo. Vistas las cosas con perspectiva, quizás deberíamos enseñarles a esperar, a iniciarse con más edad, y más lentamente. Quizás deberíamos establecer un horario y unas pautas de conducta. Un botiquín contiene medicinas para curar, pero si un niño accede a él sin criterio –tomo esta medicina roja tan bonita, y esta otra verde, y aquella de color azul- podría producirle daños graves, e incluso irreparables. Hay que intervenir y hay que educarles: para que sepan usar con prudencia las tecnologías y sepan decir “No” a lo que no les conviene.
Pasado mañana terminaré esta serie con algunas claves más.
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