miércoles, 14 de noviembre de 2018

La sociedad literaria y el pastel de piel de patata: Libros y amistad

(JUAN JESÚS DE CÓZAR) La isla británica de Guernsey vivió su particular odisea durante la invasión nazi. Su estratégica situación en el Canal de la Mancha, cerca de las costas de Normandía, la convirtió en un importante objetivo para el ejército alemán, que la ocupó en junio de 1940. Pocos días antes se había conseguido evacuar a parte de la población y a casi todos los niños en edad escolar. Se calcula que se marcharon 21.000 habitantes de Guernsey, incluyendo 5.000 niños y los maestros de las escuelas.

Este contexto histórico funciona como paisaje de fondo de “La sociedad literaria y el pastel de piel de patata”, la última película del veterano director inglés Mike Newell, una agradabilísima cinta que está triunfando en la cartelera española. El guión adapta una novela póstuma de Mary Ann Shaffer, inacabada al fallecer la escritora y completada por su sobrina, Annie Barrow.

La acción de sitúa en 1946, en un Londres en plena reconstrucción tras la guerra. Juliet Ashton (Lily James) es una joven novelista de éxito que perdió a su familia durante la contienda bélica. Prometida con Mark (Glen Powell), un militar norteamericano, y representada por Sidney (Matthew Goode), su eficaz editor, la vida de Juliet parece orientada hacia un futuro estable y seguro, con un horizonte lleno de libros por escribir, de conferencias, entrevistas, homenajes y fiestas. Pero un día recibe una carta desde la isla de Guernsey que firma un tal Dawsey Adams (Michiel Huisman); unas letras que van a conectar el pasado con el presente y que tendrán una influencia decisiva en las aspiraciones de Juliet.

La verdad es que este filme de largo título es un disfrute. Y lo es en parte porque concede al espectador lo que este desea que ocurra. Pero se trata de una previsibilidad inteligente, tan elegante y simpática que resulta muy fácil engancharse a la historia y empatizar con los personajes. Aunque no es una obra maestra ni lo pretende, Newell entrega una película que logra entretener y emocionar, gracias a una Lily James encantadora, a una exquisita ambientación muy british, y a un tratamiento muy atractivo de la amistad y de la literatura como antídotos ante el sufrimiento.

Sí. Los amigos y los libros son como las chimeneas en los días de crudo invierno: nos reúnen, nos unen y nos caldean.

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