Continuando el discurso de los últimos días, señalo algunas claves más para entender cómo podemos educar a nuestros hijos en el uso responsable de los nuevos medios (Internet, móvil, ordenador, redes sociales) cuando, debemos reconocerlo, nos superan ampliamente en destreza tecnológica.
3. Instale la videoconsola y el ordenador con Internet en un lugar público. Cuando los adultos tenemos la pantalla a la vista de todos, nos enganchamos menos, perdemos menos el tiempo y somos más cuidadosos con lo que visitamos. Pues mucho más les sucede a los jóvenes. Ponga el ordenador en la sala de estar o en la biblioteca, no en su cuarto. Según la investigación citada en el post anterior, “La Generación Interactiva en España”, el 28% de los niños encuestados ¡de 6 a 9 años! reconoce tener un ordenador en su propia habitación, y el 61% de ellos utiliza Internet en solitario. Al otro lado del Atlántico, según refiere “La Generación Interactiva en Iberoamérica” (investigación realizada también por el Foro Generaciones Interactivas de la Universidad de Navarra, a partir de encuestas realizadas a 25.000 escolares de Colombia, Argentina, Brasil, Chile, México y Perú), los porcentajes son sólo un poco inferiores: el 20% tiene un PC en su cuarto, y el 39’5% navega sin compañía. ¿Pensamos que nuestro hijo estuvo estudiando toda la tarde porque no salió de su habitación? Quizá abrió los libros y se propuso estudiar, pero no sería extraño que hubiera entrado en Internet para chatear, y después se animara a ver el perfil de sus amigos, o subir fotos al suyo… Y así se le fuera toda la tarde. Cuando acusemos a Internet de favorecer el aislamiento en la familia, pensemos antes de quién fue la culpa…
4. Comuníquese con sus hijos y hable también de Internet. Las nuevas tecnologías pueden ser un refugio ante la falta de comunicación. Si los padres no dedican tiempo a los hijos, ¿qué harán ellos cuando quieran hablar con alguien? ¡Utilizar las nuevas tecnologías! Por eso, acerquémonos: que vean con hechos que la relación personal es mejor que la virtual, que ésta es sólo un complemento de aquella, a la que nunca debe suplantar. Y mostremos interés por sus progresos en ese mundo. Que nos enseñe su perfil y lo que escribe en el muro. Así le podremos orientar: le haremos ver que algunas cosas (datos personales, determinadas fotografías) no deben estar abiertas a todo el mundo. Le enseñaremos a cuidar su privacidad y su seguridad, su sentido del pudor y su respeto a los demás.
Internet es como la plaza de cualquier pueblo. Si vamos allí con la familia, les enseñamos a usar los pasos de cebra y los semáforos, porque el tráfico es peligroso. Pero Internet carece de señalización alguna, y es difícil que alguna vez la tenga, porque su carácter transnacional hace casi imposible una regulación o una autoridad que controle sus contenidos. Algo ilegal en España puede ser colocado en un servidor de Indonesia o Senegal. En esa tesitura, sin señales ni barreras protectoras, el peligro de atropello es muy real y cercano.
Una cosa está clara. Las familias necesitamos ayuda, porque querríamos orientar a sus hijos y no siempre sabemos cómo hacerlo. Las tecnologías avanzan demasiado rápidamente para nosotros. Es importante que los padres nos informemos y tengamos criterios sólidos, pero es importante también que participemos todos, porque la educación es tarea de todos: de los colegios, de los gobiernos, de las asociaciones de padres y, muy especialmente, de quienes crean esas fantásticas tecnologías. Todos debemos colaborar para que nuestros hijos sepan tomar lo bueno que hay en ellas, y así sean mejores personas. Y ese reto, realmente fascinante, nos afecta verdaderamente a todos.
3. Instale la videoconsola y el ordenador con Internet en un lugar público. Cuando los adultos tenemos la pantalla a la vista de todos, nos enganchamos menos, perdemos menos el tiempo y somos más cuidadosos con lo que visitamos. Pues mucho más les sucede a los jóvenes. Ponga el ordenador en la sala de estar o en la biblioteca, no en su cuarto. Según la investigación citada en el post anterior, “La Generación Interactiva en España”, el 28% de los niños encuestados ¡de 6 a 9 años! reconoce tener un ordenador en su propia habitación, y el 61% de ellos utiliza Internet en solitario. Al otro lado del Atlántico, según refiere “La Generación Interactiva en Iberoamérica” (investigación realizada también por el Foro Generaciones Interactivas de la Universidad de Navarra, a partir de encuestas realizadas a 25.000 escolares de Colombia, Argentina, Brasil, Chile, México y Perú), los porcentajes son sólo un poco inferiores: el 20% tiene un PC en su cuarto, y el 39’5% navega sin compañía. ¿Pensamos que nuestro hijo estuvo estudiando toda la tarde porque no salió de su habitación? Quizá abrió los libros y se propuso estudiar, pero no sería extraño que hubiera entrado en Internet para chatear, y después se animara a ver el perfil de sus amigos, o subir fotos al suyo… Y así se le fuera toda la tarde. Cuando acusemos a Internet de favorecer el aislamiento en la familia, pensemos antes de quién fue la culpa…
4. Comuníquese con sus hijos y hable también de Internet. Las nuevas tecnologías pueden ser un refugio ante la falta de comunicación. Si los padres no dedican tiempo a los hijos, ¿qué harán ellos cuando quieran hablar con alguien? ¡Utilizar las nuevas tecnologías! Por eso, acerquémonos: que vean con hechos que la relación personal es mejor que la virtual, que ésta es sólo un complemento de aquella, a la que nunca debe suplantar. Y mostremos interés por sus progresos en ese mundo. Que nos enseñe su perfil y lo que escribe en el muro. Así le podremos orientar: le haremos ver que algunas cosas (datos personales, determinadas fotografías) no deben estar abiertas a todo el mundo. Le enseñaremos a cuidar su privacidad y su seguridad, su sentido del pudor y su respeto a los demás.
Internet es como la plaza de cualquier pueblo. Si vamos allí con la familia, les enseñamos a usar los pasos de cebra y los semáforos, porque el tráfico es peligroso. Pero Internet carece de señalización alguna, y es difícil que alguna vez la tenga, porque su carácter transnacional hace casi imposible una regulación o una autoridad que controle sus contenidos. Algo ilegal en España puede ser colocado en un servidor de Indonesia o Senegal. En esa tesitura, sin señales ni barreras protectoras, el peligro de atropello es muy real y cercano.
Una cosa está clara. Las familias necesitamos ayuda, porque querríamos orientar a sus hijos y no siempre sabemos cómo hacerlo. Las tecnologías avanzan demasiado rápidamente para nosotros. Es importante que los padres nos informemos y tengamos criterios sólidos, pero es importante también que participemos todos, porque la educación es tarea de todos: de los colegios, de los gobiernos, de las asociaciones de padres y, muy especialmente, de quienes crean esas fantásticas tecnologías. Todos debemos colaborar para que nuestros hijos sepan tomar lo bueno que hay en ellas, y así sean mejores personas. Y ese reto, realmente fascinante, nos afecta verdaderamente a todos.
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