Una niña de pocos meses que no para de llorar. Una madre que se ha ido a la compra y no está allí para calmarla. Y un padre primerizo que se ve desbordado por los acontecimientos. ¿Qué hacer?
Él, que domina su trabajo -quizás hasta una gran empresa-, se ve incapaz de resolver una pequeña cuestión doméstica. Y todo es angustia y desasosiego. Sólo se le ocurre lo que a todos: llamar a la madre por el móvil.
“Tendrá hambre”, responde ella con maternal intuición. Y de nuevo brota la angustia. ¡Él no puede amamantarla! “Ponle dibujos animados”, insiste la madre. [Ciertamente, ellas nos llevan kilómetros de delantera en el arte de cuidar y comprender a los hijos…] El marido lo intenta de nuevo con el móvil, pero es en vano. “¡Cariño, ella te necesita a ti, y no a los dibujos!”.
De nuevo la madre intuye una posible solución. “Pon el móvil en videoconferencia”. Ahora la bebé puede verla y oírla, pero no funciona. El móvil, que ha puesto en comunicación a los padres y ha posibilitado varias vías para calmar a la niña, se muestra finalmente incapaz e inútil.
Justo en ese momento, aflora el amor de padre. Un padre nervioso e inexperto que, sin embargo, movido por el afecto es capaz de descubrir su mejor faceta y dar finalmente con la clave…
¡Un aplauso a esta campaña, que nos hace descubrir todo el afecto que hay en el cuidado de un bebé! Y un aplauso también a las madres –y a los padres– que saben negarse en tantas cosas para dar lo mejor a sus hijos. Quizás no les den un móvil o una tablet, pero todos los días les dan algo mucho mejor: su cariño verdadero.
Él, que domina su trabajo -quizás hasta una gran empresa-, se ve incapaz de resolver una pequeña cuestión doméstica. Y todo es angustia y desasosiego. Sólo se le ocurre lo que a todos: llamar a la madre por el móvil.
“Tendrá hambre”, responde ella con maternal intuición. Y de nuevo brota la angustia. ¡Él no puede amamantarla! “Ponle dibujos animados”, insiste la madre. [Ciertamente, ellas nos llevan kilómetros de delantera en el arte de cuidar y comprender a los hijos…] El marido lo intenta de nuevo con el móvil, pero es en vano. “¡Cariño, ella te necesita a ti, y no a los dibujos!”.
De nuevo la madre intuye una posible solución. “Pon el móvil en videoconferencia”. Ahora la bebé puede verla y oírla, pero no funciona. El móvil, que ha puesto en comunicación a los padres y ha posibilitado varias vías para calmar a la niña, se muestra finalmente incapaz e inútil.
Justo en ese momento, aflora el amor de padre. Un padre nervioso e inexperto que, sin embargo, movido por el afecto es capaz de descubrir su mejor faceta y dar finalmente con la clave…
¡Un aplauso a esta campaña, que nos hace descubrir todo el afecto que hay en el cuidado de un bebé! Y un aplauso también a las madres –y a los padres– que saben negarse en tantas cosas para dar lo mejor a sus hijos. Quizás no les den un móvil o una tablet, pero todos los días les dan algo mucho mejor: su cariño verdadero.
Muy bueno, pero ¡ya le vale al padre no haberla cogido en brazos lo primero! :)
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